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Colombia Colombia · http://filmicas.com | Bogotá
Críticas de Luis F Ragua
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Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
4
8 de marzo de 2017
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
http://filmicas.com

LA NOCHE, de Edgardo Castro, explora la turbidez de la noche en Buenos Aires a través de su protagonista, interpretado por el mismo director. Desde la primera escena, donde lo vemos pasando la noche con un prostituto, lo seguimos en un vórtice donde la noche estará plagada de sexo con cualquier persona, drogas, música y sordidez.

La película nos lanza dentro del estado mental del protagonista desde el primer momento utilizando primeros planos con una cámara en mano temblorosa acompañada de diálogos ininteligibles. La noche se mezcla en su cabeza como un revoltijo de personas y sucesos amorfos, pero siempre termina en una misma situación: su soledad.

Y aunque hay algunos momentos e ideas de la película que conmueven, momentos donde la vulnerabilidad del protagonista sale a flote (el abrazo nocturno por el que paga a un hombre o la ducha que toma después de una lluvia dorada no consensuada), o donde a sus amigas transexuales se les permite tener una personalidad, no es gratuito que haya contabilizado 28 espectadores que abandonaron la sala en uno u otro momento. La película de Castro es una pesadez. La rutina del protagonista noche tras noche es mostrada con extremo detalle y paciencia, y las escenas de sexo filmadas en secuencias largas y explícitas. Cuando vemos al protagonista practicar una felación en primer plano por quinta vez, es difícil encontrar un motivo justificable para que más de estas escenas no se hayan quedado en el cuarto de edición.

La cámara de Castro parece fascinada por las interacciones de estas personas durante el sexo, interacciones diferentes a lo que el cine suele mostrar, y tal vez por eso necesarias; necesarias como evitar el miedo, por ejemplo, a mostrar personajes transexuales en estas situaciones. Pero el cineasta peca en exceso y el corazón de su película, que parecía ser la soledad del protagonista, se enturbia por todo lo que lo rodea.

“¡Qué increíble! No hay porno en este televisor” dice el protagonista mientras cambia canales de televisión en un motel junto a otro hombre. Con lo que hemos visto hasta el momento, ya tenemos suficiente.
Luis F Ragua
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8
3 de junio de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Publicada en http://filmicas.com

Se acerca navidad, y la madre del pequeño Eric debe irse por un tiempo, así que deja a su hijo una temporada con su padre, viviendo en una pequeña pensión en el centro de Bogotá. En el día, lo acompaña a hacer un trabajo de carpintería en el apartamento de una profesora universitaria, de estrato marcadamente más alto, que de inmediato se preocupa por el niño, y lo invita a pasar tiempo con su propio hijo. Eventualmente, ella invitará a padre e hijo a pasar las fiestas en la casa de campo que comparte con su familia.

La primera vez que vemos a los personajes—un padre comprensivo y preocupado por ofrecerle a su hijo lo poco que tiene; una profesora en un apartamento con ciertos lujos, peleando a gritos con su hija—el director Franco Lolli parece dejar claro quién es la verdadera "gente de bien" (sobre todo cuando este concepto se usa tradicionalmente para designar a la gente de clase alta). Pero Lolli es más astuto que eso, y las ambigüedades morales que conlleva el título se van revelando a medida que avanza la historia.

¿Hace bien él en permitir a su hijo pasar más tiempo con la familia de la señora que con la suya? ¿Se ve comprometida su dignidad al hacerlo? ¿Es válida su frustración al hacerlo si sabe que así le está brindando lo mejor a su hijo? ¿Es eso, de hecho, lo mejor? ¿Hace bien ella en acoger al niño dentro de su hogar? ¿O representa ella el proverbio que dice “De buenas intenciones está hecho el camino al infierno”?

En cada palabra, en cada mirada de los personajes, se van enredando más la maraña de sus sentimientos y se hace más evidente la intensa complejidad que cualquier realidad social contiene, y el hecho de que las diferencias sociales están siempre presentes, silenciosas, sutiles, pero percolando cada interacción humana en una sociedad de clases; más en una como la bogotana. Lolli logra elaborar una historia muy sencilla, privilegiando una melancolía de cocción lenta en vez de momentos de dramatismo intenso, y logrando así que los momentos tristes sean aún más dolorosos.

