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Críticas de Luis Guillermo Cardona
Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
8
17 de noviembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de ser una diosa (de la justicia retributiva y el equilibrio), para los griegos antiguos, Némesis era un sentimiento moral, una suerte de barrera contra el mal y la indecencia. Dicho de otra manera, Némesis era, y sigue siendo, la Ley de Consecuencia (“toda acción produce una reacción que es equitativa con lo bueno o lo malo que hayas hecho”). Luego, ha sido la deidad justa e imparcial que solo reserva sus implacables decisiones contra aquellos cuya inteligencia luce extraviada por el orgullo, el egoísmo y la impiedad.

Cuando el escritor francés, Louis Hémon (“Maria Chapdelaine”), escribió su novela, “Monsieur Ripois et la Némésis” (1950), rememoró el término griego para trazar la historia de, Amedée Ripois, un exiliado francés radicado en Londres, quien se dedica a tener aventuras amorosas… hasta que por fin conoce a Ella (Patricia, en la adaptación fílmica), la muchacha capaz de entrar hasta el fondo de su alma… y quizás, comprenda entonces unas cuantas cosas que lo marcarán para siempre.

Con algunas variaciones, Hugh Mills, René Clément y Raymond Queneau, se encargaron de la traslación a guion cinematográfico y con la dirección de Clément, una agradable recreación de la implacable Némesis, ha quedado para la historia. Con una buena dosis del catálogo típico del donjuán: crear situaciones de encuentro… fingir condiciones dramáticas… mostrarse dócil y tierno cuando convenga… huir cuando note la "encerrona"… y con una bien cuidada labor de imagen que incluye contraluces, ángulos muy selectos, y un buen uso de espejos, el director francés se aplica a este nuevo género -el cine romántico-, logrando una historia muy entretenida que, tanto a hombres como a mujeres, nos aportará una buena lección.

Gérard Philipe, encaja muy bien como el seductor al que, “si una mujer no cede, lo aburre… y si cede, lo aburre más todavía”. A su lado, Natasha Perry (Patricia), Valerie Hobson (Catherine), Joan Greenwood (Norah) y Germaine Montero (Marcelle), serán las mujeres que trazarán su destino… y analícenlas muy bien, porque ¡cada una de ellas sabe lo que hace!

Cuando pienso en cierta clase de hombres que son incapaces de vivir sin una máscara moral, se me ocurre preguntarles: ¿Por qué no tratan de ser como Realmente son? Más que sexo, quizás sea así como un día encuentren el verdadero Amor. Porque, a las mujeres se las puede engañar, pero ha de llegar el momento en que se te caiga la máscara… y ellas estarán ahí para recogerla.

Título para Latinoamérica: AMANTE A LA MEDIDA
Luis Guillermo Cardona
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7
27 de julio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Imposible negar el virtuosismo del director canadiense, Roger Spottiswoode, para hacer películas de acción con una fuerte y convincente dinámica, y con unas narrativas que fluyen como un torrencial, sirviéndose de osados personajes decididamente singulares e involucrados en un juego de situaciones donde el peligro siempre está a la vuelta de la esquina… ¡y no es cualquier peligro! “Under Fire” (1983), “Tomorrow Never Dies” (1997) y <<RIPLEY UNDER GROUND>>, podrían ser las mejores muestras de esta afirmación, pues, nos han dejado la sensación de esa suerte de efectivo artesano que no consigue (o no pretende) decantarse hacia un estilo claramente personal, pero, que conoce su oficio y hace las cosas que le encargan de la mejor manera que puede… teniendo logros como estos que citamos, y quizás haya otros que aún no conozcamos.

Partiendo de la segunda novela de la llamada ‘Ripliad’: “Ripley Under Ground” (Ripley Bajo Tierra) publicada en el año 1970 por Patricia Highsmith, la adaptación la hicieron, William Blake Herron y Donald Westlake, y estos logran que el personaje conserve intactos sus esenciales “talentos”: Falsificador, Mentiroso y Suplantador (así con mayúscula)… y también algo de seductor, de tipo complaciente, y dispuesto a matar si se siente bajo presión, aunque aquí -podríamos pensar- resulta bastante bien librado.

