Agradable comedia con niños, que en este caso son mucho menos inocentes de lo que suelen ser, con un B.B. Thornton que sabe sacar, como siempre, cualquier papel adelante y más allá. Sorprendente que la temida carga de moralína final sea completamente diferente a la de otras producciones similares. Muy recomendable para pasar un buen rato que se hace corto.

La prota trabaja con una amiga de la escuela. Ésta le presenta a su nuevo novio. La prota recibe anónimos que dicen casate conmigo. Uno del cole, recuerdan, era un chalao que mató a su familia. La prota manda a otra amiga a que investigue al tronao. 44 minutos para contar esta miseria, y para que comience a pasar algo que nos de fuerzas para mantener los ojos abiertos. El resto, un disparate tras otro mal filmados y con unos efectos penosísimos, de un aburrimiento colosal, hasta llegar a uno de los finales más imbéciles -y más deseados de su llegada- de la historia del cine nipón.
Interpretaciones grotescas, horrible manejo de la cámara y de los efectos sonoros, y uno de los argumentos más subnormales que haya visto, unido a un guión vomitado, dan una mierda de tales dimensiones, tan grandiosamente enorme, que solo se me ocurre un título para esto.

Amable comedia que narra las vicisitudes de los lugareños de un pueblito, en el que está la antena que transmitirá para todo el mundo la llegada del hombre a la Luna.
Buena ambientación, actuaciones muy correctas y una magnífica fotografía.
A destacar la particular versión del himno americano con la que agasajan al embajador de los states.

Pese a que algunos efectos especiales ahora ya no causen efecto, ni se vean especiales, las coreografias son igual de notables que las actuales (o mejores).
La historia romántica que se nos entrelaza con la acción es particularmente bella, con algunos momentos de gran ternura, y las luchas son bastante originales (muy en particular una de ellas). Recomendable para pasar un muy buen rato, que se hace muy, muy corto.

Interesante bodrio al que cuesta definir: uno no sabe si acaba de ver una de ciencia ficción horrorosa o la película precursora del cine de parodias. Pero las risas que involuntariamente arranca este esperpento la hacen del todo recomendable: esa cripta diminuta de la que sale una a una una multitud de personas, y que me recordó el pequeño coche del circo del que salían tropecientos payasos; la expresión de Vampira al acercarse amenazante a la cámara que consiguió que me atragantase de tanto reír; el absurdo diálogo del soldado y el oficial que consigue disecarte las neuronas a base de intentar comprenderlo...
No es, desde luego, la peor película de la historia del cine, por el mero hecho de que ni siquiera debe ser considerada una película. Para eso, ya están otras obras pretenciosas que algunos intentan vendernos como innovadoras, arriesgadas o intimistas y no dejan de ser tochos inaguantables. Al menos, con ésta te ríes.
Por cierto: la de la novia del monstruo es aún peor.