La elección de un formato de imagen más estrecho que el widescreen es acertada al darle a la historia un toque más íntimo y cercano al espectador, y añade a un realismo con conciencia social que recuerda al cine de los hermanos Dardenne, con un reparto en su mayoría compuesto de actores naturales entre los que se destaca el protagonista, Bryan Santamaría. Sumergiéndose en los matices de la sociedad que lo engendró, Lolli ha logrado construir un relato de pequeña escala pero de grande alcance, y un primer largometraje que nos deja ansiosos de más.
Luis F Ragua
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7
17 de diciembre de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El Papa ha muerto y ahora los cardenales del mundo se reúnen en el Vaticano para elegir al nuevo líder de su iglesia. Mientras el mundo espera afuera que salga humo blanco por la chimenea de la Capilla Sixtina, el director italiano Nani Morretti decide entrar y especular sobre las relaciones y los sentimientos que afloran durante la votación. Cuando los cardenales deciden elegir a uno de los menos populares después de varias rondas de votación, el nuevo pontífice entra en una crisis existencial al darse cuenta que Dios se ha equivocado al elegirlo.

“Habemus Papam”, una película italiana que hizo parte de la selección oficial en competencia del festival de Cannes, recuerda en partes a “The King’s Speech”: tanto el Papa como el rey tienen dificultad para hablar en público, ambos requieren la ayuda de un terapeuta (el primero, un psiquiatra; el segundo, uno del lenguaje), y los dos deben solucionar sus problemas con rapidez, pues comunidades enteras de personas los necesitan como una guía moral. La diferencia está en que el rey tiene un problema que quiere solucionar, y el Papa no quiere más que huir. Pero la ley está escrita y Dios lo ha escogido, y no hay marcha atrás.

Aunque “Habemus Papam” intenta, en medio de su tragedia, tener momentos de comedia para liberar la tensión, y, aunque estos momentos en su gran mayoría parecen forzados y fuera de lugar, logra explorar la perspectiva de alguien que está completamente consciente del alcance que el poder puede tener, y se siente moralmente obligado a reflexionar sobre su responsabilidad y sus capacidades. En este sentido, la película habla sobre las obligaciones que vienen con el poder y por qué no debe caer en las manos equivocadas. Habla también de la terrenalidad de las figuras de poder religiosas; así se crea que tengan una relación más estrecha con lo divino, su condición humana, sus aspiraciones y decepciones, siguen estando presentes.

(Sigue sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luis F Ragua
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Waves '98 (C)
CortometrajeAnimación
Líbano2015
6,0
160
Animación
7
30 de marzo de 2016
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
http://filmicas.com

Durante la Guerra Civil Libanesa, que se extendió por 15 años desde 1975, la ciudad de Beirut fue dividida por una línea (la “línea verde”), evidencia de la intensificación de las tensiones entre una Beirut del Este mayormente cristiana y una Beirut del Oeste principalmente musulmana. En “Waves 98”, el director Ely Dagher mezcla autobiografía y fantasía para dar una imagen no sólo del Beirut post-guerra de 1998, sino del paso del tiempo y del peso del pasado en el presente.

En el cortometraje ganador de la Palma de Oro en el festival de Cannes de 2015, un joven libanés cansado de escuchar día tras día las mismas noticias deprimentes pasa sus días en una terraza en los suburbios de Beirut mirando a la ciudad, pálida y monótona. Tras ver un destello de luz en la lejanía, el joven decide acercarse, adentrándose en las entrañas de un elefante dorado donde encuentra un mundo juvenil en un trance idílico del que es expulsado abruptamente.

A pesar de durar sólo 15 minutos, en “Waves 98” se siente, constantemente, el paso del tiempo. Y el tiempo no es circular, sino plano. El hombre mayor que aparece al principio y al final de la historia, quejándose de los mismos males que nuestro protagonista, ¿es él mismo? ¿Nada ha cambiado en tantos años? La historia no se repite, simplemente nunca cambia.

