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Israel Israel · Jerusalem
Críticas de Ehavled Jef
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Críticas 103
Críticas ordenadas por utilidad
7
4 de agosto de 2011
24 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
El San Luis era un crucero de lujo destinado a los viajes transatlánticos desde Alemania y que cubría la línea Hamburgo-América. En 1939 su capitán era Gustav Schroeder.

El San Luis fue un barco crucero alemán a bordo del cual 963 judíos alemanes dejaron la Alemania nazi en el mes de mayo de 1939 con destino a La Habana, Cuba, esperando escapar del destino de los campos de concentración.

En Alemania, desde 1938 en que se había llevado a cabo la conocida "Noche de los cristales rotos", numerosos judíos estaban siendo ya perseguidos indiscriminadamente y encima las autoridades alemanas dificultaban cada vez más que los judíos salieran del país.

En este contexto, año 1939, las autoridades alemanas permitieron embarcar en el San Luis a judíos de fortuna que habían renunciado a todos sus bienes y a todo cuanto tenían en Alemania para poder escapar de aquella sociedad que se había vuelto infernalmente antijudía. Así los nazis aprovechaban este viaje como propaganda, a fin de mostrar al mundo que los judíos alemanes eran libres de ir donde quisieran. A bordo del baco viajaban también espías que trabajaban para la Abwehr o servicio de inteligencia alemán, encargados de reunir información una vez en La Habana concerniente al estado del ejército norteamericano.

Todo esto y más es lo que cuenta este filme en el que intervienen famosísimos actores de diversos países, entre los cuales cabe destacar a Fernando Rey en el papel de Presidente de Cuba en 1939, una actuación de apenas dos minutos pero genial.

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Ehavled Jef
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7
27 de marzo de 2010
37 de 52 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta reflexión acerca del sencillo pero portentoso poder de leer, el cual como todas las grandes maravillas baratas y alcance de cualquiera se suele menospreciar, la hacen el protagonista bueno y el protagonista malo, dos hombres que han pasado ya de los 50 años y son excepcionalmente amantes y aficionados a la lectura de libros:

«—¿Tú lees— pregunta el malo.
—Todos los días— contesta el bueno.
—Muy bien, mejor para ti. Yo también. Es curioso, a nuestra edad la gente como tú y yo somos el futuro—.»

El libro del personaje Eli, no es ni más ni menos que la vieja y famosa colección de libros judeocristianos llamada "LA BIBLIA".

En este caso, en un escenario apocalíptico de nuestra Tierra, donde tras una catástrofe la civilización ha sido exterminada, los sobrevivientes han quedado en gran parte ciegos, otros conservan todas sus facultades, pero hay carencia de agua potable, de alimentos y sobre todo de orden social. En este escenario, un profeta de nombre Eli, que oyó una voz en su interior ordenándole salvaguardar el único ejemplar de la Biblia que ha quedado sin arder y llevarlo hasta el Oeste, se las tiene que ver con un líder malvado que también quiere hacerse con esa Biblia para usarla en el sentido negativo de enajenar, infantilizar y esclavizar a la gente con el poder de lo sagrado.

Como es bien sabido, la Biblia ha sido fuente de inspiración para santos, para poetas, para visionarios, para espiritistas, para sabios, para guerreros, para fanáticos y hasta para los exterminadores de millones de personas que encuentran versículos en sus páginas con los que compaginar sus salvajadas. Esto suele pasar con un mineral, con un hacha, con una computadora, con un alimento, con un concepto, con un sentido, con un avión y por supuesto también con un libro aunque sea un gran libro religioso como LA BIBLIA. Es decir que, todo lo habido y por haber, puede ser usado con las mejores intenciones o con las peores, independientemente de que su condición natural o fundacional sea noble, buena o bienaventurada.

En definitiva, la religión y en este caso uno de sus manuales más representativos a escala mundial, LA BIBLIA, que muchas veces son analizados en nuestro mundo contemporáneo como generadores de enemistades y guerras, en esta historia se les concede la gracia de ser vistas en su sentido más importante y trascendente: como génesis, marco y vehículos de salvación y esperanza. ¡Gracias y Amén!

Fej Delvahe
Ehavled Jef
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8
18 de julio de 2009
34 de 46 usuarios han encontrado esta crítica útil
En blanco y negro. Género dramático pero también religioso (cristiano).

