A pesar de que empieza a estar un tanto manido, una película contada en primera persona, a quien os escribe, se antoja un poco más terrorífica. El ejemplo de ‘Rec’ es el más claro porque el nivel de acojone de la primera y segunda entrega es infinitamente mayor que el de la tercera (blandita y casi autoparódica). ‘Atrapados en Chernóbil’ por ejemplo, me pareció una respetable vuelta de tuerca. Y siempre defenderé ‘Monstruoso’ digan lo que digan.

‘Así en la Tierra como en el Infierno’ quiere copiar la misma técnica, pero tiene un problema gordo de originalidad. Aunque la idea inicial pueda estar bastante bien (fue lo que me atrajo a verla) hay muchísima falta de talento, narración, originalidad y oficio en la película.

Empezando por los actores todos, sin ningún tipo de exclusión, me han parecido soberanamente malos e irritantes. No pido que seas Hamlet en una película de este tipo, solo pido que resultes algo creíble en esa situación. Sin embargo ellos me sacaron completamente de la película.

¡Las catacumbas de París! ¿No me digáis que no era para haberse currado unos decorados como Dios manda? Y una versión del “infierno” mil veces vista.

Ni siquiera la película le saca un buen partido al elemento “claustrofobia” que tan bien le podría haber funcionado. En vez de eso, acaba convirtiéndose en una película mareante con algún susto efectivo y muy, pero muy poquito más. Lamentablemente para ella, en su género hay películas mucho mejores.

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Mira que me gusta el documental, mira que me los veo todos, sea del personaje que sea y lo muy adictivos que me resultan… pero con esta no he entrado.

Después de estar enganchado al documental de la chica que sube al ascensor en el hotel Cecil y no se la vuelve a ver, al ver que Netflix tenía una propuesta semejante, fui sin saber nada del asunto. Pero, o bien este documental no es para mí, o bien el caso no da tanto juego como otros porque, durante la mayor parte del primer episodio me descubrí mirando las aplicaciones del móvil o el reloj, a ver cuánto le faltaba para terminar.

No sé qué tiene (quizás se divaga demasiado durante el arranque y se pierde en datos que, creo, no aportan nada), pero no me ha enganchado en absoluto y, aunque son tres episodios solamente, no me entran ganas de saber qué es lo que le pasó a la productora.

No es para mí.

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Hay un momento en el que estos nuevos “remembers” o “revivals” de los años 80 y 90 dejan de tener sentido, por muy bien hechos que estén. Lo cierto es que tras el cierre de la última película (que adolecía enormemente de villano), se antojaba difícil contar algo novedoso sobre el soldado John Rambo que, más allá de que sigue al pie del cañón, no podemos decir gran cosa.

Stallone retoma una de sus sagas más míticas con poca pasión, es más, diría que con desgana. Con un guión de manual, que deja ver todos y cada uno de los pocos golpes de efecto que tiene el film, rueda la cinta de forma mundana y da al público lo que quiere ver justo en sus apoteósicos quince minutos finales. El problema es que la cinta tiene otros cien minutos que debe rellenar de alguna forma, y aunque al espectador español le pueda hacer gracia ver a Paz Vega, Sergio Peris-Mencheta u Óscar Jaenada en pequeños papeles, el resultado termina siendo anodino.

Si bien es cierto que las críticas apuntaban en esa dirección, al ir avisado no me ha parecido tan desastrosa y catastrófica como algunos (muchos) la han pintado. Simplemente es un entretenimiento muy pasajero de un héroe que tuvo tiempos mejores. El momento, perfecto, para que Stallone decida dar un paso al lado (¿soy el único que piensa que de secundario estaría genial?) y dejar descansar a Rambo.

No hay más que nos puedas contar Sly. Déjalo estar.

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Después de dos insustanciales entregas, el Dios del trueno regresa a la pantalla grande con ganas de conseguir una entrega que satisfaga algo más a los fans. No es que Taika Waititi haya dado con una fórmula mágica, pero si que es cierto que ha sabido introducir el sentido del humor que tan ausente estaba en las anteriores películas.

