Partiendo de la ausencia de una consistente causa que justifique la vuelta de Bourne a la gran pantalla, Greengrass demuestra una vez más la genialidad que se esconde en cada una de las vertiginosas escenas de acción que tanto echábamos de menos de la trilogía original, si bien es cierto que, en determinados momentos, el hastiado argumento ideado para esta nueva entrega adormece al espectador.

Por otro lado, Matt Damon, tras casi una década desde su ultima interpretación en el mismo papel, consigue, a duras penas, mantener el interés suscitado por esta última cinta. Su compañera de reparto Alicia Vikander, pese a su indudable talento, resulta molesta, reemplazable y en ocasiones insustancial, lo que ocasiona que se eche de menos a Joan Allen (Pamela Landy).

Se trata pues de una secuela que, si bien es cierto que convence tanto al público como a la crítica, no consigue sobrevivir a a la razón de su existencia.

La perturbadora historia narrada en este filme, se aleja del genero de horror basado en sanguinolentas escenas, para centrarse en la enloquecedora belleza de la construcción del terror psicológico. El profundo desarrollo de los personajes, la sublime fotografía y la tan cuidada estética, precipitan al espectador al borde de la demencia, no sin antes trastornar su percepción del miedo. En definitiva, una obra sorprendentemente macabra e inquietante a partes iguales.

Con un historia alienígena plagada de misterio e incógnitas, algo poco novedoso y que ya estamos acostumbrados a ver muy de vez en cuando en el cine, "Aniquilación" consigue aportar algo más que cintas del mismo genero; originalidad y una cuidada estética.

Partiendo de un guión rico y cautivador, con una excelente y exótica puesta en escena, la trama comienza con cierto reparo pero consigue el vigor necesario conforme los minutos pasan. La interpretación de Natalie Portman, fría, inteligente y emocional, unida a la de Jennifer Jason Leigh y a la del resto del reparto, consiguen captar la atención del espectador y suscitar fascinación por como se desenvolverá el final.

Sin duda se trata de una gran apuesta de Netflix cuya decisión de dejar la dirección del filme en manos del encargado de Ex-Machina es cuanto menos acertada.

Se trata de una de esas películas que se van desenvolviendo de muy poco en poco para ofrecerte un final por todo lo alto que justifica el tiempo invertido hasta el momento. Tarantino vuelve a jugar con acontecimientos reales pero, tal y como nos viene acostumbrando, añadiendo su perversa e interesante visión a la mezcla, lo que eleva el filme a su máximo esplendor.

La historia se desarrolla de manera cuidada, detallada y con paso tranquilo, ofreciéndonos una visión global del argumento, pero profundizando en el punto de vista de cada uno de sus personajes. Tarantino, consciente del camino que seguirá la película, juega con el espectador introduciendo ciertas escenas de exagerada tensión que no acaban de desembocar en nada, haciendo del final algo mucho más explosivo de lo que se hubiera podido esperar si dichas escenas no hubieran existido o bien hubieran desembocado en algo.

Sin duda la película merece la pena, si bien es cierto que gran parte de su gloria se debe al final, sin el cual la cinta de Tarantino no hubiera tenido ni sentido, ni tampoco lugar en los Oscar.

Visualmente asombrosa, su ambientación y banda sonora, así como las admirables interpretaciones de Murphy y Neill, te mantienen preso de la pantalla mientras te conducen de la mano por el tan cuidado hilo argumental.