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Argentina Argentina · Colastiné
Críticas de Adela Hache
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Críticas 42
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
20 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con el oficio clásico y la seriedad que lo caracterizan, el cineasta Tom Hooper realiza la transposición a la pantalla, de la novela publicada en 2000 por el joven escritor norteamericano David Ebershoff, inspirada en la historia real de la pintora danesa Lili Elbe (antes Einar Wegener); la primera mujer transexual que se sometió a una cirugía de reasignación de sexo, pionera en el intento de búsqueda de coherencia entre su interioridad y exterioridad, desafiando las condiciones adversas tanto sociales como científicas.

Parte de la crítica acusa al guión de tener un círculo narrativo estándar, ofreciendo a fin de cuentas una versión muy lavada de los múltiples retos que implica una decisión como la de Wegener/Elbe. Pero todos coinciden a favor de la película, en alabar el desempeño de Eddie Redmayne y Alicia Vikander —como Einar y Gerda, respectivamente- claves para mantener el interés del espectador y exacerbar la dimensión dramática.

La dupla protagónica logra transmitir con creces la profundidad y solidez del vínculo que persiste pese a los drásticos cambios por los que atraviesa. Especialmente la actriz Vikander conmueve con su recorrido emocional, si bien Redmayne transita la complejidad afectiva de su personaje principal con una expresividad notable, no puede evitar alguna exageración en las gesticulaciones. El rol de Alicia Vikander como Gerda, la esposa comprensiva, nos obliga a ser testigos de lo mucho que pierde para dejar partir a Eimar y dar vida a Lili.
La corrección, contención, elegancia y transparencia narrativa de la película son encomiables. A la excelencia de la fotografía se añade el vestuario de Paco Delgado y la dirección de arte cuidadísima, que atenúa un tanto el drama psicológico y el peligro extremo del proceso médico al que se somete el protagonista.

Sin saltos temporales o inserciones oníricas, la narración empieza y termina en el paisaje nórdico de la infancia: árboles que se recortan fantasmales, resistiendo estilizados en medio del paisaje nevado. Cabe señalar que la trayectoria circular del film se inicia y termina en ese paisaje, donde una frase de Gerda (“Déjalo volar”) acompañará una imagen poética de alto lirismo que sintetiza la espiritualidad liberada de su prisión física.
En síntesis, “La chica danesa” es una biopic amable antes que complaciente, que trasciende los preciosismos y las injustas denostaciones de blandura conceptual.
Adela Hache
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6
17 de septiembre de 2015
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El film del cineasta español Beda Docampo Feijóo arranca con una breve intervención de Leticia Brédice quien guía un “tour papal”, con un traje de azafata, similar a su personaje de Nueve Reinas, donde sin duda cumplió un rol mucho más relevante, porque aquí, salvo el protagónico de Grandinetti, el resto son buenos actores en papeles esporádicos.
Desde el mismo comienzo, queda claro que la película apunta a un público tan universal como los mensajes del sumo pontífice y se inicia con panorámicas de la ciudad porteña y música de Piazzolla, imágenes y sonidos que sin duda bien podrían formar parte de alguna refinada promoción turística del país que quiera trascender fronteras. Y ése es el objetivo de “Francisco, el padre Jorge”, coproducción argentino-española que perfila una biografía rápida, simpática y sin demasiado riesgo. Exponente cinematográfico de la “papamanía” desatada desde el mismo momento que se supo de un Papa argentino, cuando florecieron estampitas, estatuitas y libros que se vendieron como pan caliente, porque el mundo demandaba saber más acerca del hasta entonces
obispo Bergoglio, inesperadamente elegido luego de la impensada renuncia de su antecesor Benedicto XVI.