No se trata de un filme tan atractivo y cautivador en el mejor sentido de la palabra como el posterior realizado por Dreyer en 1955, "Ordet", sino todo lo contrario, aquí aunque también enfoca el quid de la cuestión religiosa sobre personajes cristianos, la historia resulta terrorífica, resaltándose la hipocresía y la cobardía inquisidora que suele caracterizar a buena parte de los integrantes del cristianismo, en este caso concreto de una iglesia luterana en la Dinamarca del siglo XVII.

Dies Irae ("Día de la ira") hace alusión a un himno latino del siglo XIII atribuido al franciscano Tomás de Celano (1200-1260), amigo y biógrafo de San Francisco de Asís. Se considera, si no el mejor uno de los mejores poemas realizados en latín medieval. Describe el día del juicio final, con la trompeta llamando a los muertos ante el trono divino, donde los justos o perdonados se salvarán y los malvados o condenados serán arrojados a las llamas eternas. El poema dice más o menos esto:

"La trompeta, esparciendo un sonido admirable
por los sepulcros de todos los reinos
reunirá a todos los hombres ante el trono divino.
(...).
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí?
¿A qué protector rogaré
cuando ni los justos estén seguros?
(...).
Acuérdate, piadoso Jesús
de que soy la causa de tu calvario;
no me pierdas en este día.
(...).
Perdona, señor, a este suplicante.
(...)
Mis plegarias no son dignas,
pero tú, al ser bueno, actúa con bondad
para que no arda en el fuego eterno.
Colócame entre tu rebaño
y sepárame de los machos cabríos
situándome a tu derecha.
(...).
Te lo ruego, suplicante y de rodillas,
el corazón acongojado, casi hecho cenizas:
hazte cargo de mi destino.
(...).
Amén.

El argumento de esta película nos muestra por una parte al sacerdote luterano (Thorkild Roose), cobarde, capaz de ocultar la verdad y por tanto de firmar la condena a la hoguera de una pobre anciana aficionada a las hierbas y medicina alternativa, a quien acusan de bruja. Por otra lado hay un duo de personajes: la segunda mujer de Absalón, una joven llamada Anne (Lisbeth Movin), con la que se casó al quedar viudo a pesar de que la dobla o triplica en edad y Martin (Preben Lendorff-Rye), el hijo de la primera esposa; ambos jóvenes en cuanto se ven por primera vez se enamoran y tienen amores a escondidas de todos. Y en cuarto lugar, la madre del tal pastor Absalón (Sigrid Neilendam), una vieja muy severa, intolerante y vengativa, que odia a su nuera Anne. Entre estos cuatro personajes fluye la narración, con una trama dramática donde brilla la crítica fortísima a la religión cristiana: sobre todo en cuanto a hipocresía, inmisericordia, persecusión, tortura, crímenes y maldad contra inocentes, que en nombre de Dios los cristianos han evidenciado muchas veces a través de sus dos mil años de historia.
Ehavled Jef
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10
3 de mayo de 2010
25 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Oscar Wilde (1854 -1900), el autor que escribió la novela "El retrato de Dorian Gray" (1890) fue una persona muy ingeniosa, con un gran don para componer máximas y aforismo bastante filosóficos y profundos. En el presente filme los diálogos recogen una gran variedad de su talento en ese sentido. Por ejemplo:

+ Sufrimos por los dones de los dioses y temo que Dorian Gray tenga que pagar por su belleza.

+ Me gustan las personas más que los principios, y las personas sin principios más que nada en el mundo.

+ Si somos felices somos buenos, pero el que es bueno no siempre es feliz.

+ Para conocerte tendría que verte el alma, pero sólo Dios puede hacerlo.


Y concretamente, hablando de alma, podemos decir que "El retrato de Dorian Gray" es una novela sobre un hombre que vende su alma a la Influencia oscura, invisible y negativa (que quizás nos rodee a la par con la lúcida, invisible y positiva), a cambio de gozar aquí y ahora de ese gran poder que es atraer, fascinar, encantar a los otros seres humanos. ¡Nos sentimos tan bien cuando atraemos, cuando fascinamos, cuando encantamos a los demás, que puede que no haya un goce mayor que ése! Ahora bien, cuando el caballero Dorian Gray desprecia su alma (la vende) por darle absoluta prioridad o preferencia a su cuerpo, es un joven todavía sin madurar, sin la suficiente racionalidad que se adquiere con el vivir, las adversidades y el ir envejeciendo; por lo cual él piensa aún muy superficialmente, a ras de piel, que el máximo poder de atraer, fascinar, encantar lo tiene la juventud, el hecho de ser físicamente joven —aquí juventud equivale además a belleza—.

