Dirigida por Martin Scorsese y estrenada en 1999, Al límite es una de las películas de este director menos conocidas y peor tratadas por el público, ya que supuso un rotundo fracaso en taquilla, y a nivel de críticas tampoco creo que saliese muy bien parada, aunque este último detalle me la trae floja, como todos los que dicen que Nicolas Cage es un mal actor y demás sandeces de índole borreguil. Esos “críticos” de pacotilla que sólo saben repetir lo que escuchan de otros.

La película se podría interpretar como una versión sanitaria de Taxi Driver, ya que ambas tienen un argumento considerablemente similar y algunos elementos en común. Por ejemplo, los protagonistas de ambas películas son unos desequilibrados en algún sentido. En Taxi Driver era un desequilibrado mental sociopata, y en Al límite nos encontramos con un tipo depresivo, medio bipolar y con serios trastornos alimenticios.
Pero la esencia de ambas películas es la misma; tener un trabajo nocturno y lidiar con lo peor de la sociedad y la podredumbre urbana.

Frank Pierce, que así se llama el personaje al que da vida Nicolas Cage, es un ATS del servicio sanitario de Nueva York, que a lo largo de tres interminables noches, cada una de ellas con un compañero de trabajo diferente, a cada cual más chiflado, recorrerá la ciudad con la ambulancia, enfrentándose a toda clase de situaciones estrafalarias, camellos, góticos con sobredosis, suicidas, y los terribles fantasmas del pasado, que no dejan de atormentar a nuestro protagonista. Pero ante todo, es una historia de amor entre dos personas que deambulan sin rumbo fijo por un mundo corrompido y triste.

Al igual que ¡Jo, que noche!, la historia no se desarrolla de forma lineal. Me explico, no hay un inicio, nudo y desenlace claramente marcados, sino que la trama sigue su curso a base de escenas casi inconexas. Situaciones sueltas y alguna que otra subtrama con continuidad.

Luego está la fotografía de la película, que me parece el mejor trabajo de Robert Richardson, con esa magnífica iluminación (desde arriba) y esos colores quemados. Algo parecido a lo que hizo en Casino, también de Scorsese, pero más exagerado.

sigue en spoiler sin destripar nada

Hace tiempo que dejé el cine infantil de lado, principalmente porque lo que se hace ahora me interesa más bien poco, empezando por la factoría Dreamworks y su Kung fu panda, Shrek, Ice Age o similares, que me repatean y no me hacen ni pizca de gracia.
En cambio, creo que Pixar hace muy buenas películas de animación, pero por alguna razón también han dejado de gustarme, y eso que antes no me perdía un estreno. Creo que Wall-E contribuyó a que esta factoría dejase de interesarme.

Fantástico Mr. Fox tiene dos elementos a su favor; es una película independiente, que se aleja de las chorradas y ñoñerías de la mayor parte del cine de animación comercial. Y por otra parte, está dirigida por un tipo competente y que, personalmente, me encanta. Me refiero a Wes Anderson, que ya me maravilló con Los Tenenbaums.

La historia gira en torno a un inteligente y carismático zorro, con esposa e hijo, que deberá enfrentarse a tres peligrosos granjeros que amenazan con matarle a él y a su familia, poniendo también en peligro a toda la comunidad de animales cercana. Y es que la disputa entre el zorro y los granjeros llegará a convertirse en un pequeño fenómeno mediático.

sigue en spoiler sin destripar nada

Si hay un subgénero del cine de terror que no me gusta es el de fantasmas y casas encantadas. Hay excepciones, claro, pero en general estas películas ni me dan miedo ni me parecen interesantes, ya que cuando se trata de fantasmas me gusta que el tema se enfoque de forma "realista", sin alardes ni espectacularidad.
Pero jamás habría pensado que una película de fantasmas que incluye todo aquello que no me gusta, se terminaría convirtiendo en una de mis películas favoritas del pasado año, y lo más difícil de todo: formar parte de esa corta lista de películas de terror actuales que se salvan de la quema.

James Wan (Saw) es el director de Insidous, y siguiendo las tendencias actuales homenajea al cine de terror de décadas pasadas, desde El exorcista y El resplandor hasta Poltergeist, aunque dicho homenaje pasa bastante desapercibido, pues en ningún momento se respira ese aire retro tan palpable en otras producciones como, por ejemplo, Super 8.

Otro de los elementos que detesto en el cine de terror son los típicos golpes de efecto en los que, en momentos de tensión, suben el volumen para que el espectador de un repullo en el asiento. Eso, señores, no es asustar; se llama acto reflejo, y provocarlo no tiene mérito.

