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Críticas de Antonio Morales
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Críticas 1.537
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
7 de mayo de 2017
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nos demuestran que pese a los condicionamientos sociales, el destino lo escriben las personas con su fuerza para luchar contra las adversidades circunstanciales. Somos nosotros los que debemos imponer nuestros sentimientos y principios sin amedrentarnos ante la presión externa. Es lo que, en el fondo, plantean las dos historias amorosas que mantiene el film. Fue Karel Reisz, con guión del dramaturgo Harold Pinter, quien consiguió plasmar en imágenes el melodrama victoriano inspirado en la complicada y romántica novela homónima de John Fowles. Una obra de una belleza plástica fascinante, protagoniza por Jeremy Irons y Meryl Streep, intérpretes a su vez del rodaje (Anna y Mike) de la propia película, cine dentro de cine que encumbró definitivamente como estrella rutilante a la protagonista de “Memorias de África”, hoy en día un mito de la pantalla. La película se erige como un duro retrato de la sociedad victoriana y un estudio psicológico de la libertad como medio de autorealización.

El cine de Reisz siempre destacó por presentar a seres rebeldes desarraigados de la sociedad, un cineasta surgido del “Free Cinema” que supo explorar con acierto, nuevos caminos expresivos. Narrada desde el comienzo con fuerza y con una extraña sobriedad formal, mostrando a Sarah como una enigmática mujer de misteriosa presencia que espera a alguien en el espigón de Lymme, en medio de la furia de las olas, con ese manto negro con capucha, son imágenes que pertenecen a la Historia del Cine. Será el inicio de un argumento con una doble vertiente, por un lado la escenificación de una película victoriana rodada en la época contemporánea, y por otro, el secreto romance entre los dos actores ya casados. Personalmente yo me quedo con la primera, mucho más apasionante y atractiva que la segunda. La fotografía portentosa de Freddie Francis extrae de la pálida actriz americana un aspecto “Pre-rafaelista” con aura incluida, ademas de unas localizaciones de una belleza sublime.

En ella encontramos ecos del cine de David Lean y del poco apreciado Anthony Asquith. Este film creó escuela e influencia sobre las posteriores adaptaciones de textos de Jane Austen, aunque a primera vista parezca frío y desdramatizado, incluso contemplativo, su atmósfera te atrapa por su sobrecogedora belleza en su alcance telúrico, su magistral ambientación de época sienta precedente. Una obra sugerente, llena de matices, una triste historia de amor no correspondido que se entrelaza con otros amores. El de Sarah (Streep) esperando a un marino francés que nunca volverá, el de su encuentro con el paleontólogo Charles (Irons), que ha acudido a aquel lugar costero para sellar su compromiso con Ernestina, joven de muy buena familia que le garantizaría su futuro como científico.

Una película que nos seduce por su puesta en escena inteligente y esmerada, sus brumas de pasión reprimida que imponía el puritanismo en la sociedad de la época. Todo eso es lo mejor del film, más allá de la relación actoral en el rodaje pillada por los pelos que contribuye a darnos dos finales distintos como sugería Fowles en su novela. Es en el drama pretérito victoriano donde reside el rasgo transgresor que ofrece su dramaturgia. La de una mujer con suficiente capacidad para revelarse ante un contexto asfixiante y opresivo, saliendo adelante por la fuerza de su convicción personal. Todo ello en una época en que la intolerancia de una clase social iría en decadencia por su reduccionista visión del mundo, con sus privilegios absurdos, su despotismo e insolencia, sus criados maltratados y humillados y su grandeza imperial que esquilmaba pueblos con la cínica escusa de civilizarlos, cruel paradoja protagonizada por la cultura democrática británica. Obra muy destacable, fruto de mucho talento.
Antonio Morales
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6
6 de mayo de 2017
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comedia romántica fresca y desenfadada, sin especiales pretensiones filosóficas ni existenciales, que no acusa para nada el paso del tiempo, sigue siendo vitalista, divertida, optimista y llena de colores eléctricos gracias a la experimental fotografía del veterano Hanns Bürman, en aquellos años innovando con nuevos filtros y ambientes, que transmiten sobre todo, ganas de vivir. Carlota (una maravillosa María Esteve), es una muchacha, inquieta e independiente, que trabaja como chófer de una ambulancia del SAMUR en Madrid, formando equipo con Rodrigo (Roberto Álvarez), médico de urgencias. Vive en la ansiedad permanente buscando pareja para estabilizar su vida, llenar el vacío de su soledad y sentirse realizada con plenitud. La búsqueda le depara fracasos sucesivos, que progresivamente convierten su objetivo en una frenética obsesión. En un servicio profesional, conoce a Jose Mari (Coque Malla), y cree haber encontrado al hombre de su vida, se trata de un profesor de EGB que dibuja comics pornos y gore en su tiempo libre.

