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España España · Barcelona
Críticas de alex
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Críticas 407
Críticas ordenadas por utilidad
8
2 de enero de 2007
48 de 58 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por debajo de su apariencia de cine negro Laura es, básicamente, una historia de amor. Un amor celoso, obsesivo, que acaba (o más bien empieza) desembocando en un crimen. En este sentido “Laura” tiene algunos puntos en común con Vertigo, de Hitchcock: en los dos casos encontramos el mismo elemento de obsesión amorosa, la misma fascinación por una persona a la que se cree fatalmente desaparecida; y en ambos casos, también, la supuestamente fallecida vuelve a aparecer de súbito entre los vivos, dándole un nuevo giro al argumento.

Laura podría ser considerado, también, como un magnifico ejemplo del cine con el que nos obsequiaba Hollywood en su época dorada. Con todas sus virtudes, pero también con sus defectos. Entre las primeras se encuentra, a mi juicio, la fascinación y el glamour que desprende su protagonista, una Gene Tierney en la cumbre de su belleza (y que triste y trágica fue su vida, tal como se cuenta en el documental incluido en los extras del DVD). También habría que señalar elementos tales como la sobresaliente dirección artística, la espléndida fotografía, la mítica y evocadora banda sonora, etc.

Y llegados a este punto, me pregunto si una película como Laura tiene algún defecto que se pueda destacar. Pero antes de responder a esta cuestión habría que precisar que esos defectos -si es que los tiene- tendríamos que atribuirlos mayormente a ciertas características y hábitos a los cuales era proclive la industria de Hollywood en aquella época, más que a la película en sí considerada como obra individual. Entre ellos podríamos hacer mención, quizá, a un cierto estatismo producido por el peso excesivo de los diálogos en detrimento de la parte visual y de la acción. Con todo, esta preponderancia de los diálogos podría ser considerada, también, como totalmente natural si nos atenemos al origen teatral del argumento en el que está basado el guión. Otro factor que a mi juicio también sería mejorable tiene que ver con cierta sutil artificiosidad que planea sobre toda la película, atribuible básicamente a que –como la mayoría de las películas que se hacían en Hollywood por esa época- fue rodada íntegramente (incluso los exteriores) en decorados de estudio.

A pesar de estas leves objeciones, hay que reconocer que nos encontramos ante de una magnifica, además de mítica película. Una película cuyo elemento central es la irresistible fascinación suscitada por una mujer de misterioso encanto y belleza. Una criatura que conseguirá hechizar no solo a los personajes masculinos de la película, sino también al público de sucesivas generaciones.
alex
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6
27 de diciembre de 2008
33 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque soy un admirador de Antonioni, confieso que a pesar de que "Zabriskie point" tiene cosas interesantes y que atestiguan ciertos aspectos de la época convulsa en que fue hecha, me ha gustado bastante poco (en eso estoy de acuerdo con la tibia acogida que tuvo en su momento la película).

De estética arquetípicamente californiana, y haciendo uso de algunos de los artificios empleados por los directores que querían ser "modernos" a finales de los sesenta y principios de los setenta, es decir, trufada de planos tomados con teleobjetivo (en plan "Dos hombres y un destino" o las de Robert Altman), no faltan en ella escenas a cámara lenta, ni otras en las que se abunda en cierta explicitez sexual. Y al igual que en otras películas Antonioni, encontramos también aquí un carácter alegórico subyacente, aunque en este caso mucho más explicito y sobredimensionado, que nos remite a la alienación y a la opresión del individuo en una sociedad vacía y consumista, cuya única esperanza de redención se encuentra, tal vez, en el espíritu idealista e incontaminado de la juventud.

Comprendo que para un tipo tan vanguardista y con raíces en el cine documental como Antonioni resultara difícil sustraerse a ciertas modas estéticas y al clima contracultural que imbuía a la juventud, no solo estadounidense, de la época. Pero me pregunto si hacían falta nada menos que cuatro guionistas para idear un argumento tan simple, deslavazado, e infantilmente panfletario. Menos mal que Antonioni supo reencontrar sus raíces estilísticas y temáticas en algunas de las –escasas- películas que hizo posteriormente, de las cuales la magnífica "El reportero", rodada casi toda ella, por cierto, en España, sería un buen ejemplo.

