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Críticas de Lafuente Estefanía
Críticas 1.741
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
2
22 de junio de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Readmitido el estado de Texas en la Unión en 1870 tras la guerra de Secesión, se reanuda la serie de gobernadores con Edmund Davis que, según el guión de la película, es un auténtico dictador que cuenta para imponerse con una policía especial conocida entre los ciudadanos con el apelativo peyorativo de "panzas azules". Después de la derrota de los confederados del Sur a manos de los "azules" del Norte, vestir a la policía como los antiguos vencedores no dejaba de ser una provocación.
Pues bien, las violencias y atropellos de los "panzas" obligan al joven Kid a enfrentarse a ellos y, al ser perseguido, escapa para unirse a la "desesperada" a un veterano pistolero con su fachada egoísta pero que, en el fondo, esconde a un auténtico "bandido generoso", Cole Younger (Lovely), que contrasta con Frank, el amigo traidor de Kid que también pretende a la bella e insípida Lucy.
Pero sin duda el personaje más creíble con diferencia es precisamente Younger, pues el resto del reparto resulta bastante patético, lo mismo que el guión, los diálogos, el color y hasta el doblaje. A él debemos la frase con la que titulamos la reseña y es que, en efecto, malas, malísimas cartas debieron tocarle en esa mano al director para conseguir un resultado tan pobre.
Lafuente Estefanía
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6
22 de junio de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cinta amable de grandes cabalgadas por llanuras y montañas, con indómitos caballos salvajes que acaban siendo domados por bellas amazonas rubias con la ayuda de antiguos pistoleros de familias que se odian a muerte. Podría haber sido una nueva versión de Romeo y Julieta, salvo que aquí estamos en un Oeste comprensivo.
Al margen de la belleza de los paisajes, de la música y del colorido, nos encontramos con una joven de buena cuna descontenta con el papel secundario de la mujer en los ranchos, "Siempre he odiado ser una chica". Frente a ella, el joven pistolero que se aparta voluntariamente de la violencia de su familia buscando la rehabilitación. Era difícil en aquellos lugares lograrla, la experiencia de las películas vaqueras es en este sentido muy negativa. En este caso no, ya hemos dicho que se trata de una cinta amable en la que disfrutarán los amantes de la equitación y de la doma, con imágenes muy logradas de caídas de jinetes y de derribos de caballos, especialmente la carrera del final.
De todas formas, dentro de la modestia de las pretensiones de la obra cabe objetar que en todo momento se habla de caballo alazán para referirse a "Rayo negro", el caballo conductor de la manada salvaje. Pues bien que quede claro que la capa alazana de los équidos corresponde a un color rojizo que tiende a rubio en las crines y cola. Nunca de color negro como se pretende aquí, aunque los pelos rojizos que dan esta capa pueden tener diferentes tonos. De hecho es uno de los tres colores básicos de los caballos, y está presente en todas las razas equinas. Por lo demás es un caballo de potencia y resistencia, como indica el refrán que da título a nuestra reseña.
Lafuente Estefanía
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7
21 de junio de 2020
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un nuevo western en el que los personajes y la trama se extraen de la historia de la colonización del Oeste americano. Lo de menos es que a veces se falseen los hechos o se presenten de forma tendenciosa, al fin y al cabo el cine es un arte y tiene sus libertades creativas. Pero el trasfondo de la trama presenta hechos sacados de la historia de los EEUU, con lo que se consigue reforzar el conocimiento de la misma entre los espectadores. En este caso la conocida como "guerra del condado de Lincoln" entre los ganaderos de la zona. Siempre se ha dicho que sabemos mucho más del pasado de Norteamérica qued el de España, y en buena medida esto es debido a los westerns.
Lo que más nos ha llamado la atención de "Chisum" no es el protagonista principal (Wayne), los magníficos secundarios, el argumento, la música, la fotografía o los paisajes, sino el serio intento de rehabilitación que Henry Tunstall desarrolla con el joven Billy Bonney. Le enseña a leer en la Biblia y a conocerla, le ofrece a través de Chisum un oficio respetable que le permitirá de paso respetarse. Es cierto que la cabra tira al monte del pistolerismo, pero hay una escena magnífica que, en nuestra opinión, resume un poco la lucha que hay planteada en el interior del joven personaje. Cuando a solas, en la orilla del río Pecos, lee el pasaje de Caín y Abel con la Biblia en una mano y la pistola en la otra. El día y la noche, el blanco y el negro.
