El equipo conformado por el director James Ivory, el productor Ismail Merchant y la guionista Ruth Prawer Jhabvala, adapta con minuciosidad la obra homónima del escritor estadounidense Henry James. Como es de suponer, basándonos en su amplia experiencia adaptando piezas literarias para la gran pantalla, el trío realiza un producto bien acabado en todas sus variantes: guión inteligente, ambientación precisa, fotografía y diseño de vestuario exquisitos y una actuación central, por parte de Vanessa Redgrave, que da vida con absoluta elegancia a una atormentada heroína de la literatura americana.

Boston siglo XIX, bellamente fotografiada por Walter Lassally (ganador de un Oscar por "Zorba, el griego"), es el escenario donde se desarrolla el idiosincrático universo de las señoras cultas y adineradas que inciaron el movimiento sufragista en Nueva Inglaterra. En este contexto se gesta una lucha sin cuartel entre la determinada y liberal Olive Chancellor (Vanessa Redgrave) y su machista primo, el guapo Basil Ransome (Christopher Reeve). Sin duda, el interés de la trama aumenta cuando no es exactamente la lucha de las sufragistas lo que los divide de manera tan violenta, sino el amor de la cándida Verena Tarrant (Madeleine Potter).

Olive y Basil son dos fuerzas poderosas que, de una manera u otra, pretenden dominar a Verena. Los dos usan sus encantos para lograr su cometido y la película es muy sutil en el modo en el que va revelando, a través de escenas de poética belleza, los poderes de seducción de Olive y Basil sobre la confundida chica. De entre todos los personajes, sin embargo, el más destacado es Olive. La manera en que Vanessa Redgrave lo interpreta es admirable; Redgrave representa perfectamente a esta mujer fascinada con su nueva amiga, amargada por los lentos avances de su lucha, molesta por la presencia de un primo que representa todo lo que más detesta y, finalmente, confrontada por sus mismas pasiones y compelida a aceptar una condición que ella misma no reconocía en si misma: su homosexualidad (sugerida delicadamente, nunca explicitada en la película).

Quizás no la mejor entrada del trío Ivory-Merchant-Prawer ("Lo que queda del día" es una obra monolítica difícil de superar), pero sí una digna adaptación cinematográfica con excelentes elementos de producción, un buen valor como entretenimiento y una Vanessa Redgrave, en estado de gracia, que soporta a cabalidad gran parte del peso de la película sobre sus hombros.

Un drama que combina argumento bélico y una historia de amor bastante obvia no es, definitivamente, mi primera opción al momento de seleccionar una película clásica para ver, no obstante “Sólo Dios lo sabe” presenta dos elementos trascendentales que me impulsaron a evadir mis propios prejuicios: 1) La pareja conformada por Robert Mitchum y Deborah Kerr; y, 2) La dirección del experimentado John Huston. Luego de sucumbir ante mi poco fundada corazonada no me puedo quejar, la cinta satisfizo mis expectativas con creces y en los párrafos siguientes intentaré comunicarle por qué.

Durante los últimos días de la II Guerra Mundial el Cabo Allison (Robert Mitchum), de la Marina estadounidense, luego de que la tripulación del Submarino en el que viajaba tuvo que abandonarlo durante una misión, es llevado por la corriente marítima hasta una isla aparentemente desierta en el Océano Pacífico, habitada únicamente por una monja irlandesa (Deborah Kerr) que espera, sosegadamente, ser rescatada. Consecuentemente, entre el marino y la monja, se desarrolla una amistad singular matizada por una atracción física, sexual y emocional totalmente implícita, contenida por los estándares morales de los protagonistas e interrumpida constantemente debido a la tensión que surge cuando ambos se ven a la merced de los invasores japoneses que entran y salen de su refugio natural de manera constante y antojadiza.

Lo primero que salta a la vista es que, sin contar el número reducido de extras que interpretan a soldados japoneses y norteamericanos, la historia se desarrolla con la presencia de, únicamente, dos personajes, en consecuencia depende de ellos, de una dirección equilibrada y, sin duda, de un guión lo suficientemente interesante, que la obra sea un éxito. En el sentido anotado debo expresar que precisamente los actores, el director y el guionista son los aspectos más conspicuos de “Sólo Dios lo sabe” y es por ellos (en especial por el gigantesco talento y presencia escénica de Robert Mitchum y Deborah Kerr) que la disfruté mucho y la recomiendo.

La TV ha brindado oportunidades doradas a actores de cine muy buenos que no son estrellas per se (Piense en los casos de Sarah Jessica Parker en “Sex and the City”, James Spader en “Boston Legal” y Kiefer Sutherland en “24”, entre otros). Hoy, uno de los mejores ejemplos de esta particularidad de la pantalla chica es la presencia de Kyra Sedgwick; la rubia de “Singles” (1989), “Phenomenom” (1996) y “The Woodsman” (2004); en la serie de TNT “The Closer”.

Brenda Johnson (Kyra Sedgwick) es una Detective de Atlanta que ha trabajado en Washington D.C. y ahora le corresponde liderar a un grupo de investigación de homicidios en Los Ángeles. Johnson es brillante, impulsiva y temperamental, por lo que mantendrá una relación de trabajo conflictiva con el Jefe Will Pope (JK Simmons) y con el escuadrón de viejos machos; especialmente me refiero a Provenza (G.W. Bailey), Flynn (Anthony John Denison) y Tao (Michael Paul Chan); al cual debe dirigir.