Como me suele suceder últimamente, me ha resultado más interesante la verdadera historia de algunos de los que participaron en esta película y cuya vida posterior resultó ser una suerte de continuación del personaje que les había sido asignado en la ficción. Y así, al termino del rodaje, los jóvenes protagonistas, enamorados también en la vida real, se fueron a vivir a una comuna liderada por un autoritario gurú con ínfulas de músico (inquietante paralelismo con el tristemente celebre Charles Manson), y tras haber asaltado un banco junto a otros miembros de su secta, Mark Frechette (el joven protagonista) acabó muriendo, aplastado por una barra de culturismo, en una cárcel de Massachusetts en 1975. En cuanto a Daria Halprin, podeis ver su foto actual en Internet; después de un corto matrimonio con el actor Dennis Hopper (también él bastante contracultural: protagonizó "Easy Ryder"), acabó convirtiéndose en una psicóloga especializada en terapias creativas.
alex
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9
30 de julio de 2007
36 de 44 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película misteriosa y poética que escarba en viejos arquetipos que duermen en el inconsciente colectivo. Me refiero al rapto de Perséfone, doncella de la primavera, a manos de Plutón, el dios de los infiernos que habita en las profundidades tectónicas de la tierra. Parafraseando al mito, las bellas doncellas reminiscentes de Boticelli desaparecen sin dejar rastro, diríase que devoradas por la boca geológica que se manifiesta en ese furúnculo extraño sobre la corteza terrestre, esa inquietante formación rocosa llamada Hanging Rock.

Pero “Picnic en Hanging Rock” es también la historia de una búsqueda, así como el relato de las profundas secuelas que esa desaparición dejará en compañeros, testigos, y maestros.

A nivel formal, la realización es impecable (como siempre en Weir), y la calidad de la fotografía excepcional. También la música tiene un papel destacadísimo, con esa conmovedora melodía de flauta o el uso pionero de sintetizadores (más tarde empleados por Weir, con mucha fortuna, en películas como “Único testigo”).

Pero en nuestro recuerdo quedará, sobre todo, esa bellísima adolescente interpretada por Anne Lambert, de algún modo presintiendo ya la fugacidad de su belleza y de su vida, sacrificada -con su consentimiento, en cierto modo- en el oscuro altar de la naturaleza más terrible.
alex
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10
4 de diciembre de 2007
34 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Melodrama en la más alta acepción del término sobre la tormentosa relación entre dos hermanos con el trasfondo de la emigración rural de los años cincuenta y sesenta a las grandes ciudades. Una película emotiva, desgarradora, y a la vez un magnífico documento sobre una época.

La dirección de Visconti es magistral; la fotografía en blanco y negro de Giusepe Rotunno (más tarde colaborador de Fellini), majestuosa; y el guión –firmado por un montón de guionistas- tiene múltiples recovecos y matices, aunque tal vez acabe resultando demasiado largo. En cuanto a lo actores, todos ellos rayan a gran altura, en especial el trío protagonista.

Mientras que el personaje interpretado por una conmovedora Anne Giradot se debate –muy humanamente- entre la virtud y la abyección, entre el amor y un desencantado cinismo, los dos hermanos que llevan el peso de la historia se erigirán progresivamente en sendas polaridades del bien y del mal. Hasta el punto que el personaje de Rocco, interpretado por un bello e idealizado Delon, acaba resultando algo inverosímil (e irritante añadiría) en su bondad angelical. Lo cierto es que su carácter virtuoso con ribetes de mártir roza, por no decir que entra de lleno, en una suerte de estupidez, como se encargan de advertir –aunque por otros motivos- sus compañeras de trabajo en la lavandería. Pues aparte de su bondad excepcional, tal vez solo cierta falta de luces pueda explicar el empeño de Rocco en seguir apoyando y perdonando hasta el final a su egoísta hermano, como si este fuera un ángel caído y una victima de su falta de inteligencia y debilidad de carácter, en vez de un malvado.

En cualquier caso, esta telaraña de pasiones contradictorias y ciegas acabarán desbocándose finalmente como un tren sin frenos, en una suerte de inevitabilidad del destino que nos remite a la tragedia griega. A este respecto convendría recordar que “El destino está en el carácter” y también la plegaria del sabio: “Dame fuerzas para cambiar lo que está en mi mano, humildad para aceptar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir lo uno de lo otro”.
alex
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The Beatles: Get Back (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Reino Unido2021
8,3
2.547
Documental, Intervenciones de: The Beatles, John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, Ringo Starr ...
8
30 de noviembre de 2021
31 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta serie documental es un documento invaluable sobre los Beatles en la fase final de su existencia como grupo. Y a pesar de que a veces resulta agotadoramente exhaustiva y repetitiva, me ha encantado. Es lo que tiene ser un fan; y poder contemplar a las cuatro leyendas de Liverpool en la intimidad de su proceso creativo ha sido para mí todo un placer y un lujo. Bien es cierto que la mayor parte del tiempo se les ve perdiendo el tiempo, discutiendo a veces (aunque la buena química entre Paul y John es palpable), bostezando, haciendo el payaso, o tocando fragmentos de viejas canciones propias y ajenas de modo deslavazado y a medio gas. Y luego están los chillidos ocasionales y espeluznantes de Yoko. Un hueso duro de roer, sin duda. Pero, como digo, me he quedado fascinado. Como cuando te quedas hipnotizado por los azarosos haraganeos de los concursantes de un reality show tipo “Gran Hermano”, donde el hiperrealismo de lo cotidiano adquiere un inusitado interés.

