Villanueva hace terapia con humor slapstick y con un reparto carismático de actores que aseguran la comedia y la diversión sólo con aparecer en plano. El humor absurdo hiperbolizado puede funcionar o no, dependiendo de la solidez que el guión le aporte de base. En este caso, sin ser extremadamente inteligente, cumple la función dinámica y teatral que posiblemente buscaban. Es en eso último donde el director ha enfatizado, recogiendo la esencia de la obra teatral que le da origen para usarla en cada plano, en la escenografía y en los diálogos. En resumen, divierte y no desmejora las expectativas.

La guerra: el negocio de la muerte. Si para algo sirvió la IIGM fue para envilecer y enriquecer a muchos hombres que supieron navegar entre la miseria y la barbarie. Dries Riphagen, un impostor que jugó a servir a dos bandos con el único fin de servirse a sí mismo. Este holandés del que poco se ha hablado lejos de su nación fue el más famoso criminal de guerra de la historia de los Países Bajos, el cual ha sido retratado con bastante credibilidad en esta producción neerlandesa a manos. No en vano, su personaje y el trabajo de mimetización del actor Jeroen Van Koningsbrugge está muy por encima del resto del reparto. Para quien no conozca a este tipo, es algo así como el 'Al Capone' caza judíos. Un hombre tan inteligente como deshonroso, un ser sin escrúpulos ni miedo. El biopic lo refleja bien, pero casi necesitaría ser una serie en vez de un largometraje para abarcar con la totalidad de la esencia su truculenta vida. No obstante, el film está rodado con dinamismo y articula bien los clímax y los descansos. Una atmósfera corrosiva y fresca a partes iguales que seduce al espectador. Recomendable y un 7 para ella.

¿Por qué he desconectado de la trama pasada la mitad de la cinta? Teniendo en cuenta que estoy entre las 5 personas más negadas del planeta en tanto a física cuántica se refiere y que la teoría de los universos paralelos se me ha hecho siempre muy insostenible, parece lógico que me haya ocurrido esto. Aun así, a tenor del irrisorio presupuesto utilizado por un director novel para realizar una película con 8 actores y una casa, me parece que es francamente atrevido y meritorio haber logrado llevar a cabo un filme de auténtico suspense en torno a una situación tan hostil como cotidiana y tan tensa como familiar. El rodaje con una cámara movida y cercana a la grabación casera junto con la actuación improvisativa de los actores nos recuerda a películas del género como Cube, Primer, o incluso La bruja de Blair. En definitiva, una cinta interesante y recomendable, aunque me haya resultado monótona en algunas fases de la misma.

El último estreno de 2019 de Netflix se llama EL VECINO:
La novela gráfica de Santiago García y Pepo Pérez se adapta a las plataformas streaming con un formato similar a la sitcom. Una sátira costumbrista de los tiempos modernos, llena de clichés y millenialismos; refrescando el género de superhéroes con la torpeza propia de un Superlópez, con la comedia 'absurder' de Nacho Vigalondo y con una comunidad a lo Trece Rue del Percebe. Pese a la flacidez del argumento, la serie cuenta con el gancho de un Quim Gutiérrez capaz de despertar la carcajada sin necesidad de hablar. Eso y su simbiosis con el resto del reparto (Clara Lago, Adrián Pino y Catalina Sopelana) son la clave para que esta primera temporada de diez capítulos de treinta minutos tenga entretenido al espectador.

Tan perturbadora, perversa y seductora como incómoda, ridícula y delirante. Entiendo la arriesgada propuesta, al igual que pasó con títulos como Get Up, pero no deja de ser un grindhouse pretencioso y sin impacto, salvo algunas escenas complicadas de digerir. La perfección es la virtud llevada al exceso.