Un día después del estreno de esta película en Netflix veo que su puntuación media está en un 4,4. Por eso me decido a escribir está crítica. Para reivindicarla. Porque no deja de ser curioso que los primeros que han ido corriendo a ver esta película (y que sin duda tienen interés en ver este tipo de comedias) luego vengan aquí a puntuarla con una nota tan baja. ¿A qué se debe este fenómeno? ¿Te arde el culo por ver comedias "chorras" pero luego al puntuarla que pones exquisito? ¿A quién quieres engañar? No seas vinagre, colega. Si ves el tráiler de esta peli, no engaña a nadie. Da lo que promete. Si quieres pasar un buen rato y echarte unas risas con tu señora mientras los críos duermen, esta es una buena opción. El punto de partida en bien sencillo: un entregado padre de familia empieza a temer que haya echado su vida a perder por culpa de una existencia doméstica. Así que se le presenta la oportunidad de recuperar el tiempo perdido y trata de aprovecharlo. Por supuesto, las cosas no salen como esperaba y ahí está la gracia. En ver cómo un buen hombre se ve metido en una espiral de chaladuras por culpa del mítico colega que va de espíritu libre y que en realidad está de mierda hasta el cuello. Las expectativas que puedas haberte creado con esa premisa la película las cumple con creces. Yo te animo a verla y a que la disfrutes.

Yo quería ver una película con mi hijo y después de ver el trailer de "Desastre y Total" pensé que esta podría ser apropiada. Estaba basada en una serie de libros, como el "Diario de Greg" que tantas horas de entretenimiento (y paz) había proporcionado a nuestro hogar. Esto me creó grandes expectativas: si funcionaba había 7 nuevos libros para leer. La historia estaba protagonizada por un niño que iba de detective al que acompañaba su amigo imaginario: un oso polar. Bueno, cosas de la imaginación. No todo va a ser realismo. A ver con qué nos encontrábamos.

No empezó bien. El niño me caía mal. Era repelente. Su corte de pelo. La voz del doblaje. Sus razonamientos. Todo sumaba para convertirlo en un ser odioso. La trama tampoco ayudaba. Era un desbarre. Ni pies ni cabeza. Al cuarto de hora ya estaba mirando el móvil. Mi hijo la vio hasta el final.
-¿Te gustó?
-Bueno, no está mal -dijo encogiéndose de hombros sin mucho entusiasmo.
Pues eso. Para que la vea la chavalada. Y tampoco esperes que les vaya a flipar.

Vamos a ver, lo primero que he hecho ha sido comprobar que es cierto que esta historia está basada en hechos reales. Todo resulta tan increíble que si no conocías el caso (como yo) te resultará difícil no mostrar incredulidad ante la sucesión de acontecimientos que muestra esta película.

El protagonista es un tipo con unas ambiciones sociales desmesuradas a cuyos delirios nadie debería dar crédito. Sin embargo, el tipo persiste en sus patrañas y logra embaucar a gentes importantes, a las que uno presupone prevenidos contra este tipo de sujetos. Así que, como espectador, uno no entiende que un estafador de pacotilla como este pueda mentir durante tanto tiempo y seguir medrando.

La película ilustra como esa bola de nieve de mentiras crece hasta estallarle en la cara. Pero no hay un gran talento en su fraude. Ni siquiera vemos que resulte un tipo con un carisma irresistible. Simplemente los que lo rodean parecen ser imbéciles. Por eso la mascarada nos resulta ridícula, un despropósito. Estoy seguro de que ocurriría lo mismo si aquí en España hiciesen una película sobre los tejemanejes del Pequeño Nicolás o de las hazañas de aquel donjuán sin dientes que logró vivir durante 20 años de las mujeres que seducía a través de las redes sociales. Quienes no tuviesen conocimiento previo de esas noticias tendrían la misma sensación que tengo yo ahora. ¿Esto pasó de verdad? Imposible.

Como dijo un sabio de la cultura occidental: "Deja a los chavalotes, Pablo. Déjalos que camelen como quieran camelar... Si los chavales camelan pegarle un poquito a la lejía, o camelan pegarle un poquito a la mandanga, pues déjalos".

Y yo opino lo mismo. Si a los chavalotes les gustan las cosas del motor, déjalos. Los más pequeños tienen la trilogía de "Cars", los que ya están un poco crecidos consumen su dosis anual de "Fast & Furious", y a los que van un poco avejentados les dan "Ford v Ferrari". Así que faltaban los de la edad del pavo. Y para ellos llega "Go Karts", que es una mezcla entre "Karate Kid" y "Tres metros sobre el cielo".

No falta ninguno de los tropos habituales. Ni el del nuevo en tierra extraña. Ni el de la rivalidad a muerte desde el primer encuentro. Ni el del maestro atormentado. Ni el del amor (casi) imposible. Ni el del traumita infantil que hay que superar para ser un ganador. Así que cero sorpresas. Pero cada cosa está en su lugar y puedes dejar que tus ojos se deslicen sobre la película mientras vas montando tu nuevo mueble de Ikea.

El inicio de "Diario de una futura presidenta" parece indicar que vamos a ver una especie de "Como conocí a vuestra madre" en versión teen. Es difícil salir bien del reto al que se enfrenta esta serie. Por una parte quiere/tiene que contentar a su público natural (los adolescentes) y por otra aspira a ofrecer algo más que la típica serie de instituto, tratando problemáticas familiares que no son frecuentes en productos similares. Es probable que a los ojos de un espectador adulto el resultado sea fallido, pero para sus espectadores naturales esta serie ofrece (afortunadamente) algo más que los habituales enredos escolares, con su galería de personajes tópicos.

Sin ser ninguna maravilla, "Diario de una futura presidenta" se aparta de esas series burbuja para ser un reflejo de algunos cambios que se están produciendo en la sociedad estadounidense.