Asoma a veces la subrepticia presión que sienten los cuatro miembros del grupo por tener listas un puñado de canciones en breve plazo, de cara a la publicación de un nuevo disco, así como a un inminente concierto en directo, el primero que realizarán después de mucho tiempo consagrados al trabajo en estudio. El abandono temporal de George Harrison, reticente ante ese nuevo proyecto, está a punto de dar al traste con todo. En medio de la apatía general, solo un esforzado y a ratos autoritario Paul McCartney enarbola la antorcha del entusiasmo. La cosa mejora cuando los Beatles dejan el inhóspito estudio de cine donde estaban ensayando y se mudan a otro estudio más pequeño y acogedor (en la sede de Apple, su propia discográfica) donde son contagiados por el buen rollo de Billy Preston, al que contratan como teclista.

Utilizando en su mayor parte el material descartado por Lindsay Hogg (del que se rumorea que es hijo ilegitimo de Orson Welles) en su película Let it be, Peter Jackson ha pergeñado otra versión alternativa de esas tres semanas de ensayos en enero de 1969, una versión menos deprimente y que no incide tanto en la descomposición del grupo y en las tensiones internas entre sus miembros. Tanto el sonido como la imagen (remozada digitalmente y adaptada al formato apaisado) lucen bastante bien, y el montaje resulta ágil y atento a los detalles. Una cosa que me ha desagradado, sin embargo, es el modo de presentar el concierto final (¿A quién se le ocurre, por cierto, montar un concierto en una azotea y en pleno invierno londinense, con un frío que pela y agarrota las manos?), a base de un montaje fragmentado y con pantalla partida, en el que, en vez de concentrarse en la música, se concede una importancia desmesurada a las reacciones de los transeúntes, así como a los tímidos intentos de la policía por interrumpir el “concierto”.

Get Back cumple también con una inevitable, aunque moderada, función desmitificadora; y es que incluso los ídolos intocables, sometidos al escrutinio de lo cotidiano, se revelan como simples mortales, veinteañeros susceptibles que alucinan, por ejemplo, con las noticias que sobre ellos traen los periódicos que les mitifican. Hay que ver lo mucho que fumaban, y Harrison lo acabaría pagando: murió de un cáncer de pulmón 32 años después. Llama la atención la juventud de esos Beatles maduros y a punto de separarse, que oscilaba entre los 25 años de George Harrison y los 28 de Ringo Starr y John Lennon. Yoko Ono aparece como una plasta de cuidado; violando los más elementales principios de territorialidad, está siempre pegada a John. A George se le ve algo incomodo a veces, sus compañeros no acaban de reconocer su creciente peso dentro del grupo. Paul ejerce de genio multitareas capaz de impostar mil voces y se viste en plan señor, el abrigo y la chaqueta oscuros resultan idóneos para proyectar la imagen de seriedad que requiere su creciente rol de líder. Ringo parece curiosamente pasivo, callado, melancólico. Su placida bonhomía amortiguaba la lucha de egos entre sus compañeros. El que más me fascina e inquieta es John; algo ensimismado (al parecer consumía heroína por esa época) y lleno de amor por Yoko, desconoce -trágicamente- que será asesinado a balazos doce años más tarde.

Para acabar me referiré a eso que podría denominar el misterio de la creación. ¿Cómo es posible que cuatro chicos veinteañeros y sin estudios musicales crearan en solo siete años, y muchas veces bajo presión, tal cantidad de maravillosas canciones, y no se cansaran nunca de cambiar, de experimentar, de evolucionar? Ese misterio de resonancias sagradas apenas se desvela en este documental, mas allá de alguna escena reveladora como aquella en la que McCartney se pone a rasgar intensamente la guitarra, y de pronto, como por arte de magia, toma forma la melodía principal de Get Back. Si algo me ha quedado claro, sin embargo, es que la creatividad de los Beatles, su excepcional talento, tiene mucho que ver con las ganas de jugar de ese niño interior que nadie, nunca, debería perder ni olvidar.
alex
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