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Críticas de Toribio Tarifa
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Críticas 95
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
7 de agosto de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se me ocurre que Hitchcock hubiera aprobado la intensa sensación de suspense que esta película genera en el espectador. Incluso en su guión se sigue el principio del director inglés de que éste (el espectador) sepa tanto como sabe el propio director. En todo instante y pese a los iniciales momentos de duda respecto de la suerte seguida por uno de los dos protagonistas masculinos - del otro no hay duda alguna - el espectador está al corriente del futuro de la película y de sus personajes principales. Sin embargo, el suspense se apodera de la acción debido a que el público ignora el momento en que se va a producir el estallido pasional que ha de llevar al desenlace y premiar o castigar a quien lo haya merecido. Quizá no sea una gran película, pero tampoco es como para prescindir de ella alegremente. Hay que tener en cuenta también que en 1947, a los dos años de acabada la II Guerra Mundial, el espíritu del tiempo, aquel sentimiento que consciente o inconscientemente se compartía de forma natural, rellenaba los eventuales huecos que ahora, pasados más de setenta años, pudiéramos acusar en la trama.
Por otra parte, cuatro batutas subieron al atril de esta película, y no de escaso fuste: Jack Conway, George Cukor, Mervyn Le Roy y Victor Saville. No está mal.
Greer Garson vivía los años álgidos de su carrera - La señora Miniver, Niebla en el pasado, Madame Curie, La señora Parkington, El valle del destino, La dinastía de los Forsyte... - y se enseñorea de la película. El pobre Robert Mitchum, estrella ascendente entonces, resulta arrinconado por un guaperas, Richard Hart, que tiene mucho más papel que él y que por tanto disfruta de mayor cuota de pantalla. Desgraciadamente su suerte actoral no tardaría en torcerse y su trayectoria sería muy breve, pues un ataque al corazón se lo llevó por delante con tan solo 35 años.
Toribio Tarifa
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5
16 de julio de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A santo de qué una película titulada en su lengua original "La casa de la bahía" se convierte por arte de birlibirloque en "El gángster y la bailarina" cuando se la lleva al español? "La casa de la bahía" tiene un sentido claro y hace referencia a la que alquila la protagonista, que quiere tener a la vista la cárcel de Alcatraz; el gángster y la bailarina, como título, me parece una chuminada infausta de alguien que llegó un lunes por la mañana a su despacho después de un fin de semana agitado y con la mente obtusa. Dejada ya constancia de mi protesta por este título tontorrón, vayamos a la película.
El gángster Steve Lawrit se enamora profundamente de Brenda Bentley, una de las bailarinas que actúan en su local y, contra lo que suele ser corriente en este tipo de cintas, se casa con ella. Un atentado contra su marido, atribuible a un competidor con quien ha entrado en conflicto, lleva a Brenda a tomar una decisión (que años más tarde tomará también, y por la misma razón, el amor, el "Noodles" de "Érase una vez en América"): denunciar a su marido a la justicia por una cuestión de evasión de impuestos, que a ella le parece peccata minuta, en la confianza de que de esta forma conseguirá tenerlo a buen recaudo en la cárcel durante unos meses y a salvo de las asechanzas de sus enemigos. Pero las cosas se le complican...
La película, la verdad, no da para mucho. Quizá, como moraleja, podría extraerse la de que no es conveniente en la vida dejar a su albur a una hermosa mujer como Joan Bennett. Porque Steve sí parece estar verdaderamente enamorado de Brenda, y bien que lo demuestra, pero ella, por los motivos que sea, tiene una innegable tendencia a dejarse mecer por las olas de la vida la lleven adonde la lleven. Es una moraleja muy poco a propósito para los tiempos que corren, pero es la que nos deja entrever la película de que tratamos.
Toribio Tarifa
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4
8 de enero de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
O dicho de otra manera, cómo pasa el tiempo y cómo va limando lo que otrora fuera esplendoroso. La película que en 1945 alcanzó un éxito avasallador, con un reparto cuajado de estrellas, va perdiendo brillo con los años y se va volviendo mate Los que en 1945 ya pisábamos tierra o, mejor, gateábamos por ella todavía podemos responder a preguntas sobre estos personajes, pero pocos serán los que, nacidos veinte o treinta años después, sepan darte razón. Y esta es la soledad de los muertos.
