Enfrentados, pese a ser eso que ahora se llama "western revisionista", respeta perfectamente las reglas de oro del género.
Dos hombres enfrentados a muerte, unidos por una venganza... pero que al final resulta que no son tan distintos como pensaban. Y se dan cuenta de ello.
Eso es sin duda lo mejor de la cinta de David Von Ancken (realizador televisivo que ha rodado capítulos de series como Juego de Tronos), su madurez al tratar el conflicto de los dos personajes principales, lo que los hace muchísimo más interesantes, hasta llegar a un final extraordinario que demuestra precisamente lo que decíamos: llega un momento en que las diferencias entre rivales acérrimos terminan por diluirse. ¿O quizá no del todo? Descúbranlo ustedes mismos, y además háganlo con gusto, porque la película es entretenida y cuenta con unas interpretaciones muy ajustadas y adecuadas de Liam Neeson (un experto ya en este tipo de historias de venganzas y hombres duros y honorables) y sobre todo Pierce Brosnan, muy cómodo en el personaje. Sin duda, un actor a menudo sobrevalorado, el ex- James Bond.
En definitiva, un buen western que hará disfrutar a los buenos aficionados del género.

Lo mejor: Su respeto por las reglas del género, su defensa del honor y la interpretación de Liam Neeson y Pierce Brosnan.
Lo peor: Quizás podría ser algo más corta, y los personajes secundarios no aportan demasiado.

A sangre fría no sólo es la obra maestra de Truman Capote, sino también una de las obras maestras de la literatura en general. Un magistral true crime y una excepcional pieza de no ficción.
La película de Richard Brooke es una fiel adaptación de la novela y describe con pasión quienes eran Perry Smith y Dick Hickock y lo que ocurrió aquella noche en la granja de los Clutter, un crimen sin sentido que la cinta refleja en pantalla con gran tensión y elegancia, gracias a un guión fabuloso.
A destacar también la excelente interpretación de los dos protagonistas, y especialmente de Robert Blake, que clava la contradictoria personalidad de Perry Smith, con ese espíritu artístico y esa cierta dulzura, incluso, mezclada con esa inestabilidad y esos arrebatos que lo llevan a hacer lo que hace.
Una película maravillosa.

Lo mejor: Su narración, extraordinaria, y la interpretación de Scott Wilson y, sobre todo, Robert Blake.
Lo peor: Nada. Quizás no hubiera pasado nada si hubiera sido más corta.

A ver, una cosa está clara.
Las colinas tienen ojos es lo que es. Que nadie busque mucha explicación o se pare a analizar detenidamente lo que pasa porque... en fin. No se sostiene si se quiere hacer un análisis racional de muchas de las cosas que pasan. Si quieren saber algunas de ellas, vayan al spoiler.
Igual que ocurre en otras cintas de mutantes deformes caníbales (como por ejemplo Wrong turn, muy deudora e inspirada por la cinta original de Wes Craven), uno podría pensar que los miembros de un clan endogámico, que se vienen reproduciendo entre ellos durante generaciones, y con tan particular dieta, serían unos deshechos genéticos, enfermizos y débiles. Pero no, claro, si no la película no tendría gracia. Muy al contrario, y salvo excepciones, son unas bestias pardas prácticamente invencibles. Y eso es Las colinas tienen ojos, señores: una cinta de terror con una pobre familia acechada y cazada sin piedad por unos seres absolutamente crueles y amorales, hasta un punto francamente perturbador e incluso asqueroso (ver la escena dentro de la caravana). Y como tal, la cinta funciona a la perfección, gracias a la excepcional realización de Alexandre Aja (todavía hoy, esta película y Alta tensión son la cima de una carrera que después no se ha mantenido en ese nivel, por desgracia, pero fueron muchos los elogios que recibió por su trabajo en esta cinta, y con todo merecimiento) y a la descarnada violencia de la cinta, totalmente malsana y que produce mucho, pero muchísimo mal rollo (más que verdadero terror, de hecho).
Para fans de este tipo de cine. Los que lo sean, seguro que la disfrutan mucho. Para los demás, puede ser bastante indigesta.

Lo mejor: La brillante realización de Alexandre Aja y su fidelidad al estilo que se le presupone.
Lo peor: El guion y los personajes son bastante pobres.

Daniel Monzón, director de dos de las películas más populares del cine español de los últimos años como son El Niño y sobre todo la laureada Celda 211, hace un homenaje al cine quinqui con Las leyes de la frontera. Un homenaje respetuoso, que reproduce fielmente las peculiares características de este tipo de producciones, tan populares en los años 80, pero con un aire mucho más actual de película rodada en 2021. Además, cuenta con unos actores excelentes, que desprenden una espectacular frescura. Marcos Ruiz, Chechu Salgado y Begoña Vargas no parecen actores, sino simplemente chicos jóvenes de esa Girona de los años 70, basculando entre el bien y el mal, convirtiéndose en pequeños delincuentes entre sexo, drogas y un extraño viaje hacia la madurez.
Lástima que la historia, tópica donde las haya y repetitiva, no sea nada del otro mundo, y que el propio cine quinqui no sea para todos los paladares. Es difícil que la cinta, pese a sus méritos técnicos y artísticos, logre interesar a una amplia masa de público general, pese a la fantástica campaña de promoción que ha tenido, algo en lo que el cine de Daniel Monzón siempre sale ganando. No es de extrañar, pues se trata de uno de los realizadores más comerciales e internacionales que tiene nuestro cine.
Correcta.

Lo mejor: Su autenticidad y su mezcla de homenaje al cine quinqui y modernidad cinematográfica del siglo XXI, y las interpretaciones de sus jóvenes actores.
Lo peor: La historia no es nada del otro mundo, y puede no ser muy interesante para los no iniciados en el particular cine quinqui.

Siete días y una vida es un ejemplo más de lo mal que escogió sus proyectos Angelina Jolie después de ganar el Oscar y otros tantos premios por Inocencia interrumpida.
Poco hay que salvar en esta película de Stephen Herek (qué lejos quedaron sus tiempos como director de Los tres mosqueteros). Quizás el esfuerzo de los actores secundarios, que por lo menos se lo pasan bien y son los únicos que parecen saber dónde están. Lo demás es un desastre con patas. La química entre Edward Burns y Angelina Jolie, ambos espantosos, es inexistente. La trama es bastante absurda. Y, sobre todo, la producción es cutre, pero muy muy cutre. Vamos, hasta el punto de que es casi imposible distinguir la película de cualquier episodio de una sitcom de los 90. Plano, contraplano, escenarios interiores que parecen reciclados de Friends, Seinfeld o Ellen... en fin.
Muy mala. No pierdan el tiempo.

Lo mejor: Los secundarios, especialmente Tony Shalhoub y Stockard Channing.
Lo peor: Es sumamente cutre, vaga y, en una palabra, mala.