Fabricada por Ivan Reitman, conocido por haber perpetrado varias de las peores comedias americanas (Los Incorregibles Albóndigas, Los Gemelos golpean dos veces, Junior, etc), ésta es una película horrenda en la que sólo podría salvarse la presencia de la talentosa Julianne Moore, porque todo lo demás desprende tal tufillo de historia infantiloide y absurda que a veces dan ganas de que los extraterrestres invadan realmente la tierra para ver si aportan algo de verdadera inteligencia. Ah, y sin hacer leña del descarado hecho de publicitar un champú, ni de otro patético intento de David Duchovny de pasar a la gran pantalla, esta vez con un remedo cutre de su personaje televisivo.

Sólo he visto esta cosa atraído por alguna crítica que decía que era mucho más potable de lo que parecía; la verdad es que para mí esa potabilidad seguirá siendo presunta, porque me ha resultado igual de mala que los cientos de basuras semejantes perpetradas por esos creadores americanos que parecen tener un saco sin fondo de ideas para desarrollar pelis de adolescentes de mentalidad abotargada. Pero estas ideas no son geniales, sino genitales, dada la obsesión por mostrar la ofuscación erótica que parece epidémica de los mozuelos estadounidenses.
Realmente a veces pienso que sería posible hacer una peli decente con estos mimbres, pero las evidencias vuelven a darme una y otra vez capirotazos en la cara; aquí el argumento es más o menos el siguiente: el típico trío de pedorrillos preuniversitarios decide que ya es hora de estrenarse sexualmente, para lo que se les ocurre una originalidad sin parangón: ir a una fiesta a emborrachar a las chicas a ver si alguna es tan mema que se deja hacer. Evidentemente, todo les va saliendo mal, y se meten en una especie de Jo qué noche (con perdón a la excelente After Hours de Scorsese), para rematar con una dosis de moralina tremebunda, exaltando la amistad, el respeto a las mujeres y demás. Vamos, todo de una novedad que espanta.
Tampoco ayuda demasiado el hecho de que el trío protagonista sea tan absolutamente desagradable, empezando por el personaje interpretado por Michael Cera (al que le perdonaremos porque en el mismo año ha hecho lo que sí que es una comedia adolescente brillante, Juno), siguiendo por su amiguito Seth (Jonah Hill, improbable adolescente cuando ya ha superado el cuarto de siglo) y finiquitado por el intragable Fogell, cuyo personaje, y sus andanzas con ese par de policías oligofrénicos, entra más bien dentro de una pseudo road movie inclasificable.