Dispuesto a hacer la crítica número 170 para que quede olvidada, sepultada bajo el cartel de "sin evaluar", casi podría decirse que escribo para mí mismo.
Cuando me enfrento a una película de Tarantino se que al menos no me va a dejar indiferente, me atrae y me repulsa con la misma intensidad, como no iba a hacerlo un nihilista que maneja tan bien la cámara: si la trivialización de la violencia me produce repulsa racional, su cine me provoca también una cierta atracción. En esta película me encuentro de nuevo con el cínico sobrado, el que puede destuir y destruye, sin más intención que el placer de ver los pedazos rotos de su víctima. En el Spoiler justifico esta opinión.

Un tío con aires de Espartaco va en busca de su amada y para ello recorre los varios miles de años que separan a los cazadores nómadas de los egipcios. El paso de las montañas nevadas a la jungla y posteriormente al desierto es en realidad un túnel del tiempo por el que se llega a la época de los faraones. Resulta que ese túnel del tiempo también lo pueden recorrer los mamuts, que se dedican a construir pirámides porque, como todos sabemos, son animales de la familia de los dromedarios que están aclimatados al calor del desierto. El tío que emula a Espartaco se encuentra con un montón de tribus que se unen a él porque ha hecho amistad con un dientes de sable, el cual agradecido por haberle salvado la vida, ha obviado sus más arraigados instintos y en vez de zampárselo le ayuda cuando está en apuros. El tío que emula a Espartaco quiere salvar también a los de su tribu y entre ellos hay un chaval simpatiquillo que conoce a otro colega de otra tribu al más puro estilo "yo Jane tu Tarzán". Como en toda película épica que se precie desde Braveheart, el tío que quiere ser como Espartaco se pega un discurso a base de gritos para que sus guerreros enardecidos destruyan al enemigo, y eso dará pie a la gran batalla final en la que eché de menos a los buitres gigantes primos de los velocirraptores, pero la aviación no era un elemento a tener en cuenta en esta película.
Espero impaciente su próxima película señor director, mi más enardecida enhorabuena a los guionistas.

Lo peor que se le puede decir a una pelicula de este tipo, es que aburre; y esta lo hace hasta el sopor. Desde el principio no conecta y cada minuto que pasa agradeces que esté más cerca del final. No tiene argumento, es previsible, compuesta por popurri de escenas de animación que parece sacada de un mal videojuego, llena de clichés adolescentes que introducen sin ton ni son... Resumiendo, estamos ante una burda historia que pretende ser ìrreverente y solo consigue ser simplona y estupida.

Es práctica común en la televisión actual utilizar la irreverencia (formal), el populismo y el sarcasmo como receta de éxito. Solo hay que ver series como Aída, Los Mata; o ya en el campo de la animación Southpark o Padre de Familia, como ejemplos de alguna (o todas) esas características. Por supuesto no me olvido de Los Simpsons y Futurama, pero esas dos series las dejo aparte de forma intencionada porque, aunque basaban su argumento en la crítica irreverente, lo hacían de forma inteligente, mucho menos explícita y chabacana: su irreverencia no solo es formal, sino también y esencialmente sustancial. Si para mi Futurama y Los Simpsons son obras maestras, el resto no son más que sucedáneos formales.
Ayer vi LEX esperando una gran serie, especialmente porque Javier Cámara es un actor que me gusta. Mi decepción fue casi instantánea al encontrame una parodia sin sustancia, ni credibilidad... ni gracia. Ver un capítulo donde los chistes se basaban en una parodia tonta de los juicios y en el tamaño de la polla (palabra que repitieron varias veces, ejemplo del modelo de irreverencia y gracia infantil que propone la serie) fue suficiente para comprobar que las cadenas españolas siguen prefiriendo tratar a los espectadores como a eternos adolescentes.

Tengo que reconocer que fui con cierta expectación a ver esta película, el tema me atraía muchísimo, nada menos que la batalla de las Termópilas, y también me deje llevar (por desgracia) por las siempre impactantes campañas de marketing de las superproducciones americanas. Se que la película está basada en un cómic y no esperaba que fuera un fiel reflejo histórico de los hechos (aunque puesto a invertar, ¿porque no invertar todo?, ¿porque tienen que darle ese toque "histórico" si no lo tiene?), pero uno espera poco de rigor y que al menos plasme la esencia, sino del hecho histórico, si del mito. La película, imagino que igual que el cómic (no lo he leído, ni lo leeré) no lo consigue: el acto heróico se convierte aquí en algo mecánico, la película no es más que una continua escena de asesinatos, que pierden toda medida humana. No voy a citar los innumerables errores históricos (al menos los que mi justo conocimiento ha podido observar), pero pretender que un espartano espera la confirmación de su "reina" para tomar una decisión trascedental ya es demasiado (en la sociedad espartana la mujer no era mucho más que una madre, es más, hombre y mujer vivían complemente separados la mayor parte del tiempo), aunque esto no es nada cuando uno ve una especie de granadas caseras en pleno siglo V a.C. Dejo un par de ideas para la próxima entrega: en vez de 300 podrían ser 5, contra el imperio persa, el azteca y el romano, da igual que no coincidieran temporalmente, seguro que eso consigue una épica mayor; el argumento lo podemos aderezar con la consumación del amor homosexual entre un resucitado Leonidas y Jerjes, y para redondear el espectáculo, los inmortales podrían ir en aviones bombarderos.
He leído en alguna crítica que el cine no es más que entretenimiento... o lo que es lo mismo, que no tiene función crítica, o al menos didáctica, yo no creo en ese cine "espectáculo" y por eso esta película me parece, como muchas del cine americano, otro "código da vinci": un envoltorio vacío de contenido, una ilusión que pretende "encantarnos" mediante el espectáculo visual, un limitado mensaje transmitido con fuegos artificiales como medio de embrujo, la dictadura de la imagen. Y lo que es peor, a mi ni siquiera me ha entretenido.