Haz click aquí para copiar la URL
España España · Madrid
Críticas de GVD
<< 1 7 8 9 10 19 >>
Críticas 91
Críticas ordenadas por utilidad
7
26 de enero de 2008
67 de 80 usuarios han encontrado esta crítica útil
Según el relato bíblico, un niño llamado David se enfrentó al gigantesco Goliat en el valle de Elah. David pudo vencerle lanzándole una piedra con una honda a la cabeza, la cual le abrió el cráneo y el gigante cayó muerto. Fue la victoria del débil contra el fuerte. De la hormiga contra el hombre. Del hombre contra todos los hombres. Lástima que sólo sea una leyenda y que en la vida real Goliat siempre aplaste a David.

Paul Haggis monta esta magnífica película sobre ese valle del terror en el que acompañamos a un espléndido Tommy Lee Jones a un desolador y perturbador viaje hacia el mismo corazón de las tinieblas. Y para transmitirnos ese horror Haggis no utiliza explosiones, sangre, vísceras, y apenas nos muestra unas imágenes distorsionadas de Irak. El tío es tan bueno que no lo necesita. Sólo con grabar a esas supuestas víctimas colaterales, que no son sino igual de víctimas que los que mueren en ese valle, nos hace copartícipes de ese dolor insoportable que es la pérdida de un ser querido.

La narración, agradecidamente de corte clásico, avanza sin prisas pero sin pausas. Mientras que poco a poco el film va descubriendo la demoledora fuerza de su discurso, el ritmo se mantiene igual de pausado que al principio. Así pues, Haggis nos cuenta cómo la guerra no se queda sólo en la guerra, sino que su devastación se hace un hueco en aquéllos que la hayan sobrevivido, acompañándolos allá donde vayan.

El enfrentamiento con la muerte, con la desolación, con ese ambiente de opresiva violencia que se vive en la guerra, no es extraño que vuelva a aflorar con la mayor naturalidad una vez que todo ese horror supuestamente se haya dejado allí. Y eso da mucho miedo. Que la violencia sólo engendra violencia es algo que ya sabíamos, pero cuando alguien nos lo cuenta de forma tan rotunda y magistral como lo hace esta portentosa “En el valle de Elah”, hacen que ese mensaje lata con más fuerza que nunca. Espléndida.
GVD
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
2 de enero de 2008
58 de 62 usuarios han encontrado esta crítica útil
Viendo "El estrangulador de Boston" no puedo evitar que me venga a la memoria aquella magnífica "M, el vampiro de Düsseldorf" del gran Fritz Lang. Ambas relatan el terror que puede provocar en la sociedad un asesino. Para mí, las dos tienen dos partes claramente diferenciadas.

La primera parte abarca el proceso de busca y captura del asesino, así como los asesinatos. En "El estrangulador de Boston" se cuenta como si de una crónica policial o periodística se tratase, rayana en el documental. En esta parte desfilan interrogaciones, falsos culpables, sospechas, etc. Se sigue con interés y sin desmayo, pero en ningún momento siento miedo o suspense, ni me es transmitida la opresión que sufre la ciudad; sensaciones todas que sí me las provocaba "M".

Pero, ahora bien, cuando un inconmensurable y sobrecogedor Tony Curtis abre la segunda parte, comienza el gran cine. La aversión que me provocaba el asesino en la primera parte se torna en comprensión y lástima en la segunda, puesto que muestra a un hombre aparentemente normal, con su curro y familia, al que le ha tocado una devastadora y macabra lotería: la de la psicopatía con trastorno de personalidad.

Si en "Psicosis" Hitchcock empleó esa enfermedad para construir un film de terror, aquí, sin embargo, se utiliza un film de intriga para llevar a cabo un estudio de la enfermedad. Para llevar a cabo este escalofriante análisis, Tony Curtis nos da pie para que vislumbremos el monstruo que su personaje lleva en su interior. El marco de esa deshumanizada celda de manicomio , es para mí simbólica: es la de su propia mente, que impide cualquier acercamiento al tormento en el que está atrapado. Brutal, escalofriante y terrible.

En su conjunto, la película es irregular, pero la parte final posee una fuerza y un terror tales que suple casi todos sus defectos. Incluso, para mí, comparándola con “M”, deja el retrato del asesino de esta última en pañales, sólo aguantando el tipo el gran Peter Lorre. Muy buena.
GVD
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
4
7 de marzo de 2008
184 de 315 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si no fuera porque la duración es algo mayor que lo habitual y porque viene avalada por la crítica internacional, cualquiera diría que éste es el nuevo anuncio de la campaña del Ministerio de Sanidad y Consumo contra la drogadicción. Porque es igual de simple y evidente que éstos, sólo que con un apartado técnico resultón.

Si hay alguna trama escondida debajo de la montaña de planos a la velocidad de la luz, o de los efectos sonoros de jaqueca, yo no he conseguido desentrañarla o, al menos, interesarme lo más mínimo por ella. No hay personajes, éstos no son más que marionetas esclavas de las pretensiones del autor, el cual las somete a sobredosis de efectismos de pacotilla. Pero atención a la descripción de los personajes: una ensoñación en un puerto, un recuerdo de la infancia y la aspiración de un trabajo como diseñadora de moda, y con esto ya tienes perfilados al terceto joven de la película. Toma pedazo de descripción.