Aquellos que veíamos pegas a la Fase 2 de Marvel por el hecho de querer hacer cosas más grandes y olvidar de lado a los menos fans, encontramos en ‘Guardianes de la Galaxia’ un componente inusual en estos films que tan bien funcionaba. ‘Thor: Ragnarok’ se lo toma un poquito más a cachondeo, hay mucho más espacio para el humor marvelita, incluso para el color y todo tiene un tono más relajado que se agradece. Puede que no todos los chistes funcionen, pero hay otro tono general en el film que lo eleva sobre las versiones de Kenneth Branagh y Alan Taylor.

Pero si hay algo que verdaderamente se agradece en esta entrega es Cate Blanchett, un torbellino en forma de mujer letal que pondrá contra las cuerdas el reino de Thor. Una suerte de personaje en manos de una actriz que es capaz de sacar partido a un personaje, incluso si le tocase hacer de caja de galletas. Las chicas mandan en esta entrega en la que Tessa Thompson tiene otro de los personajes más interesantes del film. Por otro lado, Chris Hemsworth está muy cómodo con su personaje, al igual que Tom Hiddleston puesto que llevan ya en esto bastante tiempo. Me gusta el enfoque que están dando al Hulk de Ruffalo.

Poco se podía uno esperar de una tercera entrega sobre un personaje, y mira por donde, el tiro les ha salido perfecto. ‘Thor: Ragnarok’ queda un poquito lejos de las mejores obras de Marvel, pero encuentra el camino para que el personaje se gane completamente el favor del público.

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Por el póster de esta producción de Netflix uno podría esperarse una aventura tipo ‘Uncharted’ pero no tiene nada que ver. Si uno emprende la valiente aventura de verla para entretenerse durante la tarde del domingo, se encontrará con una película que, para empezar, está mal ubicada en el tiempo. Siendo justos, hace veinte años esta producción tendría más sentido y habría hecho cierta taquilla, pero, ahora, con el cine de acción al que quiere parecerse casi muerto, lo único que le queda a ‘Interceptor’ es apelar a la nostalgia del espectador y dejarse llevar… aunque no siempre la funcione.

Porque sí, ‘Interceptor’ es ‘Alerta Máxima 3’, más cerca de las producciones del gran Steven Seagal que de cualquier otra cosa. La acción arranca cuando una teniente aterriza en una plataforma marítima donde Cristo perdió la zapatilla. Allí, unos terroristas deciden hacerse con el control de la base y atemorizar al mundo entero con el lanzamiento masivo de misiles. Ella es lo único que se interpone entre el colapso mundial y la realidad tal y como lo conocemos en la actualidad.

Como podéis leer, la premisa es digna del cine de acción de los 80 o 90 del que, si eres fan, puedes encontrarle cierta gracia. El filme es más o menos entretenido, en los momentos de lucha me engancho, pero cuando tienen que hablar, me entretengo mirando el cutre-salchichero escenario en el que se encierran los personajes. Obviamente no es un producto clase A de Netflix y la falta de presupuesto se va notando poco a poco. Resulta especialmente escandaloso en el apartado de los efectos digitales, dignos de Asylum. Esos cohetes, esos planos arriesgados sin necesidad… la película va perdiendo poco a poco el poco fuelle que gana.

No os voy a engañar, ‘Interceptor’ es lo que es, repito: una hermana bastarda y low cost de ‘Alerta Máxima’, que está capitaneada por la atlética Elsa Pataky, capaz de soltar chascarrillos ingeniosos cuando toca y que se guarda un pequeño y divertido cameo de su marido. Esta chica nunca sobresalió por su forma de actuar, pero, para este caso en concreto puede valer. Al menos da suficientemente el pego como heroína de acción.

Es una pena, porque si llegan a pulir los f/x y algo más las cuatro páginas a las que han llamado guión Podría haber sido un placer culpable, pero no llega.

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