Se llevará un chasco, dado que conllevamos un saber profundo de seres trascendentes, que nos dice que el alma es más relevante que el cuerpo, que hay que cuidarla con esmero pues quizás sea anterior y posterior al cuerpo, de modo que cuando éste cumple su rápido ciclo de nacer, crecer y ponerse esplendoroso, pronto el organismo se decanta por el deterioro, un día sin más deja de funcionar y perece. Así pues, para alguien que tenga nociones de metafísica o simplemente fe religiosa, el alma merece una mayor prioridad que el cuerpo.

Claro está, siempre y cuando uno no piense que el alma está en el cerebro sin más. Y si se piensa tal cosa, al menos no cerrarse a la posibilidad —como le he dicho en más de una ocasión a Eduardo Punset y su entorno cientifista— que también cabe la realidad de que el cerebro esté en el alma y que dicha realidad preceda a la de "el alma está en el cerebro".

Sin duda que todas estas reflexiones y otras muchas, emergen leyendo o viendo esta profundísima obra de Oscar Wilde.

Para mí, la película que nos ocupa, dirigida por Albert Lewin, en blanco y negro con determinador toques de color para resaltar el quid de la cuestión, es merecedora del calificativo: ¡Excelente! Ninguna otra versión posterior, hasta la fecha, la ha superado.
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Ehavled Jef
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7
31 de marzo de 2010
24 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película del género religioso-cristiano, en concreto sobre el "cristianismo" mormónico, a pesar de que es un producto netamente propagandístico y proselitista de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (*).

Nos cuenta la historia de un joven mormón norteamericano (como ésos que solemos ver en pareja en cualquier ciudad, vestidos siempre con su camisa blanca, su corbata y pantalones negros, evangelizando y dirigiéndose a la gente con mucho respeto y amabilidad), que decide irse por unos años de misionero de su iglesia a algún país extranjero. La historia transcurre a mediados del pasado siglo XX. Lo envían a las Islas Tonga, cercanas a las Islas Fiji, en concreto a una isla pequeña llamada Niatoputapu. Allí, con el apoyo de un joven mormón nativo, se pasará algo más de dos años predicando, soportando a los mosquitos, inculturizándose en el lugar, creando vínculos fraternos que le harán ser muy apreciado por los lugareños, construyendo una comunidad de mormones y valiosas relaciones humanas, porque según sus creencias hay una conexión entre la Tierra y el Cielo que en este mundo hay que tratar de captar o sintonizar como uno de los propósitos más trascendentes.

En la isla de Niatoputapu le ocurrirán las más variadas anécdotas desde su llegada. Encontrará oposición, amigos, problemas, risas, llantos, accidentes, incluso una familia que le ofrece a su hija muchacha para que copule con ella.

La verdad es que la película no resulta gran cosa, pero es soportable; además está rodada en exteriores tropicales de gran belleza y encima no contagia nada malo a los espectadores. Aunque no comulguemos con el sectarismo de los mormones, la película ayuda a comprender un poco a estos jóvenes misioneros surgidos del Imperio USA, que se trasladan en plan predicador a los sitios más remotos del mundo, marchando casi siempre en pareja de varones, con idéntica indumentaria y comportamiento educado y disciplinado.

En líneas superficiales, el filme ayuda a conocer de cerca qué tipo de personas suelen ser estos misioneros; sobre su valor y sacrificio en pro de llevar su particular biblia (el Libro del Mormón) al mayor número de rincones de la Tierra; el modo en que llegan a un país exótico y pobre; las penalidades que pasan en nombre de su fe y convicciones. Lo cierto es que hoy por hoy, esta clase de atrevidos predicadores, son de los que más se parecen en su dinamismo viajero y afán predicador de vanguardia, cuerpo a cuerpo, al Apóstol Saulo o Pablo de Tarso, aquél que en el siglo I de nuestra era inició la gran misión de extender el cristianismo por el mundo.

Fej Delvahe
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Ehavled Jef
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