Sidney Lumet es uno de los directores más preocupados en mostrarnos la corrupción policial americana. Desde Sérpico, Distrito 34 o La noche cae sobre Manhattan, la corrupción ha sido una constante en su filmografía. El príncipe de la ciudad es, después de Sérpico, la que mejor refleja el ambiente policial corrupto americano.

Esta estimable obra cuenta con un elaborado guión, recompensado con una nominación al Oscar, y un gran trabajo de unos actores que, aunque desconocidos, realizan unas interpretaciones eficientes.

El protagonista, un magnífico Treat Williams, interpreta a un policía corrupto cuyos problemas de conciencia y remordimientos le obligan a tomar la decisión de declarar ante una comisión que investiga la corrupción en el departamento de policía de Nueva York. Acaba convenciéndose de que su comportamiento no difiere mucho del de los delincuentes a los que persigue. Aunque hace un trato con el fiscal para no delatar a sus compañeros, que para él son como su familia, los acontecimientos se irán precipitando hacia un callejón sin salida en el que tanto él como sus amigos corren el riesgo de ser encarcelados.

Durante todo el proceso de colaboración, el protagonista se irá quedando cada vez más solo, amenazado por la mafia y sus amigos, cambiando de domicilio y con protección policial constante. Su familia está en peligro, nadie se fía de él y la justicia le reclama el pago de sus delitos aunque colabore con ella.

Esta película, aunque no tuviera mucha repercusión en su momento, ha servido de inspiración a otras que tratan temas parecidos, como American Gangster o la premiadísima serie The wire. El único pero que le pongo es su excesiva duración. Por lo demás la trama se sigue con interés de principio a fin.

Ganadora del Oscar en la edición de 1989, Paseando a Miss Daisy es una hermosa película sobre la amistad. Una difícil amistad entre una antipática anciana judía y su humilde chófer negro. Tanto Morgan Freeman como Jessica Tandy están perfectos en sus respectivos papeles y fueron nominados al oscar aunque finalmente sólo ella se lo llevaría.

Después de sufrir un accidente con el coche, el hijo de Miss Daisy, interpretado por un orondo Dan Aykroyd, decide contratar un chófer para su madre con el fin de evitar más percances. Aunque el carácter difícil de la anciana, que se niega a aceptar ayuda, no pone las cosas fáciles, poco a poco a lo largo de los años, ambos personajes irán labrando una hermosa amistad. Su relación va mejorando a medida que América se transforma convirtiéndose en un país más civilizado y moderno.

Daisy Werthan es una mujer con un carácter difícil pero en el fondo no es mala persona. Y Morgan Freeman es un buen hombre con una paciencia infinita que acaba doblegando, con su amabilidad, la antipatía de la anciana. Una persona amargada y con mal carácter, incapaz de disfrutar de su dinero y ser feliz. Sin embargo, la encantadora personalidad de su chófer le hará cambiar.

Por último destacar la estupenda banda sonora de Hans Zimmer y el oscarizado maquillaje que consigue hacer creíble la transformación de los personajes con el paso del tiempo.

A pesar de contar con la presencia del maestro de las artes marciales Shô Kosugi, la película es mala con avaricia. Es tan cutre que se rodó sin presupuesto y por aficionados. El director Eric Karson responsable de algunas de las peores películas del cine como Duelo final con Chuck Norris, se supera así mismo con este bodriete de retrete. Qué dura es la vida de un actor cuando quiere triunfar como Jean Claude Van Damme que tuvo que coprotagonizar este engendro para sobrevivir.

Interesantísimo film policíaco que denuncia los subterfugios de los que hacen uso los delincuentes para burlar la ley y salir impunes. Así mismo se plantea el dilema moral al que se enfrentan los jueces al tener que soltar a delincuentes cuya culpabilidad está demostrada pero las pruebas que se consiguieron para enjuiciarles técnicamente no son válidas.

Por encima de películas que tratan el mismo tema pero de manera más superficial, Los jueces de la ley es un film serio y bien escrito sobre las consecuencias de las lagunas de la ley a la hora de interpretar la literalidad de las leyes. La película está muy bien hecha con una gran fotografía, aunque el final resulte un tanto decepcionante debido a las expectativas creadas.

Me dijeron que estaba muy bien y que merecía la pena verla pero me ha parecido lamentable.

Apena ver a Brad Pitt protagonizar esta pobre imitación del cine de Guy Richie, en una historia rocambolesca e increíble que no hay por donde cogerla. Un disparate sin gracia más allá de las caras de un Pitt sesentón haciendo el tonto y el ridículo más de la cuenta.

Es una de esas tramas retorcidas que da tantas vueltas sobre sí misma que termina mareándote sin importarte un comino lo que les pase a sus personajes. Decepción absoluta.

En el reparto figuran los cameos de Sandra Bullock y el de Ryan Reynolds sin acreditar, así como la presencia del grimoso Bad Bunny.