La trama nos habla de un pintor llamado Derwatt, quien, tras una decepción amorosa cae en la necia trampa del suicidio, y al no tener herederos de su arte, a su grupo de amigos se les ocurre ocultar su muerte para favorecer una exposición que está a punto de abrirse... y ésta resulta tan exitosa, que hasta aparece un cliente llamado, Neil Murchinson, dispuesto a pagar por el próximo cuadro que el pintor haga a su libre criterio. Los muchachos se sirven entonces del asistente de Derwatt para proseguir la tarea del fallecido, y Tom Ripley, el reconocido marchante, va a hacer uso de todos sus “talentos” para que el dinero siga llegando bien planchado a sus bolsillos.

Una ágil edición y una atractiva puesta en escena con magníficas localizaciones que dan al filme un marcado toque inglés, ayudan a mantener, el juego, complaciente con nuestra vista; y una muy buena banda sonora de Jeff Danna + unas eficaces escenas de suspenso, aseguran una agradable fluidez que hace que la película logre ser un buen entretenimiento.

Barry Pepper, actor a quien ya conocíamos por sus valiosos roles en, “The Green Mile” y en “25th Hour”, nos ofrece un Tom Ripley para nada desdeñable, con un aire más donjuanesco y vividor que sus predecesores, pero con esa misma mezcla de tipo encantador y súbitamente peligroso. Claire Forlani es Cynthia, la chica que se la juega toda para lograr el éxito de la patraña; y Willem Defoe (como Murchinson) asume el curioso rol de instrumento del universo para desequilibrar lo que, hasta entonces, lucía como una efectiva falsificación artística.

Como divertimento, <<RIPLEY UNDER GROUND>>, cumple plenamente su cometido (la secuencia del clímax y cierre es magnífica)… y quienes deseen profundizar un poco más en el cuestionamiento implícito que hace la autora a cierta clase social y a ciertas instituciones, no perderán el tiempo remitiéndose a la novela… a fin de cuentas, leer a, Patricia Highsmith, siempre será bien interesante.

Título para Latinoamérica: MR. RIPLEY, EL REGRESO
Luis Guillermo Cardona
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8
2 de julio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todavía era un modesto cabo, cuando Alvin Cullum York (mejor, Alvin C. York), convencido por su comandante de que ‘la objeción de conciencia carece de sentido cuando se lucha por la libertad’, logró eliminar a una veintena de alemanes y capturó a 132, durante la ofensiva en Meuse-Argonne, Francia, en el conflicto de la Primera Guerra Mundial. Estas acciones, sumadas a que, también en el mismo episodio, se tomó 32 ametralladoras pudiendo salvar muchas vidas entre sus compatriotas, le merecieron, entre otras tantas, la Medalla de Honor, y York se convirtió en el soldado más condecorado de la Primera Guerra Mundial.

Aunque, Alvin York comió cuento cuando le hablaron de libertad, puesto que, los intereses que motivaron a los Estados Unidos de Norteamérica a entrar en la guerra fueron principalmente económicos -ya que, al igual que Inglaterra y Francia, mantenía bien exacerbados los ánimos de expandirse-, en la realidad y paradójicamente, esta guerra sirvió a la libertad cuando favoreció la desaparición de poderosas dinastías europeas, abrió las puertas para la Revolución Bolchevique y desencadenó otros movimientos de liberación nacional.

Era de esperarse que, un personaje como Alvin C. York, tuviera su espacio en el cine y un guion de Abem Finkel, Harry Chandlee, Howard Koch y John Huston, basados en “El diario del sargento York” y otros documentos, fue la base de la que partió el director, Howard Hawks, para realizar una aventura que empieza en un ambiente familiar colmado de deliciosas anécdotas, para luego ocuparse del episodio –curiosamente con menos acierto e interés- por el cual, York, pasaría a la historia.