Carlota mantiene constantemente un monólogo interior opinando sobre lo que le sucede que nos hace entender y empatizar con el personaje. El film reconstruye desde una óptica actual, punto por punto el mundo quebradizo, lenguaraz, desinhibido y algo absurdo de muchos jóvenes de hoy, de las idioteces que podemos cometer por amor. La película de Álvaro Fernández Armero escrita junto a su hermana Coloma, describe las angustias, inquietudes y crisis de una parte de la generación que se acercan a los 30 años, cuando muchos de ellos sienten la necesidad de formar pareja, encontrar la felicidad y organizarse un futuro de vida en familia. La película desmitifica los fundamentos de estas crisis y muestra los errores de las carreras por alcanzar metas que no son necesariamente prioritarias, hay otras alternativas mejores que son convenientes sin ser urgentes. Además, la película muestra la inclinación que sienten los que pronto serán treintañeros a vivir sin compromisos personales, familiares y laborales.

La inestabilidad y las incertidumbres derivadas de una sociedad competitiva, de empleos precarios, despidos fáciles, infidelidades y deslealtades, todo ello, determina la preponderancia de unos valores en los que prima la libertad sobre el compromiso. La película es ligera y se disfruta con facilidad, aunque pueda parecer frívola, en realidad, no lo es, por lo que es muy recomendable para pasar un rato divertido asistiendo a situaciones que todos hemos vivido de alguna forma. Su lenguaje narrativo es muy accesible y su ritmo te atrapa. La entrañable y poco reflexiva Carlota se ha decidido mediante un flechazo, por un chico a quien llama N.º1 que será el padre de sus hijos y nadie puede pararla.
Antonio Morales
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6
5 de mayo de 2017
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Precisamente la evocadora infancia del propio director del film, un relato familiar en la España de la posguerra. Una representación de simulacros, el de la aparente felicidad de una familia y el de la de un país. Donde está presente el recuerdo cinéfilo y erótico con la película “Ana” de Alberto Lattuada con el mito femenino de Silvana Mangano contorneándose mientras cantaba. “Demonios en el jardín” tiene mucho de autoreflexión sobre el propio cine del santanderino, sobre sus experiencias y obsesiones en su universo personal. Como se puede apreciar el film posee todos los ingredientes imprescindibles del melodrama, pero que está narrado de forma atípica y personal, abrupto, algo cerrado y poco accesible, pero que una vez hemos penetrado en él, todo es reconocible: matrimonio sin amor, cuñado enamorado de la esposa, duelo casi fratricida, joven seducida, embarazada y abandonada… y donde no faltan arrepentimientos, sollozos y spoilers que no puedo contar.

Una nueva visión sobre la sociedad de posguerra y la influencia del franquismo. Las vivencias de un niño que se convierto en centro de atracción dramática y eje de diversas situaciones dramáticas: enfermedad, ausencia paterna, experiencia doblemente frustrante en el conocimiento de éste, incluyendo las penalidades de la sufrida madre. Hay una estupenda ambientación y recreación de la atmósfera y las costumbres de la época que seducen por su naturalidad y cercanía humana. Gracias a un esplendido casting donde destaca su musa, Ángela Molina, y un prodigioso equipo técnico y artístico que deviene en una obra atractiva aunque controvertida por la forma que se plantea, con situaciones grotescas y un tanto extrañas, pero así ha sido siempre el cine de Gutiérrez Aragón, atípico y nada previsible.

Dentro del cine español de la transición, Manolo Gutiérrez Aragón, intelectual culto y académico, ha ocupado, sin duda, un lugar importante, demostrando con sus películas una singularidad clara, a pesar de sus defectos y grandes virtudes. Con esta película, en mi opinión, interesante que no perfecta, alcanzó el reconocimiento unánime de la crítica y el público. Un relato donde el cineasta retoma temas y aspectos recurrentes, la familia, la religión y el hambre, entre el realismo y los recuerdos de infancia, la historia y la leyenda, el pueblo y la ciudad, las secuelas de la Guerra Civil, todo ello combinado de forma envidiable por su naturalidad dentro del cine de autor.
Antonio Morales
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7
4 de mayo de 2017
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fernando Fernán Gómez fue un genio polifacético e incomprendido y cineasta maldito del cine español. “El extraño viaje”, una de las películas más singulares en nuestra historia, sólo tuvo una repercusión interna, ceñida a la cinefilia de su momento. El caso de “Cinco tenedores” es todavía más lamentable. Desde luego, sus dimensiones esperpénticas no llegan a las de “El extraño viaje” ni es un film tan emblemático. Pero es que se trata de una gran comedia y, en este caso, anoche tuve ocasión de descubrir una inteligente película que ni la crítica ni el público, salvo pequeñas excepciones, le dedicaron especial atención en su momento.

