Ambos adjetivos definen con exactitud la última película de Almodóvar quien sabe combinar las costumbres de las gentes de su pueblo natal con un aire cómico e inegioso. Con una banda sonora característica de sus películas que ambienta escenas de cierta tensión pero graciosas por su inverosimilitud, el director sigue con su gusto por las películas de apariencia sencilla pero cuyos personajes esconden un misterio.

Por otro lado, la película deja ver que Penélope Cruz sabe actuar, siempre que sea bajo una buena dirección. Es una mujer de fuerte temperamento, con huellas de su pueblecito (véase la combinación de ropa y de los colores) y que sabe sacarle provecho a toda oportunidad. Una Blanca Portillo en la piel de una pueblerina amiga de la protagonista, muy liberal y bien caracterizada. Lola Dueñas es la hermana de Penélope, es la versión tímida, buenaza e ingenua. Y una excelente Carmen Maura como madre de las hermanas.

Todas saben provocar la risa al espectador en múltiples ocasiones, todas saben dejar muy claro que se han ganado su fama de buenas actrices, todas aportan su granito de arena a una película muy colorida, alegre y que bajo su apariente sencillez esconde determinadas verdades sociales teñidas de escenas inverosímiles.

En un pequeño pueblo, como no, americano, un asesino se dedica a matar a los adolescentes vírgenes por lo que todos deben perder su virginidad si quieren sobrevivir: el cómo y con quién no importa.

Una vez más, Almodóvar deja claro que sabe hacerse con un público dispuesto a apreciar sus películas. Con un argumento más complejo de lo que parece, la película consigue que el espectador no quede decepcionado, ya que el cruce de las historias personales de cada personaje deja secretos no cubiertos hasta el final. Si la homosexualidad es la base del argumento, no hace de éste algo monótono, ya que añade intriga a cada escena relacionada, sin permitir al propio espectador que imagine lo que ha podido suceder con el personaje principal "presente" y ausente, Ignacio Rodríguez.
Romances de una infancia perturbada, vidas que se cruzan dejando ver tras de sí caminos ocultos, personajes con un toque de humor en ocasiones, pero con un trasfondo de tristaza y pasiones rotas.

Cuando te enteras de que uno de los mejores directores de hoy en día va a hacer una película y que encima será una composición con uno de sus amigos, y no una película a secas, la espera hasta que llega al cine se hace eterna.

El argumento de la película es el típico de película de miedo americana de las malas y para adolescentes con ganas de ver bonitos cuerpos en pantalla. Pero como todo lo que toca Tarantino va mucho más allá de un asesino al volante. Todo empieza como las películas de este tipo, jóvenes guapas con bonitos traseros que se cuentan sus cotilleos mientras van de camino a una fiesta sólo de chicas (el padre americano que desconfía de su hija no puede faltar -aunque no aparezca-). Alcohol, proposiciones subidas de tono, más chupitos y más buena música. Pero entre tanto tópico, no podían faltar esos personajes con estilo que tanto sabe recrear este hombre.

La película tiene dos partes, la típica predeciblemente americana con escenas de desfase e incluso de miedo, y la otra en la que las protagonistas son chicas con las que "no se puede jugar". La trama da un giro inesperado, en el que Rosario Dawson deja bien claro que nada es lo que parece.

Escenas rodadas como si de una película de bajo coste se tratara (películas de los 70 a las que rinde homenaje), sólo los que sepan hasta dónde puede llegar el director se darán cuenta de los "no fallos" de la película. Muy bien ambientada, una banda sonora que acompaña a la perfección, algún que otro detalle recordando a sus otras películas, y sobre todo, un final muy bien logrado.