No por nada, <<EL SARGENTO YORK>> transcurre en Crossville, pues, arranca como un filme de secta religiosa (donde abundan las citas bíblicas, las acciones cristianas de perdón, solidaridad y respeto por la diferencia), pero entre todo esto hay mucha calidez, unión familiar y un encantador sentido del humor; y aquí, Hawks compone cada imagen con una gran belleza visual, exaltando la tierra y reivindicando el trabajo.

Gary Cooper, logra imponer un alto carisma a su personaje, recreando a una suerte de campesino, aparentemente ingenuo, pero que, cada tanto, sorprenderá a todos con lo que ha aprendido para defenderse y para superarse. La relación que sostiene con su madre, es uno de los puntos más altos del filme y, Margaret Wicherly, le da la medida a un personaje que se admira por su firme, pero bondadoso carácter. También Joan Leslie, como Gracie Williams, con su juvenil belleza llena de lumbre cada plano en el que aparece, y su personaje alcanza un fuerte encanto como la enamorada que hábilmente lucha por lo que desea.

En general, estamos ante un filme complaciente y, Howard Hawks, se apuntaría con él otro éxito en su notable carrera.

Y quien lo dijo tiene toda la razón: “No siempre adivina uno el camino que elige la Providencia”.
Luis Guillermo Cardona
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8
12 de junio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sólo tiene un apellido, Fernández, y no sabremos su nombre para no ofender a nadie. Fernández, trabaja como dependiente desde que era un niño, ¡hace ya 25 años!, en la ferretería de don Vila, un anciano cuyo estado de salud cambia como el clima de ahora en mi país: ¡sorpresivamente!… y Fernández -la única compañía con la que cuenta el anciano-, no ve la hora de que éste muera para quedarse con la ferretería como él lo ha prometido. Convencido, tras alguna recaída, de que los días de, don Vila, están contados, Fernández tiene por fin el ánimo necesario para buscar acercarse a la vecina que lo trae de cabeza y con la que anhela vivir en la ferretería ‘de su propiedad’ … y así comienza esta singular historia de amor, mezcla de drama y de humor negro a partes iguales.

De amor... hay bien poco, pero, sí hay bastantes deseos de liberación por parte de la señorita Plasini, también sin nombre porque, casi reservada a las sombras, ha perdido su identidad… y en lo que respecta a Fernández, fácil es presentir que necesita quien lo atienda cuando ya sea propietario y administrador-dependiente.

Antes de realizar esta película, los planes de, Leonardo Favio, como realizador, estaban centrados en el proyecto de “Juan Moreira”; pero, los altos costos que éste reclamaba, lo llevaron a posponerlo… y fue, entonces, cuando su gran amigo, el productor y director, Leopoldo Torre Nilsson, al que le enseñó uno de sus cuentos, aceptó financiarle el rodaje si lo convertía a guion. De esta tarea se ocupó, una vez más, su hermano mayor, Jorge Zuhair Jury, quien, como Favio, conocía a la perfección aquella sociedad de rasgos medievales, conservadora y oscura, a la que ellos cuestionaban permanentemente. “Lo primitivo de Luján de Cuyo (Mendoza, Argentina) nos acicateó la necesidad de burlarnos y de ser herejes -contaba Zuhair a Radar 17-03-13- Así nace, <<EL DEPENDIENTE>>, en el que la mediocridad es de una exacerbación casi rayana en el rococó”.

La labor fotográfica, de la cual se encargó, Aníbal Di Salvo -cámara en mano-, es impecable y altamente creativa, logrando unos efectos psicológicos, pesadillescos y casi surreales, de primera línea; y la escena de cierre, con ese plano-secuencia desde el momento en que, la señorita Plasini, pide a su esposo que sirva los alimentos, es de antología. Otra escena memorable, tanto por su significado como por su planeación, es la del viaje hacia el funeral, cuando la liberadora muerte abre por fin el dique largo tiempo cerrado entre el señor Fernández y la señorita Plasini… que funciona también como una suerte de presagio. ¿A dónde va “el amor”?