Tiene que ser la inicua muerte de su protector a mano de los corruptos ayudantes del corrupto sheriff, que protege el no menos corrupto Lorens Murphy y gran antagonista del "bueno" Chisum. Es entonces cuando Billy se enfrenta con sus asesinos tomándose la justicia por su mano, cuando el equilibrio se decanta anunciando ya el nacimiento de la leyenda de Billy el Niño. Y para que nada falte tenemos también ya a Patt Garret, que no solo "hereda" su novia sino que con el nombramiento de sheriff de Lincoln anticipa su persecución futura. Es cierto que los hechos no fueron exactamente como se cuentan en la cinta. ¿Y qué más da? ¿Quién dice que no pudieron suceder de esa forma en otras circunstancias?
Por lo demás nos encontramos con una película entretenida. Tampoco hay que pedirle peras al olmo, al fin y al cabo, como dice la sentencia, ni leña al Este ni justicia al Oeste del Pecos.
Lafuente Estefanía
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2
18 de junio de 2020
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Dicen los taurinos que los toros, para ser toros, hay que verlos cuando hay moscas. Con ello quieren decir que los toros con el frío del invierno suelen ser desangelados y aburridos. Algo de esto pasa con este "Duelo a muerte" o "Atkins", que apenas es reconocible como western pese a tener todos sus elementos básicos. El frío ambiental de las montañas donde se desarrolla la acción, si es que puede hablarse de acción, se contagia desde el primer momento a los actores y a los espectadores. Por la escena deambula un viejo trampero que tiene sus más y sus menos con los indios, que se acerca al pueblo donde se entera del nuevo presidente de la nación, McKinley, lo que sitúa la acción en 1897 aunque una moneda que aparece al comienzo es de un año después.
Los paisajes muy bonitos, sí, auténticas postales, pero nada más. Una aburrida sucesión de escenas sin hilo conductor sólido, puestas una detrás de otra que demuestra bien a las claras que el telón de acero que separaba las dos Alemanias, separaba también dos sensibilidades cinematográficas y artísticas. En cualquier caso, Alemania no parece el lugar más a propósito para hacer cintas del Oeste, por lo menos en la del Este. Muchas nieves, hielos, lluvias y frío, nada que ver con el calor de Hollywood ni siquiera con Almería. Los toros, con moscas.
Lafuente Estefanía
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4
18 de junio de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Muestra la cinta el nacimiento de la ciudad de Jacksonville (Oregón, 1856). De momento no es más que un conjunto de rudas cabañas de troncos que agrupa ya al tipo de población que caracterizará las nuevas ciudades del Oeste, con aquellos pioneros que acaban de llegar atraídos por el señuelo del oro con sus carromatos cargados de hijos y de ilusiones. Todavía no hay siquiera caminos ni diligencias, pero hay esperanza. Como la que se derrama cuando entre todos vecinos construyen en un día la casa de una joven pareja que allí se establece. El ambiente parece bucólico y rezuma generosidad como proclama el título. Incluso los indios participan a su manera en esta arcadia.
Pero por debajo están los hombres. Y las mujeres que aquí juegan un papel más destacado de lo común. Como en una partida de póker desfilan desde el principio dobles parejas, Logan y Caroline, George y Lucy, triples si añadimos al jugador tuberculoso del saloon y Marta, sin olvidar a Blasir secretamente enamorado de Caroline. Entre todas ellas se cruzan insinuaciones que indican que la suerte no está del todo echada. Y ciertamente no lo está. Los indios, como no, acabarán resolviendo los emparejamientos en la segunda mano de la partida.
Paralelamente asistimos al enfrentamiento entre dos grandes y opuestos amigos. De una parte Logan, emprendedor hombre de negocios que confía en el trabajo y en el comercio, de otra George, banquero, estafador y jugador de mala fortuna. Blanco y negro. Al fondo la masa coral de los vecinos, con sus anhelos y su característico sentido de la justicia. Sin embargo, para nosotros, el personaje más original y característico lo representa Liner (Carmichael), desocupado juglar que con su mandolina y su curiosidad pone el contrapunto filosófico y musical a la extrema rudeza del ambiente. La cigarra entre las hormigas. Hay una frase rotunda que lo expresa de forma magistral. El laborioso Logan le propone cambiar su reloj por la mandolina. Tal vez en alusión a su escasa afición al trabajo. Contestación del músico: el reloj solo me sirve para contar el tiempo, la mandolina para cantar el tiempo.
De todas formas no dejamos de considerar la película un poco floja. Con la excepción del citado mandolinero, el resto de personajes es muy plano y el ritmo lento y premioso. Gracias sobre todo a algunas interpretaciones, pero sobre todo a la música, lo mismo que a la fotografía y los paisajes. En algunos momentos nos ha recordado el verde valle de Ford, y no solo por la presencia del malvado Bragg.
Lafuente Estefanía
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