Ya conocemos en qué consiste el cine de Mariano Ozores. ¡Ojo! Y eso no significa necesariamente que haya de arrojarse a las tinieblas: sólo por las risas que más de una vez (y dos y tres) nos ha logrado arrancar, ya logra más que muchas otras películas que va con ínfulas de no se sabe qué. Otra cosa es que siempre hiciera un cine “digno”, como el mismo don Mariano comentó alguna vez (por ejemplo, en el ínclito programa de Carlos Pumares “Polvo de estrellas”, por muchos conocido por estos pagos, sin duda): más bien, creo yo, iba por el filo de la navaja de la dignidad. Eso sí, hay que reconocer que a veces la taquilla se portaba muy bien con sus producciones...

... y ése es justo el caso de “Venta por pisos”. No sólo tuvo una buena acogida entre el público, sino que también el guión (con acento, se siente, RAE) está más trabajado de lo que parece. Escenas algo picantes, típicas de la época (principios de los setenta), buenos actores (como D. José Luis y un poco dado a aparecer en pantalla Pedro Osinaga) y una trama divertida conforman este filme, con una banda sonora, eso sí, bastante pachanguera que curiosamente (¡oh!) no es de Alfonso Santisteban, sino de Gregorio García Segura, a estos efectos epígono, sin duda, del anterior.

Esto es, básicamente, “Venta por pisos”. ¿Les parece poco? A un servidor, desde luego, no.

Año 1987, realmente me gustaría saber qué demontre proyectaban en los otros cines de mi ciudad, para acabar viendo esto.

Motivo real: ver a la Obregón, dejémoslo claro desde un principio.

Motivo irreal: teníamos curiosidad de ver los uniformes que luciría el Cuerpo Nacional de Policía en un futuro (aún tardaron unos años en ir vestidos así).

Conclusiones: la Obregón, ché, no sale en bolas en ningún momento; Emilio Aragón no logra hacer reir (¡vaya!); Agustín González hace de Agustín González; Juan Luis Galiardo, en aquel año tan popular por hacer de "el Chepa" en la serie televisiva "Turno de Oficio" está correcto (lástima de final donde su caída resulta poco creíble --que se tira, vaya jejeje--); un guión flojísimo... y, en fin, una peli más bien malucha pero hasta simpática.

Tras emitir mi voto en que pongo a caldo esta película, me presto a escribir unas líneas sin que tuviera inicialmente para nada dicho propósito; un servidor lo hace únicamente para arrojar algo de luz al otro usuario de fa que comenta que no se acuerda de cómo acababa este pestiño.

Pues sepa Vd. que el final de marras fue polémico en su momento, porque precisamente cuando se proyectó esta cosa en los cines se armó la marimorena con él, ya que se decía (es muy fuerte) que la Bo Derek compartía escenas de bestialismo con un gorila (!!).

Como diría el castizo, "No reírse", porque la cosa se las trae. Al final, ni barbaridades ni nada. Mientras salen los letreros, la señora del director comparte plano con unos simios sin que pase absolutamente nada de nada de nada.

¿Sería legítimo pensar, al analizar esto, que todo respondía a una maniobra perversa encaminada a que la gente se quedase hasta el término de esta basura integral, y evitarse así las riadas hacia las salidas de los cines durante la proyección?

Cualquier cosa es posible...

Un buen día, un jueves por la noche, en la 2 de Televisión Española, proyectaron esta película. No tenía ni idea de cuál era su argumento... y me topé con la agradabilísima sorpresa, al terminar de verla, de que había contemplado una obra maestra absoluta, con un guión excepcional, unas interpretaciones absolutamente fuera de serie, que te emociona, te implica, te envuelve... ¿Pueden estar magníficos todos los actores en una película? Sí, "La Patagonia rebelde" es la prueba. Si no, precisamente, no la consideraría una obra maestra.

No se la pierdan.

A ver: sé que muy a menudo decimos: Tal o cual "es la peor película que he visto en mi vida". Pero es que en este caso es LITERAL.

Aquí­ no hay nada, absolutamente nada, absolutí­simamente nada: ni dirección, ni medios, ni guión, ni historia, ni mucho menos interpretación o algo que se le parezca. ¡Es que, además, ni se oye bien: el sonido directo es deleznable! Execrable, pues, desde todos los puntos de vista.

En fin, para mí es incluso peor que "El ETE y el OTO", que ya es (mucho) decir.