Como un reflejo de aquello que hemos olvidado todos, o al menos muchos de nosotros, Zurdo nos lleva a nuestros tiempos de niñez en los que un simple juego de canicas se convertía en el juego de nuestras vidas. Aquel tiempo en el que simplemente no podías fallarle a la niña que te gustaba aunque ella no supiera siquiera que existías. La inocencia de la infancia. El contexto futurista puede llegar a chocar con los recuerdos propios pero llegará el momento en el que el balance se aproxime y te relaje para disfrutar de una película con la garantía de una historia mexicana, llena de valores y situaciones diferentes a las que nos tiene acostumbrado el cine hollywoodense.