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Críticas de kikemorey
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Críticas 60
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
20 de mayo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacia tiempo que no salía del cine tan contento. El debut en la dirección de Jordan Peele empieza en lo más alto gracias a esta inesperada, insólita e inquietante película. Con un planteamiento que nos llevaría a una comedia clásica del tipo "chica blanca tiene novio negro y llega la hora de presentárselo a sus padres", Peele -también el creativo responsable del guión- le da una vuelta de tuerca para mantenernos en tensión durante los 100 minutos que dura la película, desde la primera hasta la última escena.

Uno llega a ponerse en la piel de Chris, el novio atormentado interpretado por Daniel Kaluuya -reconocible rostro, protagonista de algunos de los memes más conocidos de Internet-, quien desde un inicio duda de la aparente hospitalidad de la familia de su cariñosa y comprensiva novia Rose Armitage (Alysson Williams): un padre neurocirujano (Bradley Withford) y una madre psicóloga (la siempre hipnótica Catherine Keener) que es capaz de hacerte dejar de fumar en una sola sesión.

El fin de semana familiar se presenta como una incómoda ceremonia de presentación al entorno blanquiñoso de los Armitage, en donde los pocos negros que los acompañan son unos criados muy serviciales pero con un semblante bastante extraño.

La dosis relajante la pone el amigo de Chris, Rod (LilRel Howery) un agente de transporte que dice las únicas frases jocosas en un film condimentado con las típicos elementos del miedo (música ambiental, sucesos inesperados, escenas gore) pero dentro de una historia brillantemente trabajada como para explotar el conflicto racial a niveles insospechados. Alta, muy altamente recomendable. (4/5)
kikemorey
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7
17 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Critica social disfrazado de western moderno del director David Mackenzie, con meritorias actuaciones de los dos hermanos protagonistas (Chris Pine y Ben Foster), quienes se dedicarán a robar bancos, ubicados en pueblos perdidos del actual estado de Texas, con el objetivo de conseguir dinero para recuperar la granja familiar de sus acreedores financieros.

En frente tendrán a un Texas Ranger a punto de jubilarse (personificado por el gran Jeff Bridges), viejo, cansado y cargado de humor racista para con su buddy partner (Gil Birmingham), un policía de origen indio-mexicano que soporta estoicamente las bromas envenenadas de su superior.

Todo el filme tiene un ritmo tranquilo, que no lento, con una fotografía solitaria -predominantemente amarilla- que transmite inmensidad y abandono; se acompaña de una banda sonora -compuesta por Nick Cave-, mezclada con clásicos de la música country que se incrustan de manera oportuna dentro de las escenas más contemplativas.

El papel de Bridges crece conforme se acerca el final de la película, demostrando la sabiduría y la astucia de su personaje. El plano secuencia inicial es memorable y en la última parte se aumenta la intensidad, tomando lo mejor del sarcasmo de los hermanos Coen y algo del gusto gore del mejor Tarantino.

Una película de vaqueros e indios, de sheriffs y rateros, en los tiempos actuales del capitalismo salvaje. Reinvención de un género clásico, altamente recomendable para olvidarnos de tanto superhéroes y estrellas galácticas.

http://kikemorey.wordpress.com
kikemorey
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9
17 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque disfruto mucho con escenas míticas como la de Gene Kelly en “Cantando bajo la lluvia” o alguna coreografía de Fred Astaire, nunca me atrajeron los musicales al estilo clásico, esos en los que se baila y se canta hasta para comprar el pan o ir al baño. Se me hace demasiado largo soportar una película con diálogos cantados o con bailarines que aparecen de la nada y a cada rato. Me debo estar haciendo mayor. Es la única explicación que tengo para que un film, hecho a la usanza de los años dorados de Hollywood, me haya conquistado y emocionado tanto hasta como para poner en cuestión mis primigenios gustos cinematográficos.

“La la land” es fantástica por muchas razones. Empezamos por su sorprendente escena inicial, un largo plano secuencia que abarca todo un embotellamiento de tráfico a la entrada de Los Ángeles, con conductores variopintos que deciden ponerle música al atasco. Continuamos con la fantástica química de su pareja protagonista, Ryan Gosling y Emma Stone, quienes nos venden un romance creíble, incluso hablándose con canciones y pasos de claqué a la luz de la luna. Y le podemos agregar el acertado libreto del director-guionista Damien Chazelle -el mismo que hace un par de años nos regaló “Whiplash”, otra joya con base musical- armando la típica historia de chica conoce chico con mucho romance, pero sin cursilería, y mágica, aunque siempre con un cable atado a la tierra.

Otro aspecto resaltante es la dirección artística, basado en el glamour y el colorido del Hollywood clásico, pero ambientado en los tiempos actuales, en dónde el sonido de un teléfono móvil te recuerda que no estás viendo una historia de los años cincuenta. Y obviamente es la música compuesta por Justin Hurwitz la que constantemente nos acompaña dentro y una vez fuera de la sala, preguntándonos si en verdad es esa, la ciudad de las estrellas, la que está brillando sólo para nosotros.

