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España España · Madrid
Críticas de Daniel
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Críticas 257
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de diciembre de 2022
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Melville suele tratar de personajes marginales como atracadores, el asceta y casi místico asesino a sueldo de "Le samourai", o de los miembros intelectuales de la Resistencia (El ejército de las sombras), siempre trabajando con actores y técnicos de primera. El interés no está, principalmente, en los argumentos, sino en los rostros, las motivaciones, las miradas, los silencios... Melville puede contar la historia de un atraco o rememorar a los héroes partisanos (él mismo militó en la Resistencia), pero siempre pone ahí mucho más. Sus tipos psicológicos tienen misterio, dimensiones, fascinante complejidad.

En Léon Morin, sacerdote, ocurre lo mismo. El argumento es prácticamente inexistente. Basándose en la novela de una autora, a Melville lo que le interesa son los rostros y caracteres, el misterio de las motivaciones. Valiéndose de dos formidables actores, Belmondo y Riva, se narra, con el tempo adecuado, el misterio de ese hombre joven, atractivo sin duda para las mujeres, pero que ha renunciado completamente a su sexualidad siguiendo lo que le impone a un cura la religión católica, y plenamente convencido de ello. Este film tiene mucho más diálogo que lo habitual en Melville, y son diálogos realmente buenos, incluidas las partes en que el cura intenta desmontar el escepticismo religioso de ella con todo tipo de razonamientos en los que la mujer encuentra siempre lagunas. Finalmente, más o menos, el cura viene a reconocer que la religión parte de una cuestión de pura fe.

Pero ella es una mujer normal y a lo largo de las frecuentes sesiones con el cura, su inconsciente se va quedando con su apostura, su seguridad, su atractivo indudable, y se le va metiendo en lo más hondo. Es una lucha entre la naturaleza normal de ella y los indestructibles principios que el cura ha asumido. Esa lucha entre la naturaleza normal y unas convicciones asumidas y contrarias a ella, es lo que el film realmente cuenta. Termino con breve comentario en Spoiler...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Daniel
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7
13 de febrero de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las películas que mejor expresa el horror de los campos de exterminio nazis, y sin que se vean, pues la acción transcurre en Israel ya después de la guerra. Este es otro de los grandes papeles que interpretó Kirk Douglas, en el que luce también sus muy buenas dotes de malabarista y clown, de lo cual habría podido también ser profesional. El horror referido de los campos de exterminio se revela a través de los traumas, desequilibrios y breves pero horribles recuerdos de este personaje, pero todo ello sugerido en sus momentos, sin recurrir a los flash-back y sin aburrir recargando tintas, con la sencilla maestría con que se narraba en aquella época.

De haber sido rodada esta historia en alguna época posterior, hubieran probablemente incluido esos espantosos flash backs de medio segundo con un estridente golpe musical y un gran primer plano de la cara sudorosa, y toda esa cosa que luego fue tan manida, de la misma forma en que cuando eran recuerdos agradables, pues eran a cámara lenta, y si eran sentimentales o eróticos pues con "flou", etc., aunque esos recursos también podrían ser válidos según cómo se hagan, pero, desde luego, ha habido mucho abuso. Aquí sólo hay una buena interpretación, bien medida, y una buena película.
Daniel
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10
31 de agosto de 2016
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gran trabajo de Warren Oates y de Isela Vega. A su alrededor, varios de los habituales secundarios del director, que son otro espléndido sello personal. A todo ello, el pulso de Peckinpah le saca el máximo partido para narrar una historia escueta, seca y dura como los territorios y el sol de Méjico. Se podría imaginar esta misma historia rodada por otro director: la historia es buena y un buen director también le hubiera sacado partido, pero, sin duda, hubiera sido la diferencia entre un artesano competente y un genuino poeta irrepetible como Sam Peckinpah.

Los films de Peckinpah -estoy pensando también en "Grupo salvaje" y otros-, además de todo lo demás, tienen sabor y olor; huelen a pólvora, a sudor, a alcohol, a caminos polvorientos que cruzan pequeños pueblos de gentes pobres, a dolor muy interno, a buitres alados y buitres humanos, a la soberbia y mezquindad de los poderosos..., pero también hay pasión por la vida, recias lealtades y una idea arraigada en lo más hondo de los protagonistas, de justicia; sin invocar a la religión, pues no son religiosos, hay un algo muy profundo en ellos, el sentimiento, casi a su pesar, de lo que está bien y lo que está mal, que luego les conduce a un violento, destructivo y autodestructivo gran final.

