Es difícil hablar de esta película cuando desborda tantos elemento de completa fantasía, cuando supuestamente quiere ser cruda y directa y por el contrario solo se muestra ilógica e inverosímil.

Nick (Jared Lero) es un ex-soldado que peleó, al parecer, en la segunda guerra mundial y es aprisionado de manera muy humanitaria, para esa época y ese lugar, en donde se hace amigo de un yacusa que lo agrega a la familia. De hecho todo es una serie de eventos fortuitos, muy fortuitos, exage... bueno, ya entienden el punto. El caso es que aparte de ser todo tan fortuito e increíble, cuenta una historia muy sosa, si es que se le puede llamar a eso historia, compuesta por partes inconexas. Jared Leto en un bar, ahora en un templo, luego caminando por la calle y así por el resto del tiempo. Por cierto, si esperan saber sobre cualquier otro personaje, no será un personaje interesante ya que esta es una película de Jared Leto y no debe haber un personaje más importante, ni más interesante que él (si, es sarcasmo).

Como ya lo dije, es difícil hablar de esta película, porque no hay mucho de lo que se pueda hablar aparte de las muy notorias incoherencias exageradamente alejadas de la realidad, convirtiendo esta película en un fantasy-thriller sin nada que la haga siquiera emocionante, nada. Es obvia, con enemigos estúpidos y amigables al mismo tiempo, elementos innecesarios y convenientes Japoneses bilingües.

Esta película sirve para pasar el rato de forma muy sin sentido y cuando termine ya la habrás olvidado. Netflix tiene el dinero para crear esto de una forma visualmente atractiva y aprovecha el uso del actor para que muchas personas la quieran ver. A ver hasta cuando se les acaba la fiesta.