En principio puede parecer una propuesta interesante una película bélica donde los hechos son descritos desde una triple perspectiva: la de los dos bandos en combate y la de los civiles, y utilizando en la narración el formato lineal, ya que lo que más abunda ultimamente es el uso de los flashbacks. Pero tiene un gran problema, y es que la historia se hace poco creíble, no causa ninguna emoción a pesar de lo dramático de los acontecimientos, y ello pese a los esfuerzos del director por darle emotividad a la película hasta el punto de resultar patético en algunos momentos, como cuando en una escena se plagia de forma descarada y con una demostración de total falta de talento una de las secuencias más emocionantes del cine, aquella de "Platoon" al elevarse el helicoptero mientras suena el "adagio para cuerdas" de Samuel Barber. Esa escena me pareció lamentable, que es el tono general de toda la película, en especial el último tercio.

La película es merecedora de un notable, pero cuando termina te das cuenta de que acabas de presenciar una gran película; que es una de esas que recordarás durante algún tiempo ya que tiene un final demoledor. Me recordó a "El juramento" de Sean Penn por la sensación que le queda al personaje, próxima a la locura. Tiene razón el protagonista cuando dice que lo único que tenemos es el presente, pero no añadió que ese presente está siempre muy condicionado por nuestro pasado, y que en su caso ese pasado lo ocupa un vacío desolador. Sólo al final se da cuenta.

Magistral. Lo que parecía una película sobre ecologismo y reivindicación de la naturaleza escondía en realidad un brutal episodio sobre sicología y las consecuencias catastróficas a que puede llevar la satisfacción de una obsesión. Contiene escenas de una gran crudeza y uno de los finales más inquietantes que haya visto recientemente. No soy bueno buscando paralelismos entre obras artísticas, pero en este caso encuentro un parecido razonable con la película protagonizada por Russell Crowe (en ésta su personaje se convierte en un jefe de patrulla), y he de decir que no recuerdo como termina la cinta de Peter Weir ni me he molestado en comprobarlo para escribir esta crítica, pero estoy seguro que el final de "La patrulla de la montaña" no lo olvidaré tan fácilmente.

Pocas películas presentan una mezcla de géneros tan interesante como ésta. Una primera parte en la que nos presentan los personajes y el contexto en la que sobresale la vis cómica; y una segunda mucho más tensa y de suspense en la que destaca la vis dramática.
Técnicamente espléndida, con escenas como la del policía que descubre una huella en el lugar del crimen, rodada en un solo plano, o la escena final, con el primer plano del policía, llena de dramatismo, pese a que no es precisamente el mejor actor de la película.
Destaca también la música y el uso que hace de ella este director en sus películas.
Son de mejorar las escenas que describen las técnicas utilizadas por la policía en los interrogatorios, demasiado bondadosas y tal vez algo faltas de realismo, quizás por las mejorables interpretaciones de algunos actores.
Una más que notable película de suspense con adn oriental.

Pese a que tiene algún que otro susto es una cinta totalmente precedible, sin sorpresas, sin giros argumentales, que sigue al pie de la letra las pautas de las películas de su genero, que son el 90% de las que se hacen de terror, comenzando por las puertas que se abren sólas y terminando con la facilidad con la que los personajes son capaces de conseguir informacion sobre sucesos muy lejanos en el tiempo y de trascendencia únicamente local, que en este caso se hace más incomprensible porque la película está ambientada en la era analógica.
Aún así hay una escena sorprendente, que tiene uno de los giros más increíbles de la historia del cine (spoiler).