He pensado al verla, que tal vez no me haya gustado por su trama. Un tema que no me interesa, con unos personajes que no me dicen nada. Veo que en esta página la nota es baja, por lo cual no debo estar muy equivocado pese a las críticas "medio" aceptables, de los profesionales.

No hay ninguna crítica a la hora de hacer la mía, por lo que tampoco ha inspirado a nadie a dar las razones que nos llevan a votar.

El cine quinqui, durante los últimos años de la década de los 70, y principios de los 80, vivió su mayor esplendor, pero a su vez surgieron películas menores como CHOCOLATE, un trabajo que se va desdibujando a medida que avanza.

Actores correctos, para un proyecto muy simple, con un argumento resuelto sin soltura. En la cabeza de todos los aficionados permanecen aquellas emblemáticas.... DEPRISA, DEPRISA, COLEGAS, PERROS CALLEJEROS, EL VAQUILLA, EL PICO, NAVAJEROS, 27 HORAS... Chocolate, está considerada una más, pero yo no la pondría a la misma altura.

Se resuelve en el último tramo de manera chapucera, amparada en una música que aporta poco y unas actuaciones que, en este caso, no están secundadas por un buen guion, ni una dirección firme.

Nos encontramos ante una metáfora emocional que condiciona todo el metraje de la película. Sus directores, Sam H. Freeman y Ng Choon Ping, solapan al espectador, el conocimiento de las intenciones de Jules, la drag agredida, cuando inicia una relación sexual con Preston su agresor, con el que casualmente tropieza en una sauna gay.

Lo que se cuenta pudiese parecer transgresor, pero existe en ella una parte sentimental, tal vez no entendible... o sí. Debo reconocer que a mi la historia me ha llegado, y en esa violencia explícita no entendible, pudiera reconocerse un componente sadomasoquista, intemporal.

Todos los actores contribuyen a hacer creíble la historia, con interpretaciones alejadas del piloto automático. Debo destacar el protagonismo de Fernando Tejero, al acometer ese papel de cine negro, desde una oscuridad necesaria, transmitida con solvencia.
Es un actor que se proyecta desde las entrañas, y eso llega. Considero que profesionalmente está desaprovechado; encajaría magistralmente, como lo hace aquí, en interpretaciones de una lateralidad que siempre consigue resolver con maestría.

También destacar el buen hacer de Óscar Casas, que está consiguiendo hacerse un hueco como joven actor muy resolutivo, quizá orientado por su hermano Mario.

El último tramo logra que conectemos por fin, tras inicios titubeantes. Creo que es una película para ver dos veces por el entramado y las lecturas paralelas.

Carlos Cuevas y Miki Esparbé, se manejan bien, haciendo que la historia funcione. Se impregna de un humor fresco y creíble... una búsqueda del amor en la era del descreimiento, donde todos sabemos lo que "no" vamos a encontrar, pero tampoco renunciamos a hallarlo.

Exploración intimista de un hallazgo, un tropiezo, que aleje de esta soledad implacable, que tampoco garantiza nada; reflejando con destreza y habilidad, la frivolidad de los tiempos.

Nos encontramos ante un todo conceptual, en el frágil "mercado" de las relaciones afectivas, y sociales en cuanto a los sentimientos entre hombres.