Me recuerda a otra serie francesa de polis, Candice Renoir. Esta es una serie con los ingredientes más básicos, dos polis de distinto carácter que se complementan. Lo siempre visto, pero lo cierto es que tiene un especial encanto que hace que se siga con gusto. Las tramas están bien escritas y los personajes habituales se hacen entrañables, todo ello con la amabilidad de la comedia francesa tradicional. Y es un alivio seguir una serie policiaca sin las estridencias y violencias yanquis.
Un poli que come cruasanes por fuerza ha de gustar más que uno que come dónuts.

Una gran comedia con base detectivesca y un planteamiento lleno de originalidad. El protagonista está que se sale, es un hallazgo su personaje, pero es que los demás también. Cada episodio tiene un guión elaborado y además la trama de continuación, apoyada en esos personajes que rodean al protagonista, te hace sorprenderte cada vez. Son un gran acierto los apartes del guión escenificando los locos pensamientos del profesor, algunos verdaderamente hilarantes.
La metí en el cajón de las series "de culto" y la veo de nuevo sin que haya perdido un ápice de frescura.

Estoy volviendo a verla y la disfruto tanto o más que cuando la estrenaron. Es una gran lección de cine/tv con esos personajes locos y entrañables en ese pueblo fantástico, y con su lío en cada episodio que siempre empieza y acaba de forma que te sorprende. No solo no ha envejecido como otras series, esta tiene el mérito de la permanencia.

La verdad es que me reí bastante. La película tiene la sencillez de una premisa de lo más tonto y visto: dos personas muy distintas a las que junta la casualidad, y poco más. Pero el director se atreve a hacer que Depardieu sea el tonto más tonto del cine, y a ponerle a un maravilloso Reno en su línea habitual, y ellos dos levantan una película hasta la altura de sus capacidades interpretativas, que ya sabemos cuáles son. En resumen, un buen guiso con lo poquito que había en la nevera, mérito de los cocineros.

Es lo que queremos ver cuando queremos ver una película de amor. Una trama creíble, pero llena de intriga y dudas. Dos personalidades muy distintas, con una historia detrás, pero que no han perdido la esperanza. Y que esté bien hecha, bien dirigida, con su puntito de humor, de ternura, de romanticismo. Al Pacino se mete en la piel de un exdelincuente, pero poco, y lo clava (como siempre), te lo crees. ¿Y quién no se enamoraría de la Pfeiffer? Hay que ser muy mala persona para no enamorarse de Michelle Pfeiffer, que está guapa, escandalosamente guapa, monumentalmente guapa, maravillosamente guapa, y a la vez chica corrientita. La ve uno probándose vestidos para salir y... quién no se enamora de esta chica. Y luego, qué acompañantes, la gente del restaurante donde trabajan son cada uno una novela, todos parecen importantes en la historia, todos tienen algo que decir, algo que apoya la trama y enriquece la película. Y todos esos secundarios actuando como si fueran los protagonistas.
Una película romántica, pero no ñoña. Comedia, pero sin patochadas. Y un guión interesante, que te tiene enganchado desde el primer momento.
Es una de esas películas que puedes volver a ver, y sigue gustando.