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España España · A Coruña
Críticas de Malemute Kid
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Críticas 85
Críticas ordenadas por utilidad
6
25 de septiembre de 2010
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Contar la historia de los Estados Unidos a lo largo del siglo XIX en tan sólo dos horas y media fue la ambiciosa pretensión de los productores de la Metro con este film, La Conquista del Oeste (1962). Un aparatoso proyecto en el que no escatimaron en gastos y esfuerzos: un enorme reparto con las mejores estrellas de Hollywood, como James Stewart, Gregory Peck o George Peppard, suntuosos decorados, vestuario de lujo y las más bellas postales del paisaje norteamericano, es decir, las grandes praderas, el río Ohio, el Missisippi, los desiertos, la cordillera de los Apalaches... Para tal fin, contaron con un nuevo método para rodar con tres cámaras simultáneas, el Cinerama, con el que buscaban sacar mayor partido a los espectaculares paisajes.

El intento de dotar de una columna vertebral a esta película de tan grandes dimensiones se basaba en el paso de varias generaciones de una misma familia y en su presencia en los acontecimientos más relevantes del siglo. Los personajes y sus propias circunstancias poco importan, apenas se encuentran definidos, siendo imprecisos y poco profundos, con muchas prisas para la próxima aparición de la estrella de turno que, como Henry Fonda, John Wayne o Lee van Cleef, pasan sin pena ni gloria, pues son meras excusas para mostrarnos un verdadero compendio de tópicos del Far West : los pioneros y primeros colonos, la fiebre del oro, la llegada del ferrocarril y el telégrafo, las manadas de bisontes, los grandes ríos, la Guerra Civil, las Guerras Indias... en lo que pretende ser la verdadera historia de los Estados Unidos o, incluso, el mejor western de la historia, quedándose en un resultado atropellado a pesar de su duración, al pasar de puntillas por muchas temas sin pisar ninguno (véase la parte de la Guerra Civil, rodada por John Ford), y quedando una sensación de hastío ante tanto exceso que no conduce a mucho.

A pesar de ello, tiene alguna que otra escena que merece la pena, como la de los rápidos y las balsas de los pioneros o la de la estampida de los bisontes, y de la música, compuesta por Alfred Newman, poco que decir sobre el tema principal, brillante.
Malemute Kid
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5
30 de diciembre de 2007
33 de 48 usuarios han encontrado esta crítica útil
Harry el sucio es la tercera colaboración entre Clint Eastwood y el director Don Siegel, fruto de la gran relación laboral que mantuvieron.
En Harry el Sucio Eastwood interpreta a un inspector de policía con su propia jerarquía de valores, ajena al bien ( la Ley) y al mal (representada en el asesino psicópata Scorpio), pues como el mismo dice odia a todo el mundo, sin embargo no vacila a la hora de ir en contra de lo que considera injusto, en este caso Scorpio, una auténtica amenaza para la ciudad de San Francisco que no duda en matar a una persona diariamente si no se le abona la cantidad de dinero que exige.

Es una película entretenida, bien rodada por Don Siegel, todo un experto en cine de acción, con su propio sello de identidad no exento de calidad, e igualmente interpretada por Clint Eastwood, al que el papel le viene como un guante, pero para ambos, no son sus mejores obras.
“Harry el Sucio” adolece de un malo a la altura de Eastwood, y eso que no es su trabajo más pulido (por ello hicieron varias secuelas), y el resto del reparto tampoco es digno de mención.

Los diálogos, en algunos momentos se ven muy forzados, como un intento constante de reflejar el pasotismo y asqueo que Harry le profesa a la sociedad en la que vive.

La BSO es muy buena, y casa perfectamente con la estética setentera del film.

En conclusión, se deja ver, pero muy lejos del nivel cinematográfico de “Fuga de Alcatraz” en 1979, su último trabajo juntos.
Malemute Kid
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6
3 de febrero de 2015
22 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más destacable de '71 es su habilidad para hacerte sentir la misma angustia y desesperación que sufre el soldado británico perdido en un territorio hostil y rodeado de enemigos. A Demange no le interesan las consecuencias sociales de una ocupación militar o el daño irreparable de un atentado terrorista. Centra el foco de su cámara en las conspiraciones entre los distintos bandos y el pavor de un hombre solo ante el peligro.