He de empezar confesando que le tengo una cierta tirria a Ginger Rogers, salvo cuando se busca un partenaire convincente para deslizarse por la pista de baile al son de la música de la época. Entonces está sublime. Pero no consigo que me guste físicamente; me parece un antecedente, un trasunto de Doris Day, pero con menos gracia. En cambio, me resulta simpático Walter Pidgeon, e ignoro la razón. Tal vez porque siempre me mueve hasta el llanto cuando en "La señora Miniver" vuelve en su lancha, agotado, tras haber participado en el rescate de sus compatriotas arrinconados y condenados a perecer en las playas de Dunkerke. Lana Turner, quien tan solo cuatro años antes, en "Quiero a este hombre" estaba preciosa, aquí, como estenógrafa del Waldorf Astoria dispuesta a venderse enterita al mejor postor de sus carnes, deja mucho que desear: mal peinada y no mucho mejor vestida, no acabas de entender el éxito que tiene entre Edward Arnold, quien se la quiere merendar quieras que no, y Van Heflin, el inocentón y honesto personaje del film. Y puestos a confesar filias y fobias, diré que me gusta siempre Edward Arnold - no puedo olvidarle como implacable empresario padre de James Stewart en "Vive como quieras" - y me distrae, me aparta de la historia que se me cuenta, la presencia de cualquiera de los "Van", ya sea Van Johnson, aquí, ya Van Heflin en otras muchas películas. Manías que tiene uno.
Soy plenamente consciente de que me he ido por los cerros de Úbeda y de que no he dicho palabra de la película en sí. Y la razón es que no hay mucho que decir. He estado dudando entre darle un 5, "pasable", o castigarla más duramente con un 4, "regular".
Empezaremos diciendo que lo más interesante de la película sucede cuando su director olvida que está en funciones dramáticas y se vuelve hacia el puro documentalismo: interesa cuando se muestran las interioridades de un hotel de tanta solera como el Waldorf, sobre todo en esa época. La recepción y distribución de la prensa, las secciones de lavado y planchado de la ropa, el examen a que se somete a diario al ejército de botones, las interminables filas de telefonistas atendiendo las llamadas, aunque esto ya está más visto, etc. etc. Supongo que algo tendría que ver la producción y el pastón que amollaría sin duda la propiedad del Waldorf. ¡Ahí es nada la publicidad que se le hace al hotel!
¿Lo demás?. Lo demás se desliza parsimoniosamente sin interesar a nadie en exceso. Inspirada en la clásica - entonces - novela de Vicky Baum, que ya había dado lugar a otra exitosa película "Gran Hotel", esta parece querer repetir la fórmula: un número considerable de personajes que comparten vivienda en un hotel de lujo y las eventuales tramas pasionales (no tienen porqué ser amorosas) a que esa convivencia da lugar. Lujo, riqueza, abundancia...y, sobre todo, resolución anticipada de cualquier problema que al huésped pudiera surgirle.
Toribio Tarifa
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8
31 de agosto de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No he leído el resto de las críticas de los que me han precedido, cosa que siempre suelo hacer, leerlas quiero decir; por tanto no sé si alguien se habrá referido ya a lo que yo pretendo decir, que es lo siguiente. Empiezo viendo que la calificación media es relativamente baja, un 5,8 no es para entusiasmar a nadie. Yo le puse un 8, un notable alto. Y esta nota, a mi entender, se la ganaría la película aunque solo tuviera una duración de cinco minutos que es aproximadamente lo que dura la escena que la abre, en concreto son tres minutos y algo más. Esa escena en el portal de un edificio de Buenos Aires donde se reúnen los vecinos para decidir de qué manera homenajearán a uno de ellos que acaba de fallecer la encuentro magistral. En ocasiones me paso esos tres primeros minutos de la película para disfrutar de la actuación de los diversos actores, empezando por quien lleva la voz cantante de la propuesta - desconozco su nombre, pero es una actriz como la copa de un pino - de comprar una corona de flores y acabando por el resto del elenco. Notable
Toribio Tarifa
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5
9 de enero de 2017
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Convencional western que trata de seguir la senda trazada seis años antes por Fred Zinnemann en "Solo ante el peligro", aunque con menos fortuna e intención. El juez Jim Scott, interpretado por ese gran actor que era Fred MacMurray, aquí ya tratando de mantener el tipo como galán cuando había cumplido el medio siglo, debe tomar una decisión que puede enfrentarle no solamente a una banda de malhechores, sino incluso a la totalidad del pueblo, temeroso de su venganza; es decir, un hombre solo frente a los malvados y a su propia comunidad. Las complicaciones sentimentales no podían faltar, y su novia, la bella Joan Weldon (cuyo airoso cuello conviene destacar) parece tontear más de lo conveniente con el joven y atractivo sheriff (John Ericson). En fin, todo se desarrolla como es preceptivo, sin aburrir en ningún momento, aunque sin aportar tampoco nada nuevo ni de especial interés.
Toribio Tarifa
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