Un cómico, un genio, un pionero, un visionario, un artista.
Un director, un productor, un actor (y madre mía que pedazo de actor), un compositor.
Un humanista, un idealista, un romántico empedernido, un soñador, un vividor.
Un detalle, una pícara sonrisa, un arqueo de cejas, un gesto, una mirada.
Y la esperanza, la ilusión, la felicidad, la dignidad, la rabia, la mala leche, la crítica, la pasión, la desilusión... Y el amor.

Y otra obra maestra más, otra rabiosa y enérgica película, desternillante, entrañable, eterna, única, irrepetible.

Qué grande era este tipo. Qué grande es. Y grande seguirá siendo por el resto de los tiempos, porque nadie podrá superar nunca su desbordante talento, su ingeniosa capacidad para hacer reír, o para hacer llorar, su inventiva, su imaginación, su amarga y nostálgica mirada, reflejo universal de millones de personas en el mundo, que tan solo buscan una cosa: SER FELICES.

Genial película de un Linklater que ha demostrado manejarse mejor con películas modestas que con las de gran presupuesto, sacando a relucir sus notorias cualidades, esto es unos diálogos amenos e interesantes y una soberbia dirección de actores, dejándoles a ellos mismos la responsabilidad de sustentar por si solos la emoción contenida y ese sutil halo de romanticismo que supone el visionado de "Before Sunset", con sinceridad y con un compromiso y un respeto total por el material y las pretensiones que manejan.

El resultado es una película inteligente y estimulante, que nos hace sentir la nostalgia y tristeza de los personajes por el tiempo perdido, que nos hace reflexionar a nosotros mismos sobre esas decisiones equivocadas, esos trenes que solo pasan una vez en la vida y las huellas que dejan para siempre en nuestra memoria esas personas que vienen y van, pero que mientras estuvieron nos hicieron sentir VIVOS.

Le tengo un gran aprecio a esta película. Mi mente recuerda un prólogo majestuoso al "son de Notre Dame", la épica imagen de Quasimodo pidiendo Asilo para Esmeralda, y una banda sonora espectacular.

Cierto es que con el tiempo, y una vez leída la maravillosa obra original de Victor Hugo *, uno le saca todos los defectos. Las licencias que toma están al servicio de una historia más asequible para todos los públicos, para un final almibarado "made in Disney".

Aún así, me parece el mejor largometraje de la factoría. Es la más oscura y adulta, tratando temáticas como la corrupción de la iglesia o el racismo. La muerte, que ya apareció en "El Rey León", adquiere aquí una importancia trágica, acompañando a los personajes durante toda la historia.


* Recomendar para el que no lo haya hecho aún, la lectura de Nuestra señora de París, novela en la que se basó "El jorobado de Notre Dame" y que ha inspirado algunas películas, obras de teatro y libretos de ópera. Un libro impresionante y enormemente emotivo, una de las cumbres del romanticismo francés.

La perfección estilística y narrativa de Howard Hawks.

Un espléndido (para variar) John Wayne.

Dean Martin expresando la amargura absoluta.

Bellísima y tristísima música de Dimitri Tiomkin.

La explosivamente sensual Angie Dickinson.

Unos secundarios de auténtico lujo.

Maravillosa fotografía de tonos ocres.

Lirismo, belleza, humor y poesía a partes iguales.

Tan buena que uno tiene la tentación de ponerla a la altura del mejor Ford.

Una sonrisa de felicidad se me dibuja en el rostro con tan solo escribir el título.

Si este no es uno de los mejores westerns que baje Dios y lo vea.

La esencia del oeste, reflejada en una botella de whisky, en un rifle, en un rostro y en una canción: My rifle, my poney and me...

Extraordinaria.

Puro cine.

Pura vida.

Que le dieran el Oscar a "Crash" antes que a "Munich", "Buenas noches y buena suerte", o "Match Point", me parece sencillamente un insulto a la inteligencia, una broma de muy mal gusto.

El problema de "Crash" no es solo que esté sobrevalorada hasta el infinito debido a su efectismo barato. El problema de "Crash" es que no me la creo. Me parece una película ridícula, superficial en el drama que plantea y blanda en su resolución final, bordeando los límites de la vergüenza ajena.

"Aquí no ha pasado nada, los americanos en el fondo somos buena gente, los casos de racismo son aislados y aquí todo tiene arreglo puesto que las personas somos en el fondo muy buenas, solo es el contexto y la situación lo que nos pervierte." ¿Y esto se supone que es la lección vital que me iba a maravillar?

Me parece mentira que el director de este simplista e infantil análisis de la sociedad americana haya sido también creador del guión de una obra tan perturbadora, dura y magistral como "Million dollar baby".

Supongo que siempre nos quedará Clint Eastwood.