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Críticas de Francisco Javier Millan
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Críticas 265
Críticas ordenadas por utilidad
6
17 de abril de 2015
27 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Os acordáis de “Philomena”, aquella cinta donde Judi Dench regresaba a Irlanda en busca de su hijo perdido?, pues esto es lo mismo pero con Helen Mirren y un cuadro de Gustav Klimt.
La estructura es prácticamente idéntica, aunque en esta ocasión salpicada por una serie de flashbacks que revelan información sobre la familia de la protagonista durante la ocupación de Viena por parte de los nazis.
Trama a priori bastante interesante, y lo es, resuelta de modo muy academicista. Con una ambientación de los años del III Reich mucho más cercana a “La ladrona de libros” que a “La lista de Schindler”.
Simon Curtis entrega una entretenida película de subterfugios legales, y nos abre una ventana a la historia de la manera más amable posible. No en vano ya hemos dicho en repetidas ocasiones, que raro es que una película enmarcada en estos sucesos no sea interesante. Bueno sí, “Monuments Men”.
Esta película viene a ser un drama personal en comparación con el planteamiento mucho más ambicioso (y fallido) de la cinta de George Clooney.
El relato se sustenta prácticamente sobre los hombros de Helen Mirren, una de esas actrices que con solo su presencia ya hace interesante su visionado. Su compañero de reparto, Ryan Reynolds, sorprende por su constante apatía. Hay que reconocer que se trata de un actor cuya llama carismática parece haber perdido muchos enteros con el paso de los años.
A la historia le falta alguien con fuerza, tal y como ocurría con Steve Coogan en la antes mencionada “Philomena”. La presencia del actor se reduce a cumplir sin demasiado esfuerzo.
En conclusión, un film sugerente y bien llevado, que será disfrutado mucho por el público ya entrado en años.
Francisco Javier Millan
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6
6 de abril de 2016
23 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sensación agridulce la que provoca esta cinta, basada en el descubrimiento de la llamada Capilla Sixtina del Paleolítico. Tamaño hallazgo sin duda tendría que haber tenido una mejor película, quedándose tan solo en una especie de publirreportaje de esos que invitan a los turistas a acudir a otras regiones de España.
Hugh Hudson, que parece regresar de su merecido retiro, es casi lo de menos, en un producto controlado y empaquetado con la familia Botín y otras instituciones de la comunidad cántabra. No encontraremos en ella nada de la fastuosidad épica de sus películas más recordadas, pero sí una sensación de querer agradar a la mayor parte del público. El guión, muy esquemático, plantea los consabidos enfrentamientos entre la Iglesia y la Ciencia, pero sin incidir excesivamente en esta brecha histórica que ha hecho avanzar y retroceder al ser humano por partes iguales.
Por otro lado sorprende, y mucho, el pastiche de la propuesta actoral, rescatando a un Antonio Banderas en horas bajísimas, y a una serie de actores españoles y extranjeros de variadísimas nacionalidades. Su poca interacción deriva en la caricatura, aspecto que se acentúa en el penoso doblaje de los personajes franceses. Entre ellos podemos ver a un irreconocible Rupert Everett, y a una cansina Golshifteh Farahani, interpretando un papel en constante estreñimiento facial. Periódicos españoles escritos en inglés y algún que otro anacronismo, hacen de este título una rareza en ocasiones defendible, pero en otras difícil de clasificar.
La historia atraviesa, solo de puntillas, el puente que se puede echar entre la sociedad española de finales del XIX y la actual. Y es que de nuevo, una y otra vez en nuestro país, se humilla y ridiculiza a todos aquellos que se consideran soñadores y emprendedores, haciendo desaparecer vocaciones y talentos con inusitada rapidez.
Aún así, con todos sus defectos, es una película de visionado agradable, ideal para hacernos pasear por las localizaciones de Comillas y Santillana del Mar en estos primeros días de primavera. Creo que en ella hay un buen film, pero desarrollado por gente que no sabe del buen arte de hacer cine. Es decir, un producto cocinado entre un comité de dirección bancario y los políticos de turno.
Francisco Javier Millan
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8
8 de enero de 2014
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada menos que 66 años separan a esta película de la protagonizada por Danny Kaye en 1947. Dos épocas bien distintas, la primera bajo la sombra de la II Guerra Mundial, y la nuestra, por una situación social y económica, que no solo vive una crisis de índole monetario, sino también de valores humanos y morales.
Dentro de este marco, Ben Stiller afronta su trabajo más personal, no solo como actor, sino también como director, otorgando una película, que no solo se aleja de la original, sino que la convierte en un vehículo de transmisión de positivismo a raudales y de sobre todo, una sensación constante de amor por la vida.
En ella hay dos películas bien diferenciadas, la que transcurre en el tedioso y gris trabajo de oficina, y la de los grandes y fantásticos viajes por el mundo.
El día a día de Mitty es aburrido y sin alicientes, en una revista como “Life”, que no es ni de lejos el reflejo de su propio nombre. Una empresa que ha perdido sus valores fundacionales, en detrimento de una colección de jóvenes directivos que son el fiel reflejo de la idea, de que en un trabajo estás para ganar dinero, y nada más. Gran error.
Hay que tener en cuenta que en nuestra vida cotidiana, pasamos muchas más horas en el trabajo, que con nosotros mismos, y tratar a la gente exclusivamente como un medio para ganar más y más dinero es algo alineante y sin sentido.
Y ¿quién no se ha sentido inadaptado en uno de estos grupos?. Muchos sin duda, muchos somos Walter Mitty. Yo al menos lo fui durante mis años como vendedor en un gran almacén, lugar donde veía día tras día, que mis ilusiones por vivir y desarrollarme como persona, eran arrojadas por el retrete.
Pero harina de otro costal es el lado fantástico de nuestra imaginación, la que nos permite viajar a lugares lejanos y vivir aventuras extraordinarias. Alejarnos por un momento de nuestra gris existencia.
Y es en este punto donde la película coge el vuelo y se convierte en una aventura vitalista repleta de situaciones que harán pensar a más de uno y cansarán (hasta el hartazgo) a muchos otros.
La carga filosófica de su mensaje es alta, muy por encima de la media de los títulos que llegan de los grandes estudios. Es algo así como una película de autor, llena de grandes mensajes trascendentales, pero envuelta para su consumo fácil por parte de los espectadores mayoritarios. Me echo a temblar al pensar que hubiera hecho gente como Terrence Malick con semejante material.
Los dos grandes viajes, Groelandia/Islandia y Afganistán, son una preciosa postal no solo de paisajes sino de nuestro interior más profundo.
Y es que solamente los que hayan viajado en solitario, solo comprenderán esa sensación de libertad y de ser uno mismo. Es una práctica que recomiendo encarecidamente hacer, y que debería ser condición indispensable para nuestro desarrollo vital.
Stiller firma unos planos bellísimos, gracias especialmente a una estupenda dirección de fotografía, que junto a un magnífico uso del montaje y de la música, harán a más de uno levitar en la butaca.
Sin duda ha logrado el difícil arte del viaje emocional, algo que muy pocos realizadores logran alcanzar, aunque comprendo a todos aquellos que se sientan defraudados por ella, ya que esta película depende mucho de lo que hayas vivido o de lo que te falte por vivir.
Francisco Javier Millan
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8
19 de enero de 2015
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Modélica cinta infantil alejada de todo momento aburrido, y con un resultado eficaz no solo para niños sino también para adultos. Ya que a ambos se les trata de una manera inteligente, mientras se divierten.

