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España España · Madrid
Críticas de Munrraku
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Críticas 47
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
1
4 de agosto de 2022
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
No suelo escribir una reseña sólo para soltar bilis, pero es que me indigna que una película tan deficiente en todos los sentidos (técnico, pero sobre todo artístico) esté tan encumbrada.

El guión es anodino y sin sustancia, parece no contar nada, y es que no cuenta nada; la historia no interesa, los personajes no enganchan, los diálogos son aburridos, y la dirección brilla por su ausencia.

Pero lo peor son actores.... Los tres protagonistas son pésimos, (hasta el punto de hacer parecer bueno al mismísimo Antonio Resines), a la cabeza de ellos el insufrible protagonista, aburrido, plano y monocorde, que parece no tener una gota de sangre en las venas: no cambia la expresión ni el tono de voz en toda la película, no se le distinguen diferentes estados de ánimo entre una escena y otra, ni muestra la escasa evolución de su personaje; sus muchísimos monólogos, si quieren parecer ingeniosos, se quedan en una copia pálida y aún más cargante de Woody Allen, y de dicción mejor ni hablar.

Paula Molina le sigue muy de cerca en su meliflua interpretación, y al amigo violonchelista hay que verlo para creerlo. No son contenidos, no hacen una actuación sobria, no es que se contengan..... es que son simplemente muy, muy malos actores.

Es difícil hacer una película, es difícil que te den la oportunidad y encontrar la financiación, y mas aún en la España de los 70; y resulta por lo menos desesperante que se desperdicien la oportunidad en una cosa tan lamentable y bochornosa como esta ridiculez; con la de buenos artistas que hay por ahí, deseando lucirse....

Una lástima.
Munrraku
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6
9 de junio de 2020
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Este largometraje realizado para la televisión es una de las versiones menos conocidas del enmascarado personaje; tiene a su favor una puesta en escena y fotografía bastante más elegantes y conseguidas que las dos anteriores ediciones, aquellas de Arthur Lubin en 1943 y Terence Fisher en 1962, pero desgraciadamente a nivel argumental parece más una revisión de éstas películas, que de la novela en si, un relato del que los guionistas se van alejando a medida que se van haciendo más y más versiones. Aquí el fantasma no ha nacido desfigurado, ni ha viajado por Asia, ni ha intervenido secretamente en la construcción de la ópera, etc, sino que toda la historia consiste en una venganza por los agravios recibidos, entre otros, el accidente que destroza su cara; esto es completamente inexistente en la novela, y fue una invención de la versión de 1943, que sorprendentemente, se ha mantenido en casi todas las entregas posteriores. Por eso las comparaciones entre las diferentes cintas de "El fantasma de la ópera" son inevitables, pero muy interesantes. Hay que tener en cuenta que el único intento de llevar la novela al cine fue el de Lon Chaney en 1925, y aún así las licencias fueron bastantes.

Como siempre los guionistas hacen y deshacen a su antojo, pasando por alto, no ya el argumento, sino el auténtico espíritu de la novela, que lejos de ser gótica o romántica, es sobre todo policíaca. Por eso debo señalar que uno de los pequeños detalles que me ha parecido un acierto en esta versión de 1983 es que hay ya un inspector de policía (ausente en todas las anteriores), que puestos a inventar, enriquece un poco la trama y que con su escepticismo por delante intentará dar caza al misterioso personaje, y que aún tendrá más protagonismo en la miniserie de 1990 dirigida por Tony Richardson.

Por eso podría considerarse que esta película es un paso intermedio entre las dos mediocres mencionadas de 1943 y 1962, y la de Richardson, ésta sí, mucho más lograda. De hecho aquí ya se apuntan ya algunos elementos que tendrían más desarrollo en la de 1990: el largo secuestro de Christine por parte del Fantasma y la obsesión que éste siente, ya que ella le recuerda a su difunta ex-esposa (en la de Richardson también hay un desdoble de Christine pero en este caso es con la madre del Fantasma, quien murió siendo él un niño, y de la que sólo recuerda su voz, aunque quizás este elemento esté tomado de "Misterio en la ópera", una suerte de secuela de la de 1943, con Boris Karloff y Susan Foster y Turhan Bey), incluso detalles como el uso de varias máscaras según el estado de ánimo del Fantasma, o el hecho de que en ningún momento se le vea la cara desfigurada fueron retomados después.