Todo lo que fue y todo lo que pudo ser. La lucha por hacer realidad nuestros sueños y lo que tenemos que dejar cuando lo conseguimos. La magia del enamoramiento y las dificultades de la convivencia. Todo eso y más es “La la land” la gran ganadora de los Globos de Oro y la favorita para llevarse todos los premios con los que se cruce. Una película moderna llena de nostalgia que saca más de una lágrima imposible de disimular, y que revalora, con mucho arte y creatividad, un género en desuso en su versión más clásica. Una maravilla que aún ahora, mientras escribo esta reseña y veo nuevamente el tráiler, me vuelve a emocionar.

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kikemorey
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6
5 de enero de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No tenía ninguna expectativa por ver la precuela/secuela de moda. Pero leí tantas críticas y tweets (sin spoilers) a favor de la película, escritos por diversos referentes, que la ponían al mismo nivel del episodio siete, o en cualquier caso, más arriba que la fallida primera trilogía de Lucas (no me cansaré de repetirlo). Así que me despertó la curiosidad por verla aprovechando la pobre cartelera navideña de estos días.

Y otra vez creo debo de hacer más caso a mi intuición. Una primera parte casi soporífera, sin emoción, con tantos planetas en la presentación que no hacen más que confundir al espectador (al menos a mí). La segunda parte, dedicada a la batalla (porque se supone que de eso va la guerra en “La Guerra de las Galaxias”) levanta el film con un escenario luminoso y novedoso, y con el gancho nostálgico de las naves y vehículos que descubrimos hace más de treinta años. Pero es la misma coreografía de disparos y sonidos de siempre, con deja-vu de situaciones de otras entregas (en especial de “El regreso del Jedi”) aunque con algunos planos interesantes en una fotografía que agradece contar con escenarios más naturales en lugar de las artificiosas construcciones de la primera trilogía (sí, la fallida trilogía que no me cansaré de repetir).

Parece que la nueva tendencia en efectos especiales es la de montar caras pasadas a actores del hoy. Ya lo hizo Tony Stark en “Civil War” y aquí una cara conocida del episodio cuatro regresa aunque todavía sin esa naturalidad que seguro tendremos en algunos años más.

Y a propósito de la naturalidad, toda la película tiene un ambiente muy formal; no hay personajes frescos que hablen de forma más cotidiana (como lo hacía Han Solo por ejemplo), sino que existe excesiva reverencia y demasiado respeto en unos diálogos que además cuentan con muy poco humor (debido a esto mismo, el pez que se muerde la cola).

Película solo para fanáticos, que en sus últimos momentos acelerará el corazón de más de uno. Lo bueno es que es una historia completa, con inicio y fin -y buen fin-, que puede verse sin haber visto toda la saga. Lo malo es que para algunos de esos fans, los menos fundamentalistas, sentimos que nos siguen contando lo mismo casi de la misma forma (y que quizás J.J. Abrams tiene más maestría para el refrito que el director Gareth Edwards).

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8
5 de enero de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Martínez personifica a un escritor argentino, Daniel Mantovani, reciente ganador del Premio Nobel de Literatura, que luego de estar viviendo cuatro décadas en Europa, regresa a su pueblo natal a raíz de invitación que le hace el intendente del lugar que dejó cuando solo tenía 20 años.

Mantovani, que ha basado su obra en los recuerdos del lugar que lo vio crecer, vuelve por una mezcla de nostalgia y búsqueda de inspiración para una carrera que está estancada hace cinco años, justo desde que le dieron el honroso galardón.

Ya en Salas, el ficticio pueblo a unos cientos de kilómetros de Buenos Aires, se encuentra con una realidad en las antípodas a las comodidades de su residencia europea. Se involucra en las actividades preparadas para su llegada, se reencuentra con amigos de su juventud y entabla relación con la pintoresca gente del pueblo.

Comedia dramática, o drama con toques de comedia, la película nos lleva poco a poco, y sin darnos casi cuenta, a situaciones inquietantes, en un guión solvente que levanta muchísimo en su última parte.

No es novedad que Óscar Martínez bordee otra magistral actuación, regalándonos diversos registros y todos igual de convincentes. Su partenier Dady Brieva, más conocido por su faceta humorista, brinda también un papel destacable y aterrador por momentos. Completa el reparto principal Andrea Frigeiro, con un personaje maduro y de necesaria implicación en la historia.

Filmado con cámara en mano y con varios planos subjetivos, los directores consiguen atraparnos en una historia por ratos divertida, por ratos emocionante y totalmente entretenida. En particular, si a todo eso le agregamos imágenes de mi recordada Barcelona y de mi querido Buenos Aires -aunque sea de su aeropuerto-, el resultado me ha sido muy placentero.

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