Paul King ha puesto sus miras en los clásicos juveniles británicos y en los planteamientos fundacionales del cine de Wes Anderson, del que bebe en más de una escena.

Hay algo mágico en este relato de un osito abandonado a su suerte en un Londres demasiado caótico. Desde un diseño de producción impecable a una creación de personajes realmente adorables.

La aparición en pantalla de una actriz como Sally Hawkings, resulta siempre algo delicioso. Su rostro, utilizado con gran acierto por directores como Woody Allen o Mike Leigh, está lleno de dulzura y amor. Una de esas caras amigas que siempre te alegras de ver, cuando cruzas por una calle llena de desconocidos.

No es descabellado afirmar, que en la actualidad del cine europeo, Inglaterra siempre destaca por su elegancia y saber hacer, habiendo demostrado una notable eficacia en los universos infantiles y juveniles.

Cuando uno lleva más de un rato en el interior de la película, descubre perplejo que la función no es solamente agradable, sino incluso de buena calidad.

Contiene moralejas y discursos familiares, pero muchos pueden estar tranquilos, ya que no eclipsan un buen número de escenas entrañables.

Y aunque los efectos especiales no estén del todo pulidos, y al oso le falte rasgos que expresen mayor número de sentimientos, no hay lugar para el aburrimiento, y sí para toneladas de diversión.

Película estrenada en la cola de las navidades, y que viene a demostrar, que cuando uno cuida los aspectos formales y actorales, el resultado puede ser la mar de interesante.
Francisco Javier Millan
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8
26 de septiembre de 2014
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucha gente me ha preguntado cuales fueron las películas que abrieron mi vocación hacía este mundo del cine. Son varios los títulos que devoraba de pequeño en esa “Primera sesión” de los sábados por larde. Cintas de aventuras en su mayoría y en algunas ocasiones basadas en grandes epopeyas de aire clásico.
Y siempre que se estrene una película que me recuerde a todo aquello, la defenderé con gran determinación. Siendo esta nueva aproximación al héroe griego, el mejor caso que nos podemos encontrar este año.
Película donde la aventura por la aventura y sus personajes la hacen un espectáculo disfrutable por todos los poros de tu piel.
Estoy de acuerdo y afirmo que a Dwayne Johnson todavía le falta encontrar un gran personaje que lo convierta en un mito del cine de acción. Pero aquí ha estado rozándolo.
Pero su participación no es digamos lo más importante, sino más bien el equipo que forma con una serie de personajes memorables, con características y habilidades propias cada uno de ellos. A destacar un inconmensurable y divertido Ian McShane y la presencia de unos nada desdeñables John Hurt, Joseph Fiennes, Rufus Sewell y Peter Mullan. No creo que encontremos tantos nombres importantes en una cinta de acción en los tiempos que corren.
No es el típico blockbuster, busca la taquilla, pero tiene alma y saber hacer. Además de ese punto “artesano” de las cintas de antaño, que hará a más de un agorero callarle la boca contra un director injustamente vapuleado como es Brett Ratner. Cuyo pecado a la hora de dirigir “X-MEN 3” parece todavía estar pagando. Y eso que ni de lejos era una mala película.
De todo ello me quedo con el curioso enfoque que rompe el mito y elimina todo atisbo de magia, dioses y brujería.
Intuyo que la taquilla no le ha ido del todo bien, pero no exagero cuando digo, que sentiría mucho que esto no tuviera una digna continuación en futuros capítulos.
Francisco Javier Millan
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