El persa, personaje fundamental en la novela, y que sólo aparecía en la versión de 1925 (aunque inexplicablemente se presentaba como el inspector de policía Ledoux, pese a estar caracterizado como un persa, sombrero de astracán incluido…), tampoco aparece aquí, pero en cambio sí se mantiene el misterioso personaje del vagabundo que rescata al Fantasma del incendio y se convierte en algo así como su ayudante, y a la vez un contacto con el mundo exterior, y que ya estaba presente en la versión de la Hammer de 1962. Para rebuscar más las cosas, no hay aquí un conde de Chagny, sino un barón de Hunyadi, que además no es el inocente muchacho enamorado de Christine, sino un pérfido empresario liado con su rival, la Carlotta.

Michael York tiene aquí un lugar similar al del conde, sólo que su ocupación es la de director de escena. Jane Seymour es una Mary (que no Christine...) algo sosa y dominada por las circunstancias, aunque de iniciativas no siempre honestas, mientras que Max Schell resulta más convincente que Claude Reins o Herbert Lom en su sombría interpretación (que perdía bastante en el doblaje al español, por cierto).

Grabada en la auténtica ópera de… Budapest, y no en la de París, seguramente por motivos presupuestarios, no deja de tener una puesta en escena con cierta gracia, y por lo menos nos libramos de los decorados de cartón piedra de los dos rancios filmes antes mencionados. En esta ópera húngara se representa además el auténtico "Fausto" de Gounod, ópera mencionada una y otra vez en el relato de Leroux, y sustituida por otras músicas en todas las demás versiones cinematográficas, excepto en esta, donde además sirve como parte de la música incidental, y la de 1990.

Una versión en fin, que se deja ver si no se toma muy en serio, debido a un guión francamente flojo e impersonal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Munrraku
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8
12 de abril de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es el único título pucciniano dentro de la filmografía operística de Jean Pierre Ponnelle, un brillante realizador especialista en llevar óperas al cine; su versión de la trágica japonesita está resuelta como un gran flashback, que parte de la última escena, y que supone un planteamiento desde el punto de vista de Pinkerton.

Ponnelle aprovecha la indicación del libretto, que localiza la casa de Butterfly en lo alto de una colina, para situar la acción en una casa con jardín en mitad de una 'nada' gris e infinita, que evoca el arte tradicional japonés de "pintura del mundo flotante", a la vez que representa una Butterfly aislada del mundo y de la realidad, concentrada sólo en su mundo de pequeños sentimientos. Recordemos que en esta ópera no hay subtramas secundarias y que la historia se centra exclusivamente en su protagonista. Esa niebla, acentuada por una fotografía pastosa, resalta aún más el carácter onírico del flashback, y también la da un sabor a fotografía antigua.

Rodada en estudio (a diferencia por ejemplo del film de Miterrand en 1995, rodada en localizaciones reales, potenciando su tono de tarjeta postal), tiene un marcado carácter teatral, algo que le va especialmente a éste título, construido en base a "cosas pequeñas" como explicaba Puccini, y que tanto se pierde en los grandes escenarios. Lejos de la pretendida "autenticidad" de aquel film, Ponellle huye de lo decorativo, del pastiche italo-japonés que tanto gusta al sector más rancio del público de ópera, y recrea el drama cargado de conflicto y significado; prueba de ello es el tratamiento de la caracterización que reciben los personajes, reducido a lo mínimo (Suzuki casi muestra su cara lavada).

Cierto que los primeros planos no le sientan bien a la protagonista, así como las pelucas, algo pasadas de rosca, pero de lo que se trata es de poner en pie un drama, no con un muestrario estético vacío sino con una puesta en escena al servicio de la acción. Llama la atención el uso de un telón con pájaros pintados, que adquiere gran protagonismo en las dos escenas clave de la narración; como un telón de fondo, los pájaros volando parecen evocar la presencia efímera de sus personajes.

La profundidad con la que Ponnelle abordó este título fue tal que no deja nada al azar, como cuando convierte frases de algún diálogo en pensamientos, o como cuando rodó dos versiones del dúo de amor del acto I: una más recatada, incluida en el montaje final, y otra más subida de tono que se quedó fuera (Plácido Domingo sin camiseta….tampoco era para tanto…).

Esto es notable, no solo en la dirección artística sino sobre todo en el tratamiento de personajes, por ejemplo, la protagonista permanece con indumentaria occidental durante todo el acto II, como corresponde a sus convicciones, pese a mantener algunos detalles de caracterización japonesa, o en el partido que se le saca a un personaje ingrato como el casamentero Goro, por nombrar un par de ejemplos (ver spoiler). De hecho, uno de los momentos punteros es cuando en el interludio del segundo acto en el que vemos los pensamiento de Butterfly, su inquietud y sus esperanzas; ensimismada, se imagina su vida americana con Pinkerton, componiendo un auténtico video-clip que nos permite ver lo que Butterfly siempre imaginó vivir pero nunca vimos en ningún teatro y que intensifica aún más si cabe la dramática resolución final.

