Trasladar hasta América o hasta Europa la magia de otro continente remoto, misterioso, inexplorado y lleno de sugestivas leyendas es la tarjeta de visita que la película exhibe como primer aval.

The Ape Man, el hombre mono, Tarzán de los monos.

Su segunda aval es la destreza narrativa, la capacidad fabuladora, el juego de la seducción.

Tú Jane. Yo, Tarzán.

¡ Sublime !

El título del corto mueve de inmediato la curiosidad del espectador y le hace permanecer atento porque pertenece a uno de esos asuntos que interesan desde la infancia. Ser invisible, poder atravesar puertas, no reflejarse en los espejos o carecer de sombra están inscritos en el ámbito de los sueños, confesos o no, de esa primera edad.

Así que la propuesta resulta cautivadora de antemano, las imágenes con las que comienza el vídeo son inquietantes y la música acentúa la tensión.

El espectáculo abre sus puertas.
Sólo falta saber cómo se las arregla el director para desarrollar y culminar la historia.

Película para nostálgicos más cerca del reportaje costumbrista que de la propuesta concebida como un proyecto fabulado y creíble en auténtica clave cinematográfica.

Quiere decir demasiadas cosas y por eso tiende a recurrir a la anécdota, al estereotipo y a la recreación sucesiva, explícita y minuciosa de ambientes cuando habría bastado una pincelada o un esbozo cómplice para ofrecer idéntico mensaje.
Es cierto que de este modo consigue momentos efectistas y secuencias emotivas pero suele ser en detrimento de la línea de calidad artística.

Película para nostálgicos.
Para nostálgicos incluso no cinéfilos.

Buena película de finales de los años 20 (y, por lo tanto, todavía muda) en la que ya se aprecia claramente cómo el sentido narrativo del cine adquiere personalidad propia.

Y, aunque todavía Vidor no había descubierto un modo eficaz para deshacerse de cierto tufillo edificante y moralizador, ya está muy capacitado para sumergir al espectador en su fábula y hacérsela vivir en primera persona, desarrollarla con habilidad y culminar la obra con mano maestra.

La segunda parte de la precuela se parece mucho a la primera.
Y, a veces, a uno le asalta cierta sospecha en el sentido de que no existe una causa que lo justifique.
Que justifique la película.

Casi todo lo que se cuenta en esta entrega es innecesario o redundante.
Añadir círculos no aporta valor a la historia pero seguramente produce pingües beneficios en taquilla.

Más de lo mismo.