“El Padre Jorge...” es una recopilación de retazos de la vida de Jorge Bergoglio, basada en el libro “Francisco. Vida y Revolución”, de la periodista Elisabetta Piqué. El film toma el punto de vista de una joven corresponsal (Silvia Abascal), alter ego de Piqué, quien conoció y entabló amistad con Bergoglio cuando la editorial para la cual trabajaba la mandó cubrir el cónclave de 2005, donde J.B. fue el obispo más votado luego de Ratzinger.
La película salta del presente al pasado y de ahí nuevamente a la actualidad para mostrar distintos momentos trascendentales de la vida del ex obispo, siempre con la amistad entre periodista y religioso como eje.
El relato va y viene entre la actualidad y los años cincuenta, los violentos setenta y de 2005 en adelante, con el fin de mostrar momentos como el descubrimiento de la vocación de un Bergoglio adolescente que dudaba entre seguir medicina y ponerse de novio o tomar los hábitos. No se preocupa tanto por la comprensión de las aristas de su personaje pero le alcanza para reflejar un posicionamiento ideológico ante cada uno de los conflictos sociales, políticos y eclesiásticos. Destaca su humildad coherente, la preocupación estoica por los pobres, la violencia, la corrupción o el flagelo de las drogas. Por la pantalla, pasarán la elección de su vocación, aspectos de su tarea social y lo más osado, una serie de referencias durante la dictadura: sus acciones en defensa de unos curas jesuitas desaparecidos y un testimonio (recogido por la periodista) que relata la entrevista a la familiar de un perseguido político que describe cómo el sacerdote ayudó a su padre a salir del país.

Narrada, filmada y actuada en forma clásica con una estética ochentista, la película actúa como espejo de lo que en su mayoría ya se ha dicho y revelado. Le faltan matices pero mantiene el atractivo del hombre que retrata, con un peso político específico y manifestaciones poco frecuentes para su investidura. Con un buen trabajo de Grandinetti, que encarna los simpáticos “bergoglismos”, sus recomendaciones de no balconear la vida, sus chistes y observaciones desde las grandes ideas que no descartan centrarse en lo pequeño. Lo más entretenido es ese perfil simpático de Papa callejero como se autodefine y que reflejan los primeros planos de sus zapatos viejos contrastando con la magnificencia de la investidura.
Si comparamos con las fuertes imágenes de “Elefante blanco” de Trapero, el contraste entre aquel realismo aggiornado y los anodinos jóvenes de pelo corto y camisa formal de este biopic parecen casi ejemplares de museo que distan años luz de los marginales de la villa recorrida por Darín en la película de Trapero. Es que Docampo Feijóo (“Los amores de Kafka”, guionista de “Camila” con María Luisa Bemberg) construye un retrato que persigue una biografía no profunda aunque tampoco superficial, pero sin nada irritante o polémico; es decir, para todo público, local e internacional.
Adela Hache
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5
1 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tibia y edulcorada pero así y todo lejos de la categoría de comedia con que se la promociona en algunos medios y más cerca del melodrama, "Palabras mágicas" queda a mitad de camino entre la transposición fílmica de un libro de autoayuda y un intento superador de los clisés habituales.

El desarrollo de su anécdota avanza con un ritmo tal vez más propicio a la literatura que al cine, sin mayores profundidades, y eso deriva en un product epidérmico que no emociona pero al menos deja pensando.

Adaptada de una novela de gran éxito en los Estados Unidos, esta historia reconstruye la existencia de cuatro integrantes de una familia aparentemente perfecta, aunque en realidad se encuentra al borde mismo de su desintegración.

El padre (Richard Gere) es profesor de Teología hebrea en Berkeley, pero en su propio hogar resulta más expresivo cocinando que hablando. Admite no haber avanzado más allá del conocimiento intelectual y se muestra obsesivo en imponer a sus hijos una búsqueda de virtuosismo.

Su esposa Miriam (Juliette Binoche) parece muy reconcentrada en sí misma, hasta el punto de parecer ausente y el desarrollo de la película develará el porqué.

De los dos hijos del matrimonio, el mayor es un adolescente que encuentra en la experiencia con una religión diferente una forma de canalizar su rebeldía. Por su parte, la hija menor, Eliza, una niña en el umbral de la pubertad interpretada por Flora Cross, pareciera ser invisible ante el resto de su familia, hasta que gana un concurso de deletreo. Esta singular habilidad hace reconcentrar sobre ella la atención de sus padres y su hermano, quienes estarán pendientes de los sucesivos concursos donde se destaca como ganadora. De esta forma, Eliza siente que su habilidad le acerca la atención y el afecto familiar.

