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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.369
Críticas ordenadas por utilidad
7
26 de enero de 2010
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quizás, no haya condición más triste para un ser humano que la de ser y no ser. Querer ser uno mismo, pero tener que lucir como otro permanentemente, es la negación de la individualidad. Vale para el actor o la actriz, porque lo hace por su propia decisión y con-sentido placer, y es esta, además, una representación temporal que se renueva con cada nuevo rol. Pero, para el hombre o la mujer que usa ese otro ser como una máscara inarrancable, es algo así como estar muerto a sabiendas de que se sigue vivo.

Fedora -nombre que huele a suicidio desde aquella ópera de Giordano y Colautti, cuando la dama espía ingiere una gragea letal al sentirse descubierta-, es otra Norma Desmond (“Sunset Boulevard") que se resiste a desaparecer de las pantallas tras haber buscado, en vano, la eterna juventud de manos del Dr. Vando, una suerte de Dr. Frankenstein que, extrañamente, sigue a su lado contra todo lo sucedido… pero, acaso se deba a que, con el médico, ha encontrado una inimaginable salida a su terrible problema. Esto y mucho más, es lo que indagará un antiguo asistente del director al enterarse del suicidio de la mítica actriz que tanto buscó para que interpretara su adaptación de “Anna Karenina” y quien, como este personaje tolstoiano, no estuvo interesada en conservar la lozanía de su cara y, arrojándose a la vía del tren, pretendió, muy al contrario, arrancarse el rostro que la vida le había impuesto.

Son dos mujeres las que viven una vida ajena… y esa decisión quizás les traiga amargura, encierro, negación, y una lenta, pero, inevitable autodestrucción. El apego a la vacuidad de la fama, la búsqueda irracional del eterno éxito, suele avenirse con la desgracia porque, en este afanoso proceso, suele ser preciso hacer cierto daño y hay que pisotear a algunos para llegar a salirse con la absurda idea... y cuando lo que se hace es prestarse para satisfacer los caprichos de otro, hay negación del propio ser, y entonces, un sentimiento de vacuidad se hará presente y esto flagela hasta llevar, de pronto, a la propia aniquilación.

En las postrimerías de su carrera e inspirado, sin duda, en algunos pasajes de la vida de Greta Garbo, el director Billy Wilder retoma, con claras variaciones, el camino de su obra maestra, “Sunset Boulevard”, para volver a poner el pie, muy firme, contra el lado oscuro de la industria cinematográfica.

William Holden, con 28 años más, vuelve a entrelazarse con la actriz aislada del mundo, pero empeñada en existir contra todos los obstáculos. José Ferrer (el Dr. Vando), tiene por fin la ocasión de trabajar con Wilder tras su fallido acercamiento para estar en “The Lost Weekend". Hildegard Knef, es la condesa Sobryanski, una mujer enigmática de comportamiento muy ambiguo, quien se opondrá cuanto pueda a las pretensiones del esperanzado director; y, Marthe Keller es Fedora, un regalo de Dios, que mantuvo vivas todas las esperanzas.

<<FEDORA>>, es un filme lleno de interesantes lecturas, en el que aún palpita el gran talento de Billy Wilder.
Luis Guillermo Cardona
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7
23 de septiembre de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por el comediante, Rowan Atkinson (Mr. Bean) siento un inmenso cariño. Creo que su rostro, con el de, Stan Laurel, y el de, Harpo Marx, constituye la tríada más graciosa de la historia del cine. Sus meras figuras son humor puro, nato, perfecto. Sin duda, una fotografía de estos tres maravillosos personajes a la vista de un enfermo desahuciado, sería más útil que treinta frascos de inútiles fármacos. Ellos tres son remedio para la depresión, la melancolía, la histeria… y hasta para olvidarse de la última eterna semana que todavía falta para recibir el “sadeso” (salario de sobreviviente: aquel que sólo alcanza para pagar la cuenta donde pedimos el diario, cubrir los servicios y hacer un abono en la tienda de ropa).