Aurelio y Maruja son un matrimonio que regenta su propio restaurante de lujo, además de formar parte de un selecto club de cazadores. El cocinero del restaurante se encuentra huyendo de la justicia después de haber matado a su mujer por haberle sido infiel y ahora la pareja tiene que cuidar del hijo de éste, Miguel, que también es su ahijado. Maruja le acoge como si fuese el hijo que no ha podido tener pero pronto ese amor parental se transforma en algo que tiene consecuencias. Se trata de una comedia de humor negro, donde tiene cabida el cinismo, la impostura y la gula, una excelente farsa sobre nuestros vicios nacionales, nuestro carácter latino, nuestras veleidades costumbristas, y, en el fondo, nuestras miserias.

El machismo sale salpicado de una trama socarrona y desenfadada, bastante cruel y feroz bajo su capa de intrascendente diversión, y no le faltan momentos a Fernando Fernán Gómez para observar desde su aguda mirada, caracteres y realidades sin que apenas se note que, en realidad, lo que hace es sociología. Y todo, claro está, muy bien puesto a punto gracias a la gran capacidad de un equipo de actores principales (Saza está soberbio en esta película, y no digamos Concha Velasco) y secundarios (Rafael Alonso, por ejemplo, de exquisita elegancia en su fino y grotesco humor). La alta gastronomía de un restaurante de lujo mezclada con las bajas pasiones, el deshonor del cornudo mostrado como esperpento de tragicomedia, el patriotismo mal entendido, las sospechas de la infertilidad, el patriarcado del venado furioso. Todo ello sugiere un buen menú cinematográfico.
Antonio Morales
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8
3 de mayo de 2017
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Algunos dicen que este original wéstern clásico existe porque la Columbia, el estudio donde trabajó tantos años Frank Capra, no tenía caballos para realizar lo que hubiera sido el primer wéstern del director de “Caballero sin espada”, al parecer le contó su idea a William A. Wellman (uno de los pioneros del cine que suele ser olvidado por los historiadores y cinéfilos), y éste convenció a la Metro para realizarla. El productor Dore Schary quedó entusiasmado y Robert Taylor, una de las estrellas del estudio y John McIntire, secundario de lujo acompañó a un grupo de actrices poco conocidas que cumplen holgadamente con sus papeles un tanto arquetípicos pero necesarios para exponer un heterogeneo grupo de mujeres. Rodada casi toda en el desierto de Mojave que ofrecía una notable variedad paisajística por lo decisivo de su fisicidad plástica, así como en territorio de Utah.

Se trata de una película itinerante y coral, un canto ferviente al coraje de las mujeres del Oeste y reivindicadora actual de aquellos principios de los años cincuenta del siglo pasado, en unos años de posguerra donde la mujer se había incorporado al mercado laboral cubriendo los puestos vacantes de los hombres que habían estado en el frente bélico, convirtiéndose en una fuerza obrera femenina importante con el lema: “Nosotras podemos hacerlo”. Wellman condensa la tradición del género con las corrientes neorrealistas europeas, convirtiéndose en un wéstern neorrealista que a la vez, es una primitiva aventura histórica. Corre el año 1851 en las lejanas tierras de California, los hombres trabajan duramente pero por el aislamiento territorial, les faltan las mujeres. Al terrateniente Roy Withman se le ocurre entonces la idea de hacer traer del Chicago a más de cien mujeres tentadas por la aventura y con la esperanza de comenzar una nueva vida.

Agrupadas en una larga caravana atravesarán el extenso país de Este a Oeste, soportando todo tipo de penurias y vicisitudes a las órdenes del guía y experto en este tipo de viaje Buck Wyatt (Robert Taylor). Una epopeya apasionante e inolvidable, de poesía espartana por su entidad dramática y física del todo punto estremecedora. Los accidentes del territorio tortuoso, el insoportable calor, los ataques de los indios. El personaje de McIntire aparece como una especie de patriarca primigenio y benigno: un hombre que no quiere construír un imperio sino una nueva civilización. Una aventura donde no tiene cabida la rendición: “Danos un mapa y nosotras llegaremos al valle”, dice una de las decididas mujeres. “Caravana de mujeres” es una película inalterable al tiempo, excelentemente filmada, de manera sobria, sin especiales alardes pero de un resultado incuestionable.
Antonio Morales
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