“The Closer” es una serie de crimen e investigación policial bastante estándar en cuanto a los elementos que la circunscriben a un género específico pero que se distingue de otros de los muchos programas similares que existen y han existido en la TV porque en cada episodio se vislumbra más interés por indagar prolijamente en el perfil psicológico de la Detective Brenda Johnson así como por mostrar la interesante dinámica que ésta mantiene con el Jefe Will Pope y sus subalternos, en vez de profundizar en los asesinatos. En otras palabras la serie provee un excelente estudio de personajes que utiliza las historias policíacas solamente como una especie de escenario o trasfondo.

La potente interpretación de Kyra Sedgwick es medular en este contexto, su papel es complejo y multidimensional pues representa a una mujer que proyecta fuerza de carácter y prepotencia para lidiar con su difícil trabajo pero simultáneamente es un ser humano vulnerable que cuestiona sus acciones y que está lejos de considerarse perfecto. Kyra Sedgwick rebosa energía y fortaleza con la misma eficacia con la que transmite la profundidad emocional que el rol exige. JK Simmons es un estupendo actor de carácter que aquí proporciona una interpretación sólida y divertida, interactúa con Sedgwick en una suerte de relación padre/hija y mentor/pupila, su presencia es amable y en cierto modo constituye un muro de contención para la desbordante fuerza de la protagonista. Anthony John Denison, G.W. Bailey y Michael Paul Chan conforman un trío que libera de la tensión y brinda mucho entretenimiento al espectador, son muy cómicos sin necesidad de parecer payasos ni fuera de lugar.

En conclusión “The Closer” es un muy buen programa y lo recomiendo totalmente.

Rafi Gardet (Thurman), una fotógrafa de modas recién divorciada, se siente increíblemente atraída, aunque con reservas, por un aspirante a pintor (Greenberg) catorce años menor que ella. Su psicoterapeuta, la judía tradicional Lisa Metzger (Streep), la alienta para que disfrute sexualmente de su conquista. Más adelante Lisa se percata de que el encantador joven del que le habla su paciente es David Bloomberg, su hijo, surgiendo con la doble moral las complicaciones.

El director y guionista Ben Younger, haciendo un brevísimo guiño a Woody Allen, trata con respeto y un fino sentido del humor la diferencia de edad, religión y condición social, en una relación amorosa, así como la ética profesional del psicólogo, siendo el escenario la ciudad de New York, retratada bellamente con la fotografía y música precisas.

El ritmo de la cinta es constante, no hay grandes sorpresas y a veces puede ser que le falte algo de dinamismo, su tabla de salvación es el dúo femenino protagonista, Streep y Thurman, el cual la hace más divertida, cálida y sexy de lo que pudiera llegar a ser por sí misma.

Meryl Streep realiza su más cómica creación hasta la fecha personificando a la caricaturesca mamá judía, ella se revela como una comediante genial en un personaje a su medida. Uma Thurman es sincera, afectiva y tan encantadora que es imposible no enamorarse de ella. Además, Bryan Greenberg resulta agradable en su papel de joven ingenuo y Jon Abrahams, como su travieso amigo, es una revelación.

A pesar de ser un producto definitivamente ligero, si usted logra disfrutar con su sencillez y conectarse con su discreto encanto, esta película, se erige como una obra completamente digna que evade con astucia y estilo varios clichés genéricos.

El realizador John Cassavetes, icono del cine independiente estadounidense de los años 70, sin duda influyó a toda una generación de cineastas y también, por lo que hemos podido evidenciar estos últimos años, sembró en su prole el deseo de hacer películas: su hijo Nick cuenta con algunos títulos conocidos mientras su hija Zoe debuta con “Broken English”, una propuesta que, modestamente concebida y con un marcado carácter personal, narra la historia de Nora Wilder (Parker Posey); mujer urbana, neurótica y con pésima suerte en el amor; quien luego de algunas experiencias sorprendentes de auto-descubrimiento conoce a un hombre francés (Melvil Poupaud) amante de la libertad y enfrenta el hecho de que la felicidad llega solo para quienes se abren a la posibilidad de ser felices.

Si bien usted puede imaginar cientos de clichés a-la-Sex and the City, la cinta de la Srta. Cassavetes está muy por encima de ese tipo de material debido a tres razones principales: una historia demasiado real en lo que respecta a la descripción del personaje central pero al mismo tiempo mágica en cuanto a la manera de interpretar a la vida como una enorme consecución de eventos inesperados; una dirección que refleja la pasión, valentía, originalidad y estilo de una realizadora madura – ¡en su debut! – capaz de plantear sus ideas con imaginación para satisfacer sus pretensiones artísticas y a la vez de manera accesible para llegar a la audiencia y establecer ese contacto emocional que uno anhela; y, finalmente - por supuesto – la magnífica interpretación de Parker Posey, quien no solo es convincente sino que es devastadoramente conmovedora, transmitiendo bellamente la vulnerabilidad de su personaje y develando la humanidad de una mujer totalmente perdida que uno sabe que merece mucho más de lo que la vida le da pero que debe vencer sus miedos para abrazar las oportunidades que deja pasar en el camino.

Dicho esto, sería un poco tonto – por ser obvio – decir que me encantó “Broken English” pero es verdad… me encantó “Broken English” y para mí es la clase de pequeño milagro que me permite conservar la fe en la nueva generación de cineastas que, tal como Zoe Cassavetes, trabajan calladamente y se concentran en mantener la integridad artística para continuar proyectando su sensibilidad, sus intereses y sus ideas a través de la pantalla.