Musicalmente la interpretación musical es irreprochable; junto con la versión de John Barbirolli, la de Karajan siempre se ha tenido por la mejor versión de Madama Butterfly de toda la discografía, tanto por los cantantes como por la brillante prestación de la Filarmónica de Viena; en la versión discográfica Pinkerton era interpretado por Pavarotti, que aquí fue sustituido por un rutilante Plácido Domingo, más acostumbrado a los enjuagues operístico-cinematográficos (el madrileño hizo después "Carmen", "La Traviatta", "Pagliacci", "Cavalería rusticana" "Otello" y "Tosca" en dos ocasiones), y mejor actor que cantante, ya que la tesitura de Pinkerton le viene un poco ajustada; parece que el cambió no le sentó muy bien a Pavarotti, que aún así poco después se quitó esa espina con el magnífico "Rigoletto" dirigido por el propio Ponellle.

Mirella Freni, que nunca cantó Butterfly en escena, compone una Cio-Cio San convincente y muy personal, producto sin duda de la exaltada imaginación de su director. No es una Butterfly a la manera de Maria Callas o Victoria de los Ángeles, que mostraban la evolución de niña a mujer a través de la modulación de la voz, caracterizandose como una chiquilla en el primer acto, para alcanzar la máxima cota dramática en la gran escena final; en su lugar Freni brinda una visión de su personaje directa y sin ñoñerías, en la línea de Scotto o Kabainvanska.

De los esplendores y excesos de Karajan ya saben sus fans: es con mucho, la más fina y acuarelística lectura orquestal de esta obra; agradezcámosle que esta vez eligiera a un director de cine para poner en pie la ópera, en vez de hacerlo él mismo, como en sus desastrosos "Otello"; "Rheingold", etc…..
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Munrraku
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5
31 de marzo de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
...digamoslo desde el principio: esta entrega no es una nueva versión de la película de dibujos de 1991, sino del musical escénico que se estrenó en escenarios de medio mundo años después, y a eso se debe la media hora extra de metraje.

Aquél musical, a diferencia de "El rey león", pretendía ser casi un calco de dicho film, forzando el lenguaje teatral al del cine de dibujjos, con todas las limitaciones e incoherencias que eso supone. En esta ocasión la imagen campa a sus anchas gracias al lenguaje cinematográfico y todo la artilleria de efectos especiales a los que tan acostumbrados estemas, y que producen más confusión que otra cosa: ¿estamos viendo imagen real retocada, dibujos, animación 3D...?

Todo es posible, tan alambicado y resobado, que con tanta exuberancia visual a los diez minutos el impacto se supera, y si no se tiene mucho más que decir, al final esta pelicula se convierte en un simple recital visual acompañado de canciones.

Poco más que añadir; solo lamentar lo que tiene de oportunidad perdida ya que se podría haber hecho algo más personal, menos precible; no pido arriesgar, por que eso es pedir mucho a la Disney, pero ¿hasta cuando van a seguir la Disney en su redil?

¿No se podría haber jugado un poco con el escenario teatral, ohaber hecho un guiño a la versión escénica...? ¿Cuando van a dejar de mirarse el oombligo? Y lo más triste es que les sigue funcionando..... ayyyy.....
Munrraku
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El principito
Francia2015
7,1
6.382
3
19 de septiembre de 2016
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya no se peude confiar ni en el cine europeo: ¿para que adaptar una historia si es para estropearla? ¿Acaso "El principito" necesita el aderezo de unos cuantos guinistas sin escrúpulos? No estoy en contra de las "adaptaciones", siempre que sean para enriquecer la narración, no para hacerla más comercial y vender más palomitas.

Ni para niños ni para adultos; se ve que las adaptaciones de cuentos clásicos ya no son posibles si no terminan con una persecución y con un atracón de escenas de acción, casi nunca justificadas por la trama y no digamos ya por la narración original.

Aunque no empieza mal y al principio el planteamiento tiene un pase, realmente resulta muy triste que la historia original se vea reducida a un ¿20%? del metraje de la película, reproducida deliciosamente eso si; si toda la película hubiera ido por esa línea habría sido otra cosa y nos hubiéramos librado de la última infame media hora de este film, en el que se añaden cosas por que si, con moralinas del todo a 100 al más puro estilo Disney.

Sobra la niña, sobra la madre, sobra el aviador anciano, sobra la personificación del principito al final....
Munrraku
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