La serie de televisión con Mr. Bean es divertidísima, ingeniosa y bastante original. Ese niño grande, perverso, irreverente y "recursivo", nos ha motivado, en familia, numerosos momentos de gran hilaridad, pero seguimos a la espera de la gran película que se merece este notable talento que es, con creces, uno de los más frescos humoristas de los últimos tiempos.

Sin ser un filme para diez estrellas, <<JOHNNY ENGLISH>>, nos parece de lo mejor que ha hecho, Atkinson, en su todavía corta carrera cinematográfica. Tiene situaciones realmente jocosas; su ritmo y su historia no resbalan ni en un sólo punto muerto; la eficaz fotografía está complementada con una calificada banda sonora y, en general, su ambientación luce muy próxima a los -tampoco grandes, pero entretenidos- filmes de James Bond. No por nada, dos de los guionistas de esta parodia, Neal Purvis y Robert Wade, son los mismos que escribieron las cuatro últimas historias del agente 007 (“The World is not Enough”, “Die another Day”, “Casino Royale “ y “Quantum of Solace”).

John Malkovich, interpreta a Pierre Sauvage, el hombre que no sólo se roba las joyas de la corona de Inglaterra sino que aspira a quitarle el trono a la mismísima reina Isabel y, aunque su rol no es muy exigente, luce bien agradable con su figura de chico travieso; y una preciosa morena, Natalie Imbruglia, con unos ojos dignos de enmarcar, recrea a Lorna Campbell, la doble agente al servicio de Francia y ahora de Inglaterra, quien no sólo sacará a English de unos cuantos líos, sino que se prestará para que éste haga variados y deliciosos ridículos en su infortunada pretensión de conquistarla.

El director, Peter Howitt, consigue una historia ligera, pero que agrada y divierte; y con, Rowan Atkinson, te queda ese sabor del personaje que siempre se contempla con cariño.

Te dejo una recomendación: Busca siempre la forma de sonreír y de llevar alegría a los demás, porque, un hombre de buen humor, será siempre capaz de sobrellevar todos los retos que le imponga la existencia.
Luis Guillermo Cardona
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10
8 de marzo de 2009
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La comedia y el western son los dos géneros por excelencia de los americanos; y algunos de los mejores cómicos de la historia como, Laurel & Hardy, Buster Keaton y Los Hermanos Marx, incursionaron con plausible acierto en ese segundo tema, dándole al cine alguna bella, divertida e inolvidable película de vaqueros.

<<EL REY DE LOS COWBOYS>> (Go West) es, el único título, que podría clasificarse como cine de autor dentro de los largometrajes que hizo el gran Buster Keaton. Su labor como productor, guionista, director y actor, sin injerencias en la ejecución de estos roles, le dieron la potestad de hacer un filme totalmente a su manera y el producto final da plena cuenta de su talante, su sensibilidad y su inmensa valía en la realización de comedias.

“Algunas personas viajan a través de la vida haciendo amigos dondequiera que van, mientras que otros, tan solo pasan a través de la vida”. Con este mensaje, somos introducidos en la historia del “Sinamigos” (Keaton), un joven que decide irse de viaje, luego de realizar un deficiente negocio con las únicas pertenencias que tenía. La falta de previsión, mientras viaja como polizonte en un tren, hace que termine rodando por una falda que lo llevará luego hasta una granja donde habrá de tener una significativa experiencia que dará sentido a su vida.

Y causa de la deliciosa, tierna y alocada aventura que sucederá luego… la tiene una vaca que se volverá entrañable para “Sinamigos”, desde el valioso momento en que lo protege del ataque de un bravo toro que estuvo a punto de llevárselo por los cuernos. Ella será su única amiga, ya que con los trabajadores no cruza palabra, siempre se van de la mesa cuando él llega, y sus labores las realiza casi siempre en solitario. Aunque se siente atraído -y es correspondido- por la hija de su patrón, tampoco con ella puede hablar, ya que la tienen prohibido entablar diálogo alguno con los trabajadores.