Para algunos, la poesía es un recitado de frases coloridas, a veces con violines suaves de fondo; eso puede ser una forma válida, dependiendo del autor, pero la poesía es algo que no se puede definir, que sólo se siente a veces, que te huye si la buscas, que se tiene o no se tiene, y también puede haber poesía en un secarral con zopilotes y escorpiones por el que deambula un buscavidas. Igualmente, los que siempre ven en las películas la frase cliché de "en realidad es una historia de amor", en "Quiero la cabeza..." pueden decirlo más que nunca, pues, en medio de todo, hay un gran y verdadero amor del personaje de Oates por la prostituta cantante, con ladillas a veces y que va dejando de ser joven, interpretada por Isela Vega que, por cierto, ¡qué pedazo de actriz! Eloy de la Iglesia lo supo ver cuando la trajo para su mejor película: "Navajeros" (1980).

En fin, en “Quiero la cabeza de Alfredo García”, bajo la capa de un film de acción y una forma de Western, hay un arrebatador, hondo y sentido poema como nadie más hubiera sabido hacer. (Daniel Nieto Ureña)
Daniel
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7
23 de agosto de 2015
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A qué viene hablar de una película de hace 30 años que seguro que nadie recuerda? Porque acabo de revisitarla en una vieja copia VHS grabada de un cutre pase televisivo de la época, que es la única forma de verla, y ratifico la opinión que me hice de que es una ágil, entretenida y bien hecha comedia que creo que no tuvo éxito ni gustó a la crítica. Cuando poco después, verdaderas naderías, esas sí, llevaban a masas a llenar los cines, esta buena comedia pasó sin pena ni gloria y se hundió en el olvido. Esto habla de lo inseguro e impredecible que es este mundo del cine. Este film es de los raros (no recuerdo ahora si hay otro) en que trabajan juntos Paco Rabal y Fernando Fernán-Gómez y, además, el director Miguel Hermoso trajo a Rod Taylor, magnífico actor de acción en su juventud, pero también de comedia y de lo que haga falta, como tiene demostrado. Se ve que esta película la hizo con ganas y realizó un buen trabajo. Pues ya está: tenía que decirlo y nos harían un favor si la editaran en DVD con su calidad original.
Daniel
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5
13 de mayo de 2017
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece una innecesaria revisita más del famoso monstruíto, que ahora resulta que es de origen artificial, obra de locos ambiciosos, como casi todo lo malo que ocurre, al soltar un patógeno en un planeta a colonizar y manipularlo un robót con muy mala leche, que fue fabricado así por un científico loco. O algo así. Los astronautas de la nave colonizadora son, al igual que en la reciente “Life” un grupete de imbéciles ineptos. Entre otros disparates, salen a dar una vuelta por un planeta del que nada saben, sin escafandra, como si fuera un paseo por Guadarrama, expuestos a aspirar una enfermedad desconocida o esporas de cualquiera sabe qué, como realmente ocurre. A ello va siguiendo una cadena de locuras, etc. Esto son errores ingenuos de guión, pues un buen guión siempre debe suponer que los personajes están cualificados para ser lo que son y hacer lo que hacen. En cambio, como digo, parecen una pandilla de colegiales medio tontos.

De todas formas, se puede desprender una meditación: en las películas, hasta hace poco, acababan ganando los buenos. Ahora gana lo malo ante la acción de los locos y la inoperancia de los tontos. El cine también puede ser, un poco, una especie de termómetro del ambiente y su mentalidad. Puede ser indicativo de lo enrarecido del mundo actual, el miedo que da el futuro y la confianza cada vez menor que merecen los que dirigen, manejan y los que se supone que “saben”.

Y por último, tengo que dejar caer un pequeño comentario al margen de la película. Ir al cine es cada vez menos agradable: cada vez hay más gente que ve las películas hablando y haciendo ruidos con bolsas; tuve que llamarle la atención (con lo que me fastidia) a dos memos a mi lado que, más que ver la película, estaban jugando con los móviles, con sus lucecitas que molestan y sacan de la película a los que están cerca. Toda esta gente son público para un bar. ¿Por qué se meten en los cines?
Daniel
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