Película entre el documental inmersivo y el drama esteticista. Se adentra en una subcultura que desconocía pero que recuerda a aquella del tuning de los dos mil: Un grupo de jóvenes que decoran y maximizan sus lanchas ('barchinos'), les ponen potentes bafles para escuchar tecno, fuman porros, a veces hacen carreras...

Las imágenes son, desde el inicio, totalmente bellas, con predominio de los atardeceres en el agua y los colores eléctricos. Pero son tantos los momentos contemplativos que pierde algo de fuerza narrativa. Apenas sentimos nada por los personajes o nos interesa su historia. Quizá faltaron más diálogos.

Eso sí, si al final decides rendirte al puro placer estético, la película ofrece bastante. Un espectáculo psicodélico de luces, música envolvente, amor desesperado y agua, mucha agua.

Me gustan las películas que utilizan el blanco y negro en contraste con una historia actual y sin pretensiones. Un blanco y negro que más que embellecer la fotografía lo que logra es que nos centremos en los diálogos. Son ejemplos Clerks, Oh boy o Frances Ha, con la cuál se compara esta cinta. Comparación que por otra parte me parece bastante forzada, más allá del blanco y negro y el protagonismo femenino.

El argumento de Guarra en el buen sentido (qué título tan espantoso, supongo que como reclamo, aunque el original "Charlotte se divierte" tampoco es que fuera la bomba) es bastante lineal y simplón pero el film se sostiene a ratos por unos diálogos vivaces y cotidianos que le aportan ritmo.

Simpática cinta de adolescentes que tras un inicio prometedor de escenas con diálogos desinhibidos entre las tres chicas se va, sin embargo, desinflando en la más absoluta banalidad. Podría haber sido algo más, una nueva joya indie, de haber continuado con la gracia de los primeros minutos.

Me gusta una de las etiquetas que le ha puesto Filmaffinity en "Género": comedia negra. En cierta manera, lo es. Todo en esta película es en cierta manera.
Parece sencilla, realista, incluso tediosa, y a la que te descuidas el director te clava una escena magistral y te deja desconcertado. Los actores parecen forzados, torpes por momentos, y de improviso se vuelven cercanos y veraces. Las reflexiones son muy literarias, culturetas, pero se escapan siempre -no sé cómo- de parecer pedantes. El blanco y negro que al principio se me antojaba frío, distante, baña a los personajes de luces y sombras, de matices.
Acabamos implicados en algo que parecía tan ajeno, tan de pantalla de cine porque, aunque suene manido, a lo que más se parece esta película es a la vida, esa gran comedia negra.

Me apropio de una de las críticas (negativas) a esta película que han hecho los espectadores de filmaffinity: documental sobre pasillos. Y qué. En qué película estadounidense, con adolescentes, en un instituto, se ha filmado con ese ahínco y esa banda sonora clásica metros y metros de pasillo (y desde diferentes perspectivas). No lo encuentro negativo, más bien creo que es uno de los (muchos) aciertos de esta película. Luego están sus interpretaciones contenidas, sobrias, su atmósfera viciada, su dolorosa belleza.

No puedo hacer una crítica objetiva, no me lo puedo permitir con esta película. Supongo que si fuera frío debería encontrarle los fallos, que los tiene. Pero cuando salió la cinta tenía la edad de los protagonistas y era Verano y hacía calor y compartía muchas de sus inquietudes y me encantaba la playa y planear fiestas en chiringuitos y la amistad y el amor y las chicas y los chicos y la chatunga. Han pasado varios veranos y la acabo de pedir en DVD por internet, la volveré a ver y seguramente no la veré con los mismos ojos, quizá con un calor distinto. Pero le tengo mucho cariño, qué se le va a hacer. Y la he traicionado no poniéndole un diez por mor de la crítica.