Total acierto en el título del filme, pues, el término dependiente funciona en todas sus acepciones: Fernández atiende a los clientes de la ferretería; depende del señor Vila para sostenerse; es dependiente de las decisiones y atenciones de las mujeres Plasini (a las que jamás lleva un confite)… y depende de lo que suceda para poder ser alguien. Por eso, cuando por fin entiende que siempre le ha echado el perejil a la sopa, es cuando se da cuenta quién ha sido en esta vida.

Las actuaciones de, Walter Vidarte, Graciela Borges, Nora Cullen y Fernando “Tacholas” Iglesias, son ¡de película!

<<EL DEPENDIENTE>>, es uno de los títulos imprescindibles de Leonardo Favio.
Luis Guillermo Cardona
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8
11 de junio de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mientras, Ciro Guerra (el director) y Cristina Gallego (entonces productora), se hallaban en los preparativos del rodaje de su notable película, “Los Viajes del Viento” (2009), en sus charlas informales con los habitantes de La Guajira, Colombia, estos les narraron muchas historias sobre la llamada Bonanza Marimbera (alto cultivo y exportación de marihuana hacia los Estados Unidos de Norteamérica) que tuvo lugar entre 1975 y 1985, aproximadamente, la cual generó la llegada de grandes sumas de dólares al país… y también un buen número de masacres, venganzas familiares y toda suerte de atrocidades. Tras cada historia que llegaba a sus atentos oídos, los realizadores se preguntaban, cómo podía ser que nadie se hubiese ocupado, cinematográficamente, de semejante momento histórico… aunque cabe recordar que hubo una curiosa referencia al tema de los cultivos ilícitos en el filme de Jairo Pinilla, “Área Maldita” (1980). También accedieron, Guerra y Gallego, a un amplio conocimiento del rol de la mujer en la etnia Wayuu, y todo esto, es lo que vamos a ver, debida y muy efectivamente recreado en, <<PÁJAROS DE VERANO>>, uno de esos valiosos filmes que nos aproximan a la zona gris de la historia de nuestra patria.

Pueblo dedicado, sobre todo, al pastoreo (cabras, chivos, caballos, mulas…), a la pesca y a las labores artesanales, los wayuu tienen entre sus tradiciones que, cuando un hombre quiere casarse, debe lograr un acuerdo con los padres de la novia donde se definirá cuanto ganado y joyas deberá entregar como dote.

Rapayet, es un joven que, al no tener como pagar la dote que le permitirá casarse con la bella, Zaida, del clan Pushaina, terminará aliado a su viejo amigo Moisés (Moncho), con el cual comprará marihuana a su primo Anibal, la cual ellos venderán a los turistas gringos… y muy pronto a la mafia de este país.

Como puede esperarse, el flujo de dólares que llega a sus arcas pronto comenzará a empañarse… y entonces, asistiremos a un enfrentamiento entre dos clanes familiares que, Gallego y Guerra, van a recrear con notable recursividad narrativa, dándose el gusto de trabajar con auténticos wayuu, y hasta rodar gran parte de las escenas habladas en su dialecto.

La autenticidad del filme, lo convierte en una obra antropológica muy significativa y, además de los muchos logros visuales, la trama, en general, convence, y ese negro lunar de la historia de Colombia queda claramente reflejado… y aunque no podamos hablar de actuaciones magistrales, necesario es reconocer que los protagonistas lucen auténticos y un cierto halo de poesía (los capítulos separados como cantos; los simbolismos con los animales; Úrsula en referencia a “Cien años de soledad”; el cantor anticipando algunos hechos…) que emerge a todo lo largo de la historia, consolida una obra que enaltece al cine colombiano.
Luis Guillermo Cardona
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