Pero la niña va por más y, a partir de su singular destreza, llegará a una instancia superior y subjetiva en donde las palabras ya no serán signos o formas sino creadoras de realidad. Por ahí anda el sentido de la película, tematizando las ideas de carencias y necesidades que no alcanza a cubrir la vida cotidiana. Señala que algo roto puede reconstruirse a partir de fragmentos, una acción sanadora que los tibetanos llaman "Tikum Olam".
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Adela Hache
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7
31 de mayo de 2015
7 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que en 2006 irrumpió en el cine nacional con su ópera prima, la sorprendente “Cara de Queso”, las comedias de Ariel Winograd son portadoras de bienvenidas renovaciones que se despegan del costumbrismo anterior para aggiornarse y complementarse con otros códigos cinematográficos. En “Sin Hijos” demuestra que el cine familiar goza de buena salud, aun en situaciones diferentes y se mueve con solvencia en territorios de la comedia, con vida propia pero sin temor a muchas similitudes con exponentes del cine clásico estadounidense.
Diego Peretti interpreta a Gabriel, dueño de una casa de música heredada y estudiante de arquitectura nunca recibido. Es padre divorciado desde hace cuatro años y ha bajado la persiana a la renovación de su vida afectiva, refugiándose en el trabajo y en el cuidado de su hija Sofía, de nueve años (Guadalupe Manent), una pequeña tirana, que lo maneja como quiere. La niña es a tal punto el centro de su vida, que es también su único tema de conversación. Así, cuando algún amigo intenta presentarle una eventual nueva pareja se vuelve monotemático y provoca el rápido desinterés de la posible candidata que encuentra el lugar afectivo ocupado. Este padre solitario, al que nada parece motivar más allá de su vínculo filial, sacudirá la rutina programada de sus días con la aparición de Vicky, una amiga de la adolescencia, viajera, hermosa e independiente. El reencuentro esta vez se presenta propicio y la afinidad entre ambos ideal, salvo que esta mujer no quiere saber nada con niños, ni propios ni ajenos. Entonces, para que ella lo acepte, Gabriel decide mentir sobra la existencia de la pequeña Sofía. Algo que desatará todos los enredos que dan pie a varias escenas cargadas de comicidad. También, al desarrollo del subtema de “ocultar lo que más se ama”, otra constante de esta historia amparada en la comedia. Como en la canción de Sabina, las mentiras piadosas funcionan.

Apuntando a lo seguro, con un tono personal cada vez más neutro, Winograd encamina su cine al espectáculo de entretenimiento y se queda más que nunca en la superficie de los temas que trata. Pero se mueve con profesionalismo; sabe manejar la risa y los sentimientos. “Sin Hijos” es una de esas películas que en apariencia no se aleja demasiado de otras comedias locales que apuntan a un público familiar con temas similares (como el de las familias ensambladas, los conflictos de hijos con padres divorciados, los adultos que se vuelven a enamorar, etcétera), pero no cae en la misma bolsa. Y mucho se debe a la puesta en escena y a la capacidad del director para rodearse de un elenco efectivo, donde Peretti demuestra una vez más estar a la altura de las circunstancias y la española Maribel Verdú sale airosa con el rol de Vicky, que le implica el desafío de componer un personaje en principio antipático pero sin embargo seductor y finalmente querible. En el elenco secundario, sobresalen Martín Piroyansky y Horacio Fontova, quienes comparten un puñado de escenas muy divertidas. Pero la mención especial es para la niña Guadalupe Manent, quien interpreta a Sofia, la gran revelación actoral de la película.
No hay en la trama un camino verosímil que permita entender cómo los distintos personajes llegaron a donde están. Los conflictos se resuelven a las apuradas, arbitrariamente, sin un sustento narrativo y el crecimiento que debería hacer Gabriel como padre, pareja, hijo y hermano. Más allá de esto y sin ser una comedia arriesgada, Winograd (también realizador de “Mi primera boda” (2011) y “Vino para robar” ( 2013) construye, con menos pretensiones que en su filmografía anterior, un entretenimiento sumamente disfrutable, prolijo y funcional, con protagonistas sólidos, buenos secundarios, diálogos y remates como para no envidiar a una sitcom made in Hollywood. No es su mejor película pero le alcanza para aportar un hito a la poco prolífica historia local de la comedia romántica, donde supera los tradicionales arquetipos refractarios a la renovación.
Adela Hache
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Oro nazi en Argentina
Documental
Argentina2004
6,1
133
Documental
7
19 de febrero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más allá de que todos alguna vez escuchamos hablar sobre la llegada de oro nazi a nuestro país, el tema no pasó de la mitología de charlas de café hasta que, en tiempos más recientes, estos hechos fueron abordados desde investigaciones más rigurosas, que produjeron publicaciones de interés internacional.
Precisamente, el cineasta argentino Rolo Pereyra, fallecido meses antes del estreno de su obra, se basa para la realización de su documental, en dos libros del periodista Jorge Camarasa, ‘Los nazis en la Argentina‘ y ‘Odessa al sur‘.

