Parece mentira, pero es así: aunque esta peli apenas llega a la hora y media, le sobran veinte minutos. Es justo lo que ocupan las situaciones redundantes, o sensibleras o de simple rellseno. La trama ya se sabe más o menos, y al margen de que resulte un tanto increíble que a la cabeza de un trabajo tan importante como el del famoso hormigón acaben dos tarados (el "bastardo" y Donal), lo de este capataz, maestro de obras o ingeniero cuasi-intachable intentando hacer lo correcto y criticado por todos es poco asumible. Sobre todo, uno se pregunta por qué no se inventa una excusa para no tener que lidiar con la señora esposa por teléfono justo en esa noche. ¿Tiene que enfrentarse con todo a la vez?
Una vez superada la incredulidad, no digo que la peli esté mal, sólo que es larga. La interpretación de Hardy es bastante buena, y en el coche se va cómodo.

Los que quedamos encantados con la famosa Crash (2004) vamos lamentando cómo el entonces brillante guionista y director Paul Haggis sigue la ruta de la mediocridad del mismo modo que su alter-ego escritor en esta película. En el valle de Elah (2007) fue una digna cinta; pero Los próximos tres días (2010), remake de una peli francesa, se olvida nada más verla, y en ésta nos damos de bruces contra una larguísima e hiperfragmentada obra, donde trenza tres historias que son la misma, tres variaciones, impulsadas desde el mismo personaje-autor y de nuevo alter-ego que, como todo escritor al que no se le ocurre nada verdaderamente bueno, empieza a mirarse el ombligo y quiere escribir simplemente por escribir, no porque sea necesario. Lo mismo ocurre cuando hay que dirigir porque ya toca, que se puede levantar una trama lenta, densa e inmóvil en la que los comportamientos resultan inexplicables porque las claves se van aportando muy poco a poco, y luego siempre son de lo malo lo más peor: la hija que tiene relaciones con su padre (qué obsesión tiene la mala literatura con el incesto), o los diversos y culpabilizados padres/madres que no han cuidado correctamente a sus hijos. Todo un mundo de aparatosos secretos para estos personajes que sufren muchísimo por su error del pasado, hasta que encuentran la liberación por obra y gracia de la imaginación artística, es decir, porque al Sr. Haggis le viene bien para cerrar la peli.

No hay demasiadas películas interesantes sobre el running, la mayoría dan vueltas a alguna figura histórica o a los maratones, y suelen ser tan malas que no merecen un segundo visionado; de las dos que recuerdo con más calidad, una tiene al running en segundo plano, La soledad del corredor de fondo; y la otra es la peli de referencia, Carros de fuego. Por su parte, este largo canadiense retrata a una chica que vive para correr, literalmente, así que el running es su tema cardinal, pero dedica menos tiempo al deporte que a ofrecer un retrato del personaje (por cierto, no demasiado atractivo, ya que es una chica sencilla, tímida, insegura salvo cuando está compitiendo), por lo que podemos considerar a la peli dentro del cine de autor. Me ha gustado cómo se filma lo que rodea a los entrenamientos y a la preparación de las corredoras; pero prevalece el retrato de los personajes. Lo malo es que, como queda claro en la entrevista para el periódico universitario, Sarah no tiene mucho que contar: es una chica que ama correr, sólo eso.
Entre sus haberes destaca que no es larga, el tema es interesante y los actores lo hacen bien en general. El debe principal es que juega a ser ambigua pero lo deja todo completamente claro. También resulta algo fría.

En un pequeño pueblo de Calabria, Caulonia, y en la sierra de los alrededores, transcurre esta película sorprendente. No tiene diálogos actorales, no son precisos los subtítulos para disfrutarla, porque es una película próxima al documental, si bien no lo es exactamente, ya que hay una serie de historias mínimas: el viejo pastor que come tierra de la iglesia porque cree que tiene virtudes curativas, las simpáticas cabras y el perro, el chivo que se pierde en la sierra, la procesión y la fiesta del abeto, la técnica para fabricar carbón vegetal (qué bien cuenta el proceso)... Empieza narrativa y se va volviendo más descriptiva. A mí no me ha aburrido en ningún momento, es más, la he disfrutado mucho, me ha gustado la pintura de un lugar tan agreste y falto de recursos: el viejo que coge caracoles mientras pastorea, la leche a cambio del polvo de la iglesia, el abeto que ofrece diversión y carbón para el invierno, las cabras rodeando al pastor en la cama... Para mí, una estupenda película, cine de verdad.

De esta película se pueden salvar pocas cosas y hay que achacarle bastantes más. Woody está gracioso, pero el director y actor principal (Turturro) ha decidido que el protagonista era él y su cara de palo, así que una cosa no compensa a la otra. La trama alocada del gigoló también es divertida; pero han metido por medio una historia de amor que al final resulta que no era de amor y otra de crítica al fundamentalismo judío que por supuesto se lleva con guante de seda y con las que pierde mucho metraje en meandros insulsos. Las parodias de Cowboy de Medianoche y la de M también están en la frontera del puro descaro. Lo mejor sin duda son los raros momentos en que Woody está gracioso, y cuando aparecen esas tormentas que son la Stone y la Vergara. También hay un negrillo muy simpático (aunque no se sepa nunca a qué viene toda esa mezcla racial y cultural en la película). Todo lo demás, el guión y en especial Turturro y la Paradis son demasiado sentenciosos y tristones para tratarse de una comedia.