La relación del humilde, “Sinamigos”, con la afectuosa vaca resulta entrañable y es ejemplo consumado de la simbiosis que puede llegar a darse entre un hombre y un animal... y la complicidad que se produce entre ellos, dará impulso a nuestro inesperado vaquero para realizar luego una proeza de la que nunca, él mismo, entenderá su verdadero significado.

Una comedia llena de diversión, en la que abundan los gags precisos, ingeniosos, sorprendentes e incluso con un cierto surrealismo que hace ver a, Keaton, como un ser mágico y de ensueño.

La lección final es relevante: Cuando se actúa con amor, todo lo que parece imposible se volverá posible, todos los obstáculos pueden superarse y, al final, el hombre siempre alcanza aquello que tanto ha deseado.
Luis Guillermo Cardona
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10
30 de diciembre de 2008
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Finales de los años '60. Una pequeña granja en Louisiana, EE.UU. Allí, entre el aroma incomparable de la naturaleza y la apacible sombra de la noche, dos bellas y entusiastas chicas, una de 14 y la otra de 17 años, rememoran con agrado el poético consejo de su madre: "Cuando todo esté confuso, cuéntaselo al señor Luna”.

Junto a sus amorosos padres y una hermanita de brazos, Danielle y Maureen, ven transcurrir una vida apacible y complaciente. La pequeña se recrea con las canciones de su ídolo, Elvis Presley, y Maureen alimenta sus deseos de superación y matrimonio.

Con pequeños, pero, precisos detalles, el calificado director, Robert Mulligan, logra recrear un ambiente familiar admirable, pletórico de amor y de armonía. Un hogar con pilares tan firmes que pareciera que, ninguna eventualidad por dura que sea, conseguirá resquebrajarlo.

Mulligan, conduce la historia -escrita por Jenny Wingfield- con la habilidad y la sensibilidad de un gran maestro. Proponiéndose plantear un conflicto en el que impere la cordura, los hilos del destino son orientados con la más plena sobriedad... y, al final, nos queda la alegría de haber visto reflejada una bellísima historia de Amor.

El romanticismo adolescente, que parecía enterrado en el cine debido al desparpajo y la banalidad de los nuevos realizadores, renace en, <<VERANO EN LOUISIANA>>, con toda su grandeza y su fascinación, gracias al vigor y a la profundidad humana del mismo director que antes diera al séptimo arte, "Fear Strikes Out", “To Kill a Mockingbird”, “Summer of '42”, y otras películas que ya tienen reservado un buen lugar en los anales del séptimo arte.

No es la primera vez que una obra cinematográfica asume los vericuetos del triángulo amoroso. Diríamos mejor, que es uno de los filones que más golpes de martillo ha recibido de la industria cinematográfica... sólo que la mayoría ha terminado con las manos vacías o empantanadas sin remedio. Pero, también hemos visto Arte, con mayúscula, en filmes como “Sunrise” de Friedrich W. Murnau, "Lonesome" de Pál Fejös, “Casablanca” de Michael Curtiz… y en <<VERANO EN LOUISIANA>> de Robert Mulligan; y lo que hace la diferencia, es un talento palpable, comprometido con la dignidad, con la vida y con el arte.

Si quieres conocer un poco más del amor... piensa en, El Hombre en la Luna.