Según lo que he dicho hasta el momento, cualquiera diría que Insidious no me gustó, pero nada más lejos de la realidad. Ya de entrada, el traíler, que repetía constantemente el título de la película, me dejó con cara de ¿esto qué coño es? Y ahí es dónde me empecé a interesar por la película, y al mismo tiempo a temer que fuese un truño, porque cuando un traíler me gusta mucho, luego tengo más posibilidades de acabar decepcionado.
Pese a tener tantos elementos que detesto, James Wan los mezcla y adereza de una forma tan recargada y grotesca (esa médium con máscara antigás) que no pude hacer otra cosa salvo dejarme llevar y rendirme a los pies de esta película de fantasmas tan extravagante y, por qué no decirlo, terrorífica. O al menos a mí me puso los pelos de punta en varias ocasiones.
Los créditos iniciales ya nos dejan entrever el extraño y deprimente ambiente en el que se va a desarrollar la película, y es que tanto la banda sonora como esa fotografía descolorida dotan a Insidious de una tristeza y aires pesadillescos que tanto me gustan, y que compensan con creces los tópicos de la que está llena.

Decir que es rara es quedarse corto, pero todos los que soportamos y "entendemos" el cine de David Lynch no sentiremos como pez en el agua durante la hora y siete minutos que dura Dispongo de barcos.
Como ya he dicho, este filme tiene muchísimas semejanzas con Lynch, así que se podría calificar como una Mulholland Drive cañí, y bastante más cómica.
El parentesco con Lynch no se limita a lo estético, sino también a la forma de entender la película, porque debemos tener claro que el 90% de lo que vamos a ver no tiene sentido, y si tratamos de buscar explicación a cada secuencia acabaremos tirándonos por la ventana.
La mejor forma de disfrutar de este tipo de cine es sentándose en el sillón y dejándonos llevar por las imágenes, la música y los diálogos abstractos y cotidianos a la vez.

Un cortometraje, bastante más digerible por cierto, titulado El último golpe es el origen de esta película, y que recomiendo a todos que lo veáis si tenéis oportunidad.
Se podría definir como la cara opuesta de Oceans Eleven. Un anti Oceans Eleven en toda regla, porque si en la película de Soderbergh todo el robo estaba perfectamente atado, en El último golpe ocurre lo contrario. El desinterés de los ladrones y la facilidad con la que dejan cabos sueltos que ya resolverán sobre la marcha durante el robo hace que la historia llegue a resultar surrealista.
La película trata sobre lo mismo; un robo que desde el primer minuto sabemos que no puede salir bien porque los miembros de esa "banda" de ladrones creen que es un juego y no se lo toman en serio.
Pero además del tema del robo, la película incluye numerosas secuencias extrañas, oníricas y marcianas, y no se nos termina de dejar claro si la historia ocurre en orden cronológico o no.
Personalmente yo creo que la película trata sobre una cosa: Gente que se aburre, y las consecuencias que eso puede conllevar.

Pero el mayor logro de Dispongo de barcos, y lo que más admiro, es su realización, sin presupuesto alguno, y con sólo dos ingredientes: cariño e imaginación.
Una película que cualquiera podría hacer.

En la misma línea, aunque más frenética, que la violenta Chopper, Bronson nos cuenta la historia real de Michael Peterson, apodado Charles Bronson, uno de los criminales más violentos del Reino Unido.
La película parece querer dejar bien claro este último detalle, ya que llegué a perder la cuenta de en cuantas escenas Bronson da de hostias, amenaza, humilla o insulta a alguien.
Otra cosa que la película intenta hacernos ver, es que Bronson no es un loco ni un desquiciado mental, sino alguien con un afán de protagonismo extremo, algo que finalmente consigue al convertirse en una especie de celebridad. Pero al llegar al tramo final de la película, uno no tiene más remedio que pensar que el bueno de Bronson está como una verdadera cabra.

Este título no destaca especialmente en ningún aspecto, salvo, claro está, en la interpretación de Tom Hardy a la hora de darle vida a Bronson, y en el correctísimo trabajo de dirección de Nicolas Winding Refn, con un estilo videoclipero que hace que la película sea bastante espectacular, visualmente hablando.
La banda sonora, además de jugar un papel importante, también resulta curiosa, pasando de la música clásica de Verdi, a la música electrónica de New Order o Pet shop boys.
Pero repito, el plato fuerte es su protagonista, Tom Hardy, al que hemos podido ver en Origen o en Rock´n´Rolla, interpretando roles absolutamente opuestos que le hacen parecer un actor distinto.

Se ha hablado de ciertas similitudes entre esta película y La naranja mecánica, y algo tiene del clásico de Kubrick, pero creo que dista demasiado como para compararse con esta. Si nos ponemos, también podríamos compararla con El club de la lucha, pero no sería justo, ya que por el hecho de que en ambas películas haya secuencias de peleas no vamos a decir que se parecen. El trasfondo también cuenta, y lo cierto es que en ese sentido no se parecen en nada. Mientras que la película de Fincher nos habla del anarquismo y la destrucción del sistema, Bronson no nos dice nada. Es bastante vacía en ese sentido. Nos habla de un recluso violento que no deja de hacer fechorías para que lo cambien de cárcel, poco más.
Tanto en Bronson como en La naranja mecánica hay mucha violencia, incluso me atrevería a decir que estéticamente comparten algunas similitudes, pero de nuevo, no comparten nada más.

Poco más se puede decir de este título. Es entretenida, está bien rodada y te pasas todo el metraje esperando a ver cual es la nueva burrada que comete el protagonista, pero no esperéis encontrar un mensaje ni una historia profunda.

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