El film sigue los movimientos de esa oscura fortuna, paralela al arribo a la Argentina, al desmoronarse el Tercer Reich, de importantes criminales de guerra como Adolf Eichmann, Josef Menguele y Erich Priebke, entre otros.
La simpatía de Perón por el régimen nazi es un secreto a voces que el filme retoma, aunque también se encarga de establecer que el vínculo entre el lavado de dinero y las autoridades argentinas sobrepasó el ámbito del gobierno y el mismo período histórico, denunciando la necesaria participación de bancos suizos y del Estado Vaticano para que ese traslado fuera posible.

Las imágenes nos llevan de la Patagonia hasta el Buenos Aires de los años cuarenta, cuando ya se perfila en toda su fuerza el surgimiento del movimiento popular que impulsó al entonces joven coronel Perón. En estos años previos a la Segunda Guerra Mundial, ya se respiraba un sentimiento predominantemente antisemita y se realizaban fuertes transferencias de dinero para propaganda y espionaje.

El documental tiene convincente rigor en su reconstrucción y le suma un ritmo de intriga policial. Fue rodado en Argentina, Suiza, España, Alemania e Italia, ya que en la pista del dinero ciudades como Roma, Madrid, Ginebra y Zurich fueron claves. Allí se recogen testimonios inéditos y se muestran lugares protagonistas. Con una poderosa producción, evidente en las ficcionalizaciones que exigen reconstrucción de época, Oro nazi... es un documental ágil que privilegia sobremanera el ritmo, al mezclar entrevistas con episodios reconstruidos y un narrador en off, lo que aporta un ritmo de intriga policial y espionaje.
Además de los trabajos del periodista Camarasa, quien figura como coguionista y entrevistado y al que vemos en numerosas tomas in situ, junto con un equipo de colaboradores entre documentos visiblemente deteriorados, el documental se nutre de los trabajos ‘Perón y los alemanes‘, de Uki Goñi, y ‘Negocios son negocios‘, de Daniel Muchnick, que brindan su testimonio en el film, junto a otros prestigiosos investigadores como Jean Ziegler, Rogelio García Lupo, Juan Gasparini y Beatriz Gurevich, entre otros.

Amplia en su investigación e inteligente en la presentación de la trama política que rodeó aquellas oscuras maniobras, podría decirse que esta obra pone énfasis en la falta de memoria que como país nos caracteriza y que se evidencia en el descuido de muchas fuentes de archivo. ‘Somos un país saqueado, también en la memoria‘, se reflexiona al respecto.
La película sugiere que muchas conexiones van más allá del período histórico determinado, quedando claro que el poder del dinero no tiene ideologías ni exclusividad con un solo gobierno.
En síntesis, se trata de una mirada desmitificadora de un período y de personajes de la historia argentina, donde no todo lo que brilla es oro, y si brilla, es nonc santo.
Adela Hache
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