Sólo hay un personaje que logra resultar humano y creíble en este videoclip epiléptico, y es el que corre a cargo de esa inmensa actriz que es Ellen Burstyn. En la escena en la que está hablando con su hijo, la cámara se detiene (¡por fin!) en el rostro de la actriz y, sólo con su interpretación, ésta logra transmitirme la angustia, la soledad y la desesperación que durante hora y media interminable pretende conseguir, pero en vano, el plasta de Aronofsky. Pero, por supuesto, ese oasis de buen cine, es rápido enterrado por la inútil y mareante envoltura técnica.

Noto que en todo momento se busca el estremeciento, la angustia y el miedo ante lo que se nos está contando, pero yo sólo consigo marearme, y si no me duermo es por los rimbombantes efectos de las narices, que se preocupan por evitar que cierre los ojos ante el desarmante despliegue de golpes de efecto. Aquí la única angustia es la de mi cabeza obsequiándome con una resaca notable como reacción al castigo al que la he sometido. En definitiva: humo.
GVD
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
9 de julio de 2008
69 de 86 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre ruinas de edificios hay un niño con la mirada perdida vagabundeando. Es una imagen desoladora y terrible, de una simpleza contundente y una complejidad aplastante.

Rossellini primero la pule, la despoja de todo artificio que no sea el estrictamente necesario para conservar su esencia trágica, que es lo único que interesa a Rossellini.

Después le da forma con actores no profesionales e intentando proporcionarle una historia con argumento, nudo y desenlace, pero la imagen no se amolda a una estructura convencional y no logra mantener un ritmo adecuado a ésta, siendo la desolación la única que pone las condiciones de aparecer o no cuando le venga en gana.

Y por último, la afila con el eco de la voz del hombre que convirtió los edificios en ruinas, resonando en éstas ahora; con hombres que cuando envejecen dejan de ser hombres y se convierten en despojos; pero, sobre todo, la afila mostrándonos que las ruinas no son más que la representación de lo que hay en el interior de ese niño: destrucción y caos.

Una vez terminada, Rossellini tiene en sus manos una piedra puntiaguda que nos arroja con una fuerza arrolladora. El que no sangre tiene horchata en las venas.
GVD
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
9 de junio de 2008
67 de 82 usuarios han encontrado esta crítica útil
El teatro sobrevuela constantemente por esta película. La película se intenta localizar en la antigua Roma, nos pretenden vender sus calles, sus templos, sus senados, sus campos, sus campamentos, etc. Pero su envoltorio se queda en eso, en intento. No estamos en la antigua Roma, sino en decorados, y se nota en cada momento. Pero ahora bien, un tal Shakespeare utilizó decorados teatrales para diseccionarnos inmejorablemente al ser humano, y lo que hace Mankiewicz en esta película es recuperar su labor.

Mankiewicz adapta otra historia de este genio sobre el poder, pero esta vez no vemos cómo un hombre puede ser destruido por éste, sino cómo se puede emplear a las masas para obtenerlo. Sin embargo, sólo se utiliza parte de su metraje para contar esto, en concreto hacia la mitad. Antes y después sólo vemos los clásicos discursos de Shakespeare para mostrarnos cómo se carcomen sus personajes, pero esto es eclipsado por los dos discursos que nos muestra Mankiewicz para manipular a las masas:

· El de James Mason (Bruto): usando el lenguaje sabiamente para trasmitir su mensaje, un mensaje honesto, sincero y de preocupación por el estado del país. A pesar de utilizar trucos para llevar a los oyentes por el cauce que se desea, el motivo para esto es legítimo. Y se consigue el propósito momentáneamente: convencerlos de que él lleva razón. Un buen manipulador (y un gran actor Mason).

· El de Marlon Brando (Marco Antonio): estando el otro discurso reciente, ahora se utiliza un lenguaje adulador que parezca que está dándole la razón al anterior mientras que va soltando pequeñas pullas que vayan preparando a la audiencia. Cuando ésta está lista para ser manipulada, entonces se emplean los golpes de efecto, las falsas promesas, el espectáculo, para no sólo no darle libertad para que elija por dónde quiere tirar, sino para arrastrarla por dónde el político exactamente quiera. Y lo que quiere es el poder, la guerra, y la aniquilación de los rivales. Un grandioso manipulador (y un antológico Brando).

El resultado de cuál de los dos políticos consigue su propósito es más que evidente.

Desde el principio de los tiempos, la honradez y la sinceridad nunca han vendido, justo al contrario que el morbo y los fuegos de artificio. Así pues, utilizando un falso envoltorio teatral, Mankiewicz, Shakespare o lo dos, nos disparan a bocajarro un mensaje estremecedor por lúcido y veraz que establece quién fue el que verdaderamente se preocupó por su nación, y no por la envidia o por el poder, quedando para la historia como un modelo a seguir que nadie seguirá, y quién se preocupó exclusivamente por conseguir el poder a toda costa quedando como curiosamente la clase de político que al parecer todos los del oficio pretenden ser. ¿De qué nos extrañamos?, el poder siempre ha sido más jugoso que lo insulsamente correcto.
GVD
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 7 8 9 10 19 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow