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Irlanda Irlanda · Gijon
Críticas de pipona
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Críticas 95
Críticas ordenadas por utilidad
10
25 de julio de 2008
13 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
El tío tiene una estatua en una de las más céntricas calles de Oviedo, inaugurada en su presencia cuando recibió el premio Príncipe de Asturias de las artes hace unos años.
Dicha estatua no tiene gafas. A los dos días de ser inaugurada, algún gamberro ocioso las arrancó de cuajo para seguramente colocarlas como trofeo en su casa. Las veces que han querido reponerlas, no se si el mismo imbécil, o quizás algún familiar, ha seguido robando las susodichas lentes.

Ahora, cada vez que paso por su lado y le hago la reverencia, me entristece verle tan solo con una patilla de la gafa colgando, pero pronto me doy cuenta que la situación bien podría haber sucedido en la quinta avenida de su querido Manhattan y quien sabe si esta secuencia podría hasta haber tenido un hueco en esta maravillosa película.

Irónica, satírica y desenfadada comedia de costumbres que resalta todas y cada una de las inquietudes del gran cineasta judío. Desengaños, adulterios, mentiras y genialidad unidas para mostrarnos un maravilloso poema en imágenes cuyo principal protagonista es el asfalto de la ciudad de New York.
Todos los personajes son secundarios de lujo atrapados en la telaraña de la gran urbe norteamericana, que se mueven como insectos sin escrúpulos entre los puentes, barrios y rascacielos que el realizador ya se ocupa de mostrarnos en uno de los más grandes y geniales arranques de película que haya dado el cine. El resto es una sucesión de diálogos directos y mordaces que convierten el guión en una obra de arte, en una película enorme en la que el espectador no tiene más remedio que sumergirse en el peculiar universo que ha logrado crear uno de los más grandes directores de todos los tiempos.

Yo tengo suerte, cuando quiero saludarle me acerco hasta Oviedo, y aunque sea sin gafas, me imagino sentado a su lado esperando el amanecer a través del puente de Brooklyn.
pipona
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8
11 de mayo de 2011
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la ópera prima de Michael Rowe, australiano de nacimiento y nacionalizado mexicano, no esperaba encontrarme con un espectáculo de semejante magnitud. Una cinta realmente salvaje y arriesgada y un auténtico derroche de violencia y sexo.

Rowe te clava literalmente en la butaca, te despedaza y te incomoda. Muestra de manera explícita el significado de la palabra sadomasoquismo, desde la primera hasta la última letra. Uno parece estar asistiendo a una sesión de ultra violencia sexual y psicológica de alto voltaje, todo ello bajo el prisma de una asfixiante cámara fija que recuerda a cualquier película casera. Una única localización, dos únicos protagonistas.

La película roza lo pornográfico y está a un paso de cruzar el límite permitido. Es muy complicado asimilar lo que sucede en sus 90 minutos de metraje.

Habrá quien no pueda soportar semejante martirio psíquico, pero si se es capaz de entrar en el juego, la experiencia resulta única. Porque la violencia sexual de "Año bisiesto" no es gratuita. Todo lo que acontece viene determinado por la condición humana de los personajes.

Laura, una impresionante Mónica del Carmen, representa a una mujer solitaria, marcada por un pasado traumático que, de forma casual, encuentra en el sadomasoquismo su vía de escape a la rutina y el hastío. Lo que comienza como un juego se acaba convirtiendo en necesidad y, sin saberlo, descubre que en esos encuentros sexuales residen sus únicos momentos de verdadera felicidad.

Habrá también quien la considere una película machista. El tema y la forma de presentar los personajes dan pie a ello, sin embargo, Rowe va más allá. El que se sienta cegado por la violencia visual no sabrá apreciar que detrás de ella se esconde una reflexión mucho más profunda de lo que aparenta; un mensaje pesimista de una sociedad en la que la mujer tiene más peso de lo que puede parecer. Solo hay que echarle un vistazo al descomunal desenlace de esta película para darse cuenta en que lugar está posicionado el hombre y en cual la mujer.

Para terminar, quiero comentar que “Año bisiesto” contiene la que seguramente sea la escena más contundente, polémica y controvertida que he visto en una sala comercial en mi vida. Solo esa escena justifica cualquier precio por una entrada. Es la culminación de una apuesta arriesgadísima, de una forma impresionante de plasmar en pantalla lo que a uno le ha dado la real gana. Sin contemplaciones.

Película que, para bien o para mal, va a dar mucho de que hablar. Para mí imprescindible.
pipona
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9
3 de enero de 2009
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Norman Jewison nos dejo para la posteridad la mejor partida de poker que se haya filmado jamás.

Media película, la partida final, corresponde a un mano a mano antológico de dos artistas irrepetibles. El joven y ambicioso Steve McQueen, frente al viejo y orgulloso Edward G. Robinson. La otra mitad, el preludio, es un ejercicio inmenso de presentación de personajes, ritmo narrativo, y la tensa espera que precede al momento cumbre.
Dos interpretaciones descomunales, dos titanes enfrentados cara a cara en busca de la gloria. Codicia, honor y respeto. Lucha de egos. La batalla traspasa la pantalla para ofrecernos uno de los más grandes duelos interpretativos de la historia.
Pero no están solos, les acompaña un elenco de auténtico lujo. Karl Malden como fenomenal pero frágil crupier, Joan Blondell como Lady Manitas, en un papel escueto pero inolvidable, y sobre todo una arrebatadora Ann-Magret como una de las femmes fatales más irresistibles que un servidor recuerde.

Una excelente ambientación de Nueva Orleans, una magnífica fotografía de interiores y una dirección sin fisuras hacen de esta película un clásico imperecedero.
La banda sonora, cantada al principio y final por Ray Charles, hacen el resto.

Una mesa, cinco naipes y una lámpara... y una jota de diamantes que cambiará el destino de los protagonistas. Uno de los finales más memorables que se recuerden. Vencedores y vencidos, triunfadores y perdedores. En el juego y en la vida. Todo depende de una miserable carta de la baraja.
pipona
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8
18 de febrero de 2010
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Empieza a parecer monótono ver una película de Mizoguchi. El tío es perfecto.
En esta ocasión nos deleita con una historia cruel, su protagonista es seguramente la persona más desafortunada de la historia del cine. Cualquier cosa que le sucede durante las casi dos horas y media de metraje son un cúmulo de circustancias nefastas y desgraciadas que alcanzan cotas inimaginables.
Mizoguchi esta vez no se anda con medias tintas. Como en toda la filmografía que he podido disfrutar, vuelve a situar a la mujer como una esclava del hombre, y a este como esclavo del poder, pero en esta ocasión no se anda con rodeos. Con un par de excepciones, todos los hombres que aparecen en pantalla son unos cabrones machistas, codiciosos, y fieles representantes del Japón feudal clasista, e hipócrita.
Oharu, nuestra protagonista, es la viva imagen de la humillación más absoluta. Kinuyo Tanaka, inmortaliza un personaje fascinante, inocente y puro. Cualquier espectador se sentirá cautivado por la elegancia y el temple de una interpretación prodigiosa. Cada gesto, cada movimiento facial, cada mínimo detalle, son ejemplos de una interpretación memorable.

La culpa, como siempre, de Mizoguchi. Un metódico perfeccionista. Un pintor de escenas imborrables, y un neurótico de la puesta en escena. Estoy acojonado con la facilidad que tenía para hacer que la pantalla pareciese un inmenso lienzo. Sin utilizar apenas planos cortos, con un dominio insultante de la iluminación, de la situación y profundidad de campo, su facilidad pasmosa para insertar travellings perfectos y su temple para situar cada pieza en su sitio.
Técnicamente es una maravilla, una película perfecta, sublime. Su único problema, desde mi punto de vista, se encuentra en el desarrollo de su guión.
La historia es demasiado densa, son muchas las situaciones que se suceden sin margen de continuación. No se aprecian apenas las elipsis, por lo que en algunas ocasiones cuesta trabajo ubicar a los personajes y seguir la narración.
En otras palabras, le falta metraje, o le sobra alguna escena, aunque tratándose de Mizoguchi, mejor siempre que sea lo primero. Cada escena suya, y su meticulosidad para crearlas, es un canto a la belleza más verdadera. Y si no solo hay que ver la parte en la que Oharu y sus padres son desterrados, ese plano fijo sobre el puente, esa cámara que desciende para volver a fijarse, a traves del arco, en ese trío que se aleja en la oscuridad, sin destino, con el único abrigo de un inmenso árbol. Increible.
pipona
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8
4 de julio de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
He aquí una de las razones por las que el cine es tan grande. Una película por la que no tenía el más mínimo interés cinematográfico, que parecía iba a ser una película del montón, y cuyo objetivo sería la gloria de una estrella cada vez más apagada de Hollywood.

Pues bien, me decidí a verla, buscando mero entretenimiento y sobre todo mejorar mi cultura sobre un acontecimiento bastante olvidado de la IIWW, de la que soy fiel seguidor desde hace años, y de la que he devorado muchos libros y películas.

Es quizás este gusto sobre la historia y los hechos acaecidos en esta guerra lo que me hace no ser precisamente muy parcial con las cintas basadas en situaciones reales, tanto para bien, como para mal.
Es el caso de Valkiria, una fiel y minuciosa reconstrucción del complot perpetrado contra el Führer en 1944, que ha sido para mí una muy grata sorpresa.

Un hecho como este, del cuál ya sabemos su desenlace, es muy difícil plasmarlo en una pantalla, se pierde emoción y capacidad de sorpresa. Los famosos "hechos reales" son un arma de doble filo cuando lo que se trata es de algo de cierto renombre.
Sin embrago Bryan Singer consigue en este caso, que uno se meta en la historia desde el principio, y que el tempo de la cinta nunca decaiga, para, en contra de lo que es habitual, filmar un thriller político y militar de muchos quilates. Concienzudo y fiel, con grandes dosis de suspense y sin aburrir con nombres ni situaciones que hagan perderse al espectador.

No es una americanada al uso, no hay escenas de cara a la galería, ni frases lapidarias ni sitio para heroísmos baratos. Nos pasamos infinidad de críticas pidiendo verosimilitud y rigor histórico en hechos como este. Pues este es un claro ejemplo de que es posible hacerlo, magnífico cine de entretenimiento pero respetando la historia y a aquellos que la forjaron.
Tom Cruise está francamente bien, como Claus von Stauffenberg, el hombre que estuvo apunto de cambiar el curso de la guerra. Contenido y concentrado en su personaje, muy sobrio y creíble y rodeado de un gran elenco de secundarios. Sobre todo Carice van Houten, en un papel corto pero intenso como fiel esposa y Tom Wilkinson, como el general Fromm, pieza clave en los hechos.

La puesta en escena y la recreación de Berlín y los lugares históricos de la cinta son impresionantes. Se han cuidado hasta el límite todos los detalles. Bunkers, aviones, coches, tanques, uniformes e incluso la firma de Hitler parecen reales. Magnífica también la fotografía.
(Sigue en Spoiler por falta de espacio, no desvelo nada).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
pipona
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