Magnífica película de misterio que, con un clímax pausado y al tiempo que nos sirve la intriga en sí, ahonda en las reacciones ante lo incomprensible en una pequeña y devota ciudad; y esto con personajes muy bien caracterizados, alejados de esas caricaturas que dan dentera en tantas películas de este tipo; y es que «From within» es mucho mejor que la gran mayoría de sus congéneres. Con cintas así se demuestra que, si se aplica bien el catón, las historias de siempre no se agotan (ahí está, por ejemplo, la excelente «Dead set, muerte en directo»).
Quiero resaltar la actuación de la protagonista Elizabeth Rice, la cual, además de ser un auténtico regalo para la vista, hace creíble un personaje que plantea muchas exigencias al intérprete.

Dos jóvenes vecinos mal avenidos se sirven de un inopinado “cambio de cuerpos” para ajustarse las cuentas. La idea da tanto juego que decepciona un desenlace que incurre en algunos de los tópicos que dan dentera en las comedias románticas de adolescentes, entre ellos la presencia de un personaje frívolo que acaba ridiculizado. Eso sí, antes la película nos depara algunos simpáticos momentos, en particular ver a la guapísima Samaire Armstrong dominada por una mente masculina que, llegado el caso, conferirá un aire sexy y dicharachero a la personalidad de su “polo opuesto”. Con un final más original (si no en el fondo, al menos en la forma) estaríamos ante una gran película.

Insatisfactoria muestra de ese subgénero de terror basado en la gente tan rara que vive en medio de los bosques. Película delirante en el peor sentido, pues mezcla (mal) la tensión que sufre una pareja al verse en manos de unos chiflados con un desenlace lleno de tonterías y absurdos. En mi opinión es mucho peor que la estimable «El placer de la caza». Sólo salvo a la escultural Nadia Fares (y no Feres como pone en la ficha), a la que vemos todo el rato con ropa ajustada que le sienta divinamente.

Es una de esas películas que apelan a nuestros más tontos instintos, y que sólo se pueden justificar si no se toman demasiado en serio a sí mismas; no es el caso con este bodrio tontamente morboso y cuyo final, digan lo que digan, es una soberana memez de carácter onanista. Y el caso es que si hubieran situado la historia en otra época (cuando la gente vivía realmente aislada), y no hubieran insultado la inteligencia del espectador con un desenlace que podría improvisar cualquier quinceañero; si se hubieran, en definitiva, rascado un poco la cabeza, la cosa podría haber quedado bien, pero —¡ojo!— eso es algo que ha estado muy lejos de suceder. Avisados están...

Parece mentira que los propios creadores de una historia no la entiendan... La decrépita abuela de X no necesitaba una explicación pedestre y previsible como la que nos ofrece esta película, era simplemente una mujer cuyo tiempo había pasado, circunstancia que nos pone ante la alternativa de saber envejecer o morirnos a su debido momento. Lo aterrador del personaje era que cualquiera podía llegar a ser alguien así; crearle un pasado como el que nos ofrece esta cinta mata su universalidad y lo empequeñece (de hecho, alguna escena de la primera película sobra por esta misma razón).