Meh. En puntos se redime a veces pensando cada cual que pertenece al estilo Jo, qué noche, que me quedao desposeído en este part of town peli estilo años 80. Pero en cada soplecillo de eso que da, le da por dar cuatro ventanales de cine prozac vs zoloffero estilo años noventa. Dispraxia tal que 1, es Woody Allen disléxico y farma drogado, o con el miembro succionado por Mia Farrow Soon Yi threesome, pointless para qué seguir si he llegado a la panacea tipo de escarantomía 2, no es Albert Brooks, desde luego, Albert dónde hostias estás por dios, es James L., que es como comparar Drew Barrymore con Jennifer Anniston, Kurt Ruseell con Michael Cera, Werner Herzog con Gran Hermano, btjunkie con Oxford, Internet con Qué Grande es el Cine, masturbación con crema con masturbación a ras de cuchillo, Cortina de Humo y Jackie Brown con el típico engendro cruce entre Meryl Streep y Tom Hanks en base a Frankenstein y Ralph Lauren. 3. qué triste que la pava tenga que sentirse superior, 4. silencio en la cita que no demuestra tres hostias, 5. horripilantemente dispráctico sentido del ritmo y de la pausa. ¡Dis is el discine!

Esta peli es como una sesión de diarrea, seguida por otra en la que, en vez de tomar agua con limón, uno le da por tomar otro vaso de agua, pero sin limón, perpetuando así la diarrea, a propósito. Disturbing, uncomfortable, etc., y supposedly 'insightful' como colofón, madre de dios, está la chica vejezuela 'creativa', la familia 'creativa', y el público que se somete, también 'creativo'. Es como Lola Montés en el siglo 19, celuloide al que evitar porque al diseñarse como víctima, en plan victimista y tal, como secuela y legado de su incapacidad para impartir hostias físicas, siempre se ha de estar pendiente de sus cambios de humor, enarbolando así su poder y su capacidad para diseñar su propia libertad y arrastrar al fango a quien sea con tal de conseguirla. Es como un mundo sin Remurx. Es como la réplica a Rayon Vert, ¡zaca! todo en plan ¡mierdoso!

De entre los arbustos sale el médico que por su barba parece tal que sólo por eso merece un diez la peli, y por su pronunciación del inglés y sus cuerdas vocales. Ni más ni menos que el cine como procesión de ositos de peluche. Y no hablamos de los Muppets, ni de los Teletubbies, ni de Barrio Sésamo, ni de Karlos Arguiñano, ni de Carlos Adriá, ni Buenafuente, sino de osito de peluche al rojo vivo, a pelo, sin protección, sin raspaduras, con el pelo suelto, piojos a raudales, pelo púbico estilo porno años 70, estilo Dans la chaleur de St. Tropez.

Para los que la vivimos, los años 90 fueron un sopor, así, sin más. Corruptos, pero desde luego un sopor. Cuando pienso en los 90, dulcemente nos amenaza la Sinde, me viene a le memoria ese hermoso libro del hoy por día desafortunadamente perdido para el detalle Douglas Rushkoff, Media Virus, en la que el espacio de los relatos era el único que quedaba por conquistar, y lo que era más importante, los medios de comunicación eran aquello contra lo que se rebelaban los espectadores. NYPD era noticia por el primer trasero en prime time, la casa blanca se apresuraba en negar que las reuniones en Camp David fueran el espíritu de Esalen, etc.

Es curioso que el rechazo sea por irrealidad y alienación cuando ya se ha adelantado, en la famosa técnica del adelantamiento propuesta por Albert Frossjean, la mismísima Sophia citando FRIENDS, y en Italiano. Y ese primer plano, por dios. Si ya lo decía Tom Petty.

Ida Lupino, como predecesora de Man of Flowers Paul Cox o Joao Cesar Monteiro hace lo que puede en su intento por hacer de los hombres un objeto, pero se equivoca de género. No sólo por precedente sino porque es mujer, su destino era servir al hombre.