La monotonía del día a día en las primeras escenas—¿cuántos días pasan? ¿dos? ¿cien?—es un reflejo de la inercia de las sociedades y la lentitud del cambio social. Las barreras físicas, como la línea verde, pueden desaparecer en cuestión de horas, pero las barreras mentales son más difíciles de destruir que de construir. Y así, un espacio que oficialmente no está segregado lo continúa estando por esas barreras invisibles que persisten y que se transmiten casi como genes de una generación a otra.

¿Podemos liberarnos de esos lastres del pasado? ¿Puede escapar la nueva generación a los errores y las consecuencias de las acciones de las generaciones anteriores? El ideal juvenil, libre, incluyente, colorido e imaginativo, representado en el cortometraje por el mundo dentro del elefante dorado, existe en contraste con la realidad gris, amarilla y empírica del exterior. Esta distinción entre idilio y realidad, evidente en los colores de cada escenario, se ve reforzada por una decisión estética: la de combinar reales con animación. Ningún escenario, sin embargo, es completamente real, ni completamente animado.

Por unos breves minutos, el protagonista y los jóvenes que lo rodean parecen existir en otro mundo, un mundo de posibilidades, el futuro moldeable, en sus manos, una promesa que también es repetida generación tras generación. Pero una promesa vacía, al fin y al cabo. La nueva generación no tiene todo en sus manos, ni puede hacer lo que quiera con el presente. El pasado llegará reptando a recordarle al protagonista quién es y de dónde viene, y que es inútil ignorarlo, por más azaroso que sea. Pero el pasado no es tampoco una sentencia. El elefante estará siempre allí, en el aire, flotando.
Luis F Ragua
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7
8 de agosto de 2012
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sofía y Alfredo son una pareja de viejitos viviendo juntos en el campo colombiano, y desde un tiempo atrás tienen planeado un viaje a la costa a conocer el mar. Pero el esposo de Sofía no está seguro de dejar su tienda en manos de otro y aplaza constantemente el viaje, mientras Sofía siente que el tiempo se le acaba y que si no lo hace pronto, no cumplirá el gran sueño de su vida.

“Sofía y el Terco” es una historia sencilla de pies a cabeza. Desde la puesta en escena, compuesta por las mismas imágenes que se repiten día tras día—la pequeña casa en medio del campo, la tienda en una calle por la que inevitablemente hay que pasar—, se siente que el director quiso construir un relato íntimo sacando a relucir a sus personajes, y aunque el foco está siempre en los dos protagonistas que dan nombre al filme, su rutina da lugar a que brillen personajes secundarios como la hermana de Sofía, una viejita particular que anda en sudadera todo el día.

Carmen Maura, la colaboradora frecuente en el cine de Pedro Almodóvar, da vida a Sofía en un papel que le exige hacer uso de su lenguaje corporal y sus expresiones faciales—Sofía no habla durante todo el largometraje, en parte porque su vida no le da mucho de qué hablar y en parte porque nadie le pregunta nada—para dar a entender su fuerte deseo de conocer el mar, su tristeza conmovedora cuando la historia lo amerita, su incertidumbre y su alegría.

En algunas partes, sin embargo, “Sofía y el Terco” cruza la línea entre lo simple y lo simplón, y quizás por añadir personajes o elementos se queda con cabos sueltos o situaciones sin una razón fuerte de ser en el curso de la historia, como el relato de una joven desaparecida en el pueblo que tiene una resolución fácil. Algunas escenas, entonces, parecen no integrarse del todo al resto del filme e interrumpen el ritmo del relato de Sofía y su esposo.

En últimas, “Sofía y el Terco” es una tierna historia que, a pesar de sus fallas, destaca en el catálogo del cine colombiano dada su sencillez y su enfoque en construir sus personajes como el pilar de la historia y no viceversa, y es un buen punto de referencia para que nuevos y viejos autores exploren este tipo de cine.
Luis F Ragua
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