Título para Latinoamérica: <<PREGÚNTALE AL SEÑOR LUNA>>
Luis Guillermo Cardona
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8
11 de febrero de 2022
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siento que una película como, <<IVANHOE>>, debe ser analizada en sus diferentes niveles y voy a ser tan objetivo como he procurado serlo siempre:

Nivel técnico: En este sentido, la película es admirable, pues, goza de un gran preciosismo visual. Las localizaciones son magníficas, ya que se pudo contar con castillos auténticos y la dirección artística de, Alfred Junge, luce cuidada hasta en el más mínimo detalle. El vestuario es excelente, revelando clase y elegancia con exquisito gusto; y la fotografía de, Freddie A. Young, es de una belleza pictórica como tantas otras veces lo demostrara. Piénsese tan solo en, “Lust for Life”, “The Barretts of Wimpole Street”, “Lawrence de Arabia”, “Ryan’s Daughter”… y ya se tiene un acervo de películas visualmente impecables. Necesario mencionar los precisos efectos de sonido y la imponente banda sonora del húngaro, Miklós Rózsa, con bellos relieves de majestuosidad y romanticismo. Algunos errorcillos en las escenas de acción, podemos verlos con el rabillo del ojo porque el esfuerzo es de alto peso y también ofrece admirables aciertos.

Nivel actoral: Si se toma en cuenta la novela de, Walter Scott, en la que se basa la película, Robert Taylor (con 40 años) resulta demasiado 'crecidito' para su personaje, y Elizabeth Taylor -como ella misma lo planteara en su momento-, lucía demasiado niña como para hacer de médica y para enamorarse de Wilfred de Ivanhoe… y ésta, pudo ser la razón para que el guion se modificara durante el rodaje y las cosas terminaran como pocos esperábamos. Mejor lucen: George Sanders, como el asaltacunas, Sir Brian De Bois Guilbert; Finlay Currie, el padre resentido, pero, con una admirable visión progresista; y entre otros, Felix Aylmer, el judío Isaac de York, con un alto sentido de justicia.

Nivel argumental: El guion de Noel Langley, Æneas Mackenzie y Marguerite Roberts (a quien le denegaron el crédito por haberse negado -junto con su esposo, John Sanford- a declarar y hacer delaciones ante la abominable HUAC), goza de diálogos con muy buenos apuntes, sin que falte ese agradable toque de ironía y de buen humor que pone sal a una buena historia; y aunque la trama es pura ficción en su mayor parte, posee una coherencia moral y sociológica muy digna de apreciarse.

Nivel histórico: Como es costumbre, la historia oficial es un gran fardo de pulidas falsificaciones para dejar limpia la casa; y la que nos ofrecen ciertos escritores es un tris de realidad y un gran resto de convincente imaginación, porque su propósito es impactar y embellecer. Por esto, Wilfred de Ivanhoe, es un personaje ficticio. Ricardo Corazón de León (nacido como Richard Cœur de Lion), era un anglo-francés, hijo de Leonor de Aquitania (Aliénor d’Aquitaine) y Henri II Plantagenet -véase la magnífica película, “The Lion in Winter” (Anthony Harvey, 1968)- y fue un hombre de reprobables costumbres y temperamento, al que además se define como antisemita, por diversos hechos que no vienen al caso.

Ricardo, mantuvo una gran rivalidad con su padre contra el cual se sublevó en plan de destronarlo, pero, fracasó y entonces buscó reconciliarse. Sin embargo, Roger de Howeden, autor de “Gesta Regis Ricardi”, afirma que, “al momento de morir, el cuerpo del rey sangró por la nariz en presencia de su hijo, lo que se tomó como un signo de que Ricardo había causado su muerte”.

Quienes deseen ahondar en la compleja y cuestionable vida del mitificado rey, también pueden leer, “Historia de las Cruzadas” (Steven Runciman, 1981).

En fin que, muy sensatamente, el escritor Walter Scott y también el director Richard Thorpe, poco se ocuparon de, Ricardo Corazón de León, y prefirieron crear a ese personaje ficticio, llamado Ivanhoe, al que es posible llegar a apreciar. ¡Ah! y al que toda la película llaman, Locksley, no es otro que el inolvidable, Robin Hood, cuyo nombre de pila era, Robin de Locksley.
Luis Guillermo Cardona
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