Batman Begins es el reto de un hombre como Christopher Nolan de dar peso dramático, profundidad psicológica y reflexiones existenciales a unos personajes con posibilidades ilimitadas pero virtualmente inexploradas fuera del medio al que pertenecen, el cómic. Por suerte, Nolan es un cineasta con mayúsculas y su reto fue superado sin flaquezas.

Además de dotar a la cinta de una presencia sin igual gracias a un casting milagroso, Nolan consigue una puesta en escena y una narración sin paliativos. El pulso de la historia, la fluidez del guión, el carisma del reparto y la sensación de estar asistiendo a una nueva forma de hacer épica cinematográfica cuadran el círculo de las adaptaciones de cómic, y sobre todo, del enfoque pertinente para tratar décadas de material escrito y dibujado.

La voluntad creativa y artística de Nolan, igualada sólo por el respeto a su trabajo y al trabajo de otros, hacen de Batman Begins el producto definitivo para los aficionados al cómic, para los aficionados al cine de acción y para los aficionados al cine de autor. Bravo.

Si algo espero de una película de Futurama es que mantenga el tremendo nivel del que puede presumir la serie. Y en este caso, al igual que en Bender's Big Score, las expectativas quedan harto satisfechas. Al igual que en Bender's Big Score, los productores y guionistas construyen una trama en la que tienen cabida la mayor parte de personajes de la serie regular, autocitas, guiños a la cultura pulp y a la ciencia ficción... y todo ello regado con un sentido del humor inimitable.

The Devil Rides Out es un perfecto representante de su género en la década de los 60, y más aún de las producciones de la mítica Hammer.

Aún por llegar incursiones mucho más ambiciosas y terroríficas en los años siguientes, esta película recoge el formato un tanto naíf de la superstición y el culto adorador al diablo para construir un sólido thriller alrededor de la figura de Christopher Lee, icono del cine de demonios, vampiros, fantasmas y hombres lobo, esta vez en el papel de un atemorizado conocedor de las fuerzas del mal a las que se enfrenta con esbozos de hechicería para ayudar a un amigo víctima de su influjo.

A pesar de la dificultad de apreciarlos a día de hoy, la película cuenta con logros narrativos muy interesantes y destaca por contar con la figura de Christopher Lee en un papel heróico, cosa bastante poco común en la carrera del mítico actor.

Sé que en el fondo la culpa es mía por tener ya la película hecha en mi cabeza. Son demasiados años leyendo cómics de Hulk, a lo largo de los cuales he conocido muchos enfoques del personaje, he disfrutado con muchísimas aventuras, escenas de acción, conceptos narrativos...

De todas formas, no fui negado al cine, a pesar de que los trailers no me auguraron nada bueno. Y me entretuve, pasé un rato agradable. Pero no puedo negar mi decepción con lo que han hecho Leterrier y Norton (y la productora, metiendo mano). Me parece un paso atrás argumental, técnico y formal respecto a la película de Ang Lee de 2003, que tan incomprendida fue por crítica y público. No termino de comprender por qué se repiten determinados pasajes de la presentación del personaje que ya habían sido vistos en la otra película, ni por qué ciertas escenas de acción son bastante menos espectaculares, o por qué me queda la sensación de que el trabajo infográfico no es ni de lejos todo lo bueno que podía haber sido en lo referente a Hulk.

El guión, el desarrollo de la película, está descompensado por los cortes que se han hecho en la sala de montaje. Algunas escenas duran excesivamente, y otras te las pierdes en un parpadeo.

Tras la espectacular Iron Man, Marvel continúa se estrategia común, y lo mejor de este Hulk son los lazos que la unen al resto de proyectos de la Casa de las Ideas en los próximos años. Espero que una secuela antes del gran evento que están preparando logre devolverme al Hulk que imaginé leyendo los cómics, y que si hay de nuevo un clímax final, sea digno del personaje.

No esta todo dicho en las críticas anteriores a la mía porque de esta película nunca estará todo dicho, por eso es inconmesurable. Sin embargo, aquello que podría expresar por mí mismo redundaría en las palabras de otros admiradores que sabiamente han explicado y ensalzado sus virtudes aquí. Yo sólo puedo añadir que no entenderla o apreciarla no es un problema de inteligencia, sino de elemental humanidad, de empatía, de percepción. 2001 no es una película obvia, común y arquetípica, sino algo más, mucho más.

De todas las críticas, la única que me parece especialmente desafortunada es la de achacarle un mal envejecer o aseverar que fue apreciada en su momento por el contexto de auge lisérgico de la década de los 60... 2001 no sólo no ha envejecido mal, puesto que sigue cautivando a personas pertenecientes a generaciones nacidas varias décadas después de su estreno, sino que son precisamente esas capas de la sociedad cercanas a las drogas y que escriben y expresan opiniones como "Kubrick debió fumarse o meterse algo para hacer semejante cosa" los que rechazan el film.

2001 seguirá adelante en su camino de conquista de los aficionados aun cuando nosotros no podamos verlo.