Ni buena ni mala: simplemente, esto no es cine. Qué es? Una especie de manga animado con personajes reales dando "vida" a dibujos bobos. Hubiera sido mejor no haber contratado a actores para interpretar "esto"; así me hubiera ahorrado los 100 minutos idiotas de que consta la "película". Las peleas aburren hasta el hastío y la música parece sacada de imitaciones a Morricone. Los diálogos, los pocos que hay, malos de solemnidad, incluídos los japoneses. Un par de buenos momentos y varios risibles rozando, o mejor, hundiéndose en el esperpento.
Pero claro, es de Tarantino.

Brian de Palma no defrauda en el aspecto técnico: la ambientación, la recreación del noir (en color),el manejo de la cámara, los juegos de luces y sombras, la fuerza de algunas escenas clásicas de este director...etc.etc., mantienen al espectador esperanzado la mitad del metraje. Pero después, todo se acelera, se retuerce, se lía, se dispersa en subtramas que no se aclaran, que aparecen y desaparecen como los ojos del Guadiana, y se atropella en un final que quiere explicar todo y no lo consigue.

Los actores están mal en sus papeles, sobre todo el protagonista, pero malo malo hasta decir basta. Los demás carecen de verosimilitud, nunca se adecúan a los personajes que interpretan. Lástima de tan lujoso y espléndido envoltorio para semejante despropósito.

¿Qué añadir a lo ya dicho? Una obra maestra. Lo mejor, Richard Farnsworth. Lo peor, (si lo hay), el excesivo edulcoramiento, o quizá, tantas semanas en ese cachivache de un viejo en tan malas condiciones (aunque sea un "hecho real", cosa que dudo). Lynch sorprende con una gran película que se entiende, aunque la historia tenga demasiado almíbar.

Una de las peores películas en las que participó el gran Clint Eastwood, ya en su etapa de "viejo cascarrabias", dirigida por su ayudante de dirección en otras de sus grandes obras. Las dos historias que cuenta son imposibles de tragar, especialmente la relación padre (Clint)-hija (Amy), que no tiene ni pies ni cabeza. Todos los personajes son falsos, planos y hasta absurdos, componiendo un melodrama con final infantilmente feliz. Pero claro, ahí está Clint (que no sé cómo se metió en este bodrio), y él solito llena la pantalla cuando tiene la ocasión, componiendo el personaje de Gus a su modo y manera, o sea, de 10. El resto, sobre todo la ridícula historia de amor Amy-Justin, se hace insoportable, y el final acaba por fastidiarlo todo aún más de lo que ya lo estaba. Mala, aburrida, absurda, almibarada...pero está Clint. Y cuando aparece el maestro, con sus tres o cuatro frases antológicas, se enciende el CINE, porque él es CINE.

No he visto nada mejor, ni series ni películas de "gansters", que Narcos. Si parecía que con la muerte de Escobar al final de la segunda temporada, la serie estaba acabada, la tercera temporada nos sorprende y nos vuelve a deslumbrar con diez capítulos magnifícos, una tensión creciente, un ritmo trepidante, una ambientación excelsa y unos actores que viven sus papeles más que interpretarlos.

El mundo de la droga, la corrupción y la violencia salvaje, basada en hechos reales (con algunas licencias, naturalmente), se nos muestra en toda su extensión con descarnada verosimilitud. Así, la temporada es como un reloj de precisión en donde toda la maquinaria funciona de manera exacta y avasalladora, sin dar un respiro al espectador, que se queda enganchado como si de coca se tratara, esperando el siguiente capítulo como el drogata la siguiente raya.

Si en las dos primeras temporadas, lo único que fallaba era Boyd Holbrook interpretando a Murphy (qué actor más malo), aquí no falla nada, no sobra nada, no hay rellenos, se va a la trama directamente, y la tensión no decae en cada capítulo, aunque sepamos cómo termina el Cartel de Cali. Cuando el agente Peña (que, por cierto, en la realidad no estuvo allí), se queda mirando la barca que transporta coca por el río, mientras ayuda a su padre en sus labores campestres, nos deja el agradable sabor de una posible cuarta temporada con las andanzas del terrible Cartel del Norte del Valle, liderado por un sujeto de la "categoría" de Escobar o los hermanos Rodríguez Orejuela.

"¡Ojalá!"

Las comparaciones son odiosas. "Narcos" y "Fariña", por ejemplo.