En este sentido, no importa el conflicto de Irlanda del norte, sólo la intriga. Bien podría contarse la misma historia en la actual Afganistán, la Francia ocupada por los nazis o en el Madrid del 2 de mayo de 1808. Es más un thriller canónico ambientado en la Belfast de los setenta que una película con la carga social o política de En el Nombre del Padre, The Boxer o Michael Collins.
Malemute Kid
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9
14 de marzo de 2013
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En Pasaje a la India, Lean ofrece un gran fresco de personajes perfectamente delineados, encabezados por Adele, una joven de posición acomodada que viaja a la India con su futura suegra, Mrs. Moore, para visitar a su prometido, un hombre al que pronto Adele verá como la representación de todo lo que detesta, los anquilosados y aburridos hábitos británicos como el polo, el crickett o la hora del té pero, sobre todo, el trato despreciativo hacia los indios y sus costumbres de quien se siente superior y exhibe orgulloso su arrogancia. Esa aversión hacia Mr. Heaslop se agudizará cuando entra en contacto con Aziz y visitan las cavernas de Marabar.

La excursión es el momento cuando Pasaje a la India toma un rumbo diametralmente opuesto, donde Adele se deja llevar seducida por el descubrimiento de un mundo exótico. Una escena anterior refleja a la perfección ese deseo. Adele, paseando sola en bicicleta, se topa con un templo en ruinas y contempla fascinada unas esculturas de iconografía erótica, pero huye horrorizada cuando unos monos comienzan a chillar de manera agresiva. Es entonces cuando acude a los brazos de Heaslop y se compromete con él. Este hecho es lo que cimenta que considere en sus más profundos deseos a Aziz algo más que un bello cicerone, llegando incluso a replantearse su futuro. ¿ Por qué soportar toda una vida junto a un hombre al que desprecias y con el que no hay nada que compartir? ¿Por qué vivir bajo las aburridas y puritanas costumbres británicas? ¿O simplemente, por qué no tener una aventura con Aziz?.

Lean no aclara intencionadamente cuál es el desenlace de esta excursión, dejando ese poso de angustia en el espectador, sin que podamos entender hasta el final por qué Adele no aclara los hechos a pesar del conflicto que desencadena entre indios y británicos, en el que pesan más las cuestiones raciales y el honor de las naciones que los derechos de un hombre que está juzgado de antemano. Pasaje a la India es por tanto un caleidoscopio de las pasiones humanas, las contradicciones y la lucha vital entre el deseo y el miedo, enriquecida por el contexto colonial que propicia que la historia personal desate el choque cultural, y que gira en torno al personaje de Judy Davis pero que también se sustenta con la brillante compañía de James Fox y Alec Guinness, con más trasfondo del que en principio se percibe en superficie.
Malemute Kid
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10
26 de octubre de 2010
17 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
La desdichada vida de Van Gogh fue adaptada al cine en 1956 por Vincent Minnelli (Lust for life fue el título original), quien no pudo estar más acertado al asignar a Kirk Douglas el papel de genio atormentado. A pesar del carisma que desprende en cada gesto interpretando a Espartaco o el temor que produce el desfigurado rostro de Einar en Los Vikingos (1958), fue la personificación de Van Gogh su papel más aclamado. Más allá de su increíble parecido físico, pocas veces se ha visto en el celuloide una interpretación tan descarnada de un hombre que lucha contra sus propios demonios, contra sí mismo. Un hombre impulsivo, desordenado e irritable, y en cuyo cerebro hierve un talento capaz de plasmar, únicamente, en un lienzo, demostrando sentimiento, fuerza y belleza pero, como el bueno de su hermano Theo dice "nunca llegará a ser feliz", azotado por los miedos y el fracaso.

De esta manera, naufragan cada uno de sus proyectos: su deseo de ayudar a los más necesitados en su primera etapa como sacerdote, las relaciones amorosas, la convivencia con Gauguin, el taller de artistas que pretendió crear en Arlés, y así hasta el final de sus días.
Además de Douglas, el papel de Paul Gauguin es interpretado por Anthony Quinn. Ambos nos muestran con maestría, mediante una escena en la que discuten acaloradamente, como era la tortuosa relación que los unía, sus desacuerdos artísticos y sus anhelos en la vida.

Por otra parte, el cuidado que aplica Minnelli en la elaboración de las reproducciones de sus cuadros alcanza la perfección, sorprendiéndonos con decorados y exteriores muy precisos de obras tan conocidas de Van Gogh como Los comedores de patatas, El café nocturno o El dormitorio de Van Gogh en Arlés. Así, podríamos afirmar que se trata de una film muy recomendable para cualquier aspirante a actor, cinéfilo o aficionado al arte. Una película de altura, que dista mucho de ser un simple biopic, al tratar temas vinculados al sentido de la vida y la vana búsqueda de un hombre, a pesar de contar con poderosas armas, un hueco en la vida.
Malemute Kid
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