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España España · Barcelona
Críticas de did79
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Críticas 148
Críticas ordenadas por utilidad
4
19 de marzo de 2019
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de la decepción mayúscula que supuso su tercera entrega, no por su calidad, que la tiene, sino por prescindir de la estrella indiscutible de la saga, Michael Myers. Ese estupor generado ante el desconcierto del aficionado, se tradujo en un estrepitoso fracaso en taquilla (por suerte el tiempo ha colocado el film en el lugar que se merece, como película de culto). Por ello, sus responsables optaron por volver a revivir al famoso asesino y encarrilar nuevamente las futuras películas entorno a su figura. Y con ello, empezó el declive.

Si uno se toma la molestia de revisar los extras de las diferentes ediciones domésticas, sabrá del desastre que aconteció durante el rodaje de la misma, con despidos varios, problemas con algo tan esencial como es la máscara, o exigencias por parte de los productores.El problema es que todo eso acaba reflejado en pantalla.

La intención de volver a los orígenes de la saga, emulando el tono de Carpenter y ofrecer un slasher digno que se elevara por encima de la media, queda diluida en las idas y venidas del equipo técnico. Desde la misma gestación del guión, con la incursión del consabido elemento infantil/familiar, hasta la pobre realización del director, y llegando a un Myers menos terrorífico de lo esperado hacen, de esta secuela, un fracaso absoluto.

Si es verdad que, con el paso del tiempo, y jugando al juego de la nostalgia facilona, la película gana en esos terrenos, sobretodo por la presencia de Donald Pleasance, intentando dar dignidad a tal despropósito. Pero, si analizamos el film como tal, éste carece de la tensión de la primera parte, ni por asomo llega a los niveles de la deudora del slasher más sangriento, como es la segunda, ni aporta originalidad como la tercera.

Estamos a finales de los ochenta, el público ya estaba más que acostumbrado a la hemoglobina facilona y a todo tipo de sobresaltos. Entonces, ¿por qué ofrecer una secuela tan descafeinada que no aporta nada destacable, resultando por momentos aburrida e iniciando la progresiva destrucción de la saga? (suerte que Kevin Williamson aportaría algo de decoro a la saga a finales de los 90).

Lo mejor; Siempre es gratificante volver a ver a Myers empuñando un descomunal cuchillo, aunque tenga el aspecto trasnochado que presenta en el film.

Lo peor; Danielle Harris y sus pucheros. Si al menos hubiera alguna gota de sangre para salvar al conjunto...
did79
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3
18 de diciembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una falsa campaña de publicidad puede jugar en contra del producto final. Prueba de ello lo encontramos en esas comedias en las que los únicos gags que funcionan se encuentran ya en su trailer y una vez visto el film uno no dibuja ni una leve sonrisa. Otro ejemplo lo encontramos en la adaptación que hizo Coppola de Drácula de Bram Stocker, vendiéndola como fidedigna a la obra del autor y resultando ser más libre que otras aportaciones al mito, levantando una injusta polvareda crítica con ello.

Megalodón prometía, y mucho, una vez que los rumores de su producción apuntaban hacia un director curtido en eso de la sangre como Eli Roth. Los persistentes cambios de realizador no auguraban nada bueno. Los peores presagios se materializaron una vez que China entró como coproductora de la cinta. De todos es sabido el gusto que sienten los mandarines por los típicos cánones blockbuster, es decir, acción a raudales, romance entre los protas y pirotecnia visual sin aportar absolutamente nada nuevo. Incluso durante la promoción del film, actor principal y director renegaban en cierta manera del acabado final, admitiendo que se suprimieron en la sala de montaje las escenas más "delicadas" por imposición asiática (esperemos un futuro montaje del director).

Pues bien, una vez vista la película uno no puede sino añorar lo que se podría haber hecho con el material del que se disponía. Es un gran problema si en una película donde debería imperar la tensión, da mucho más miedo la cara de un actor (en este caso el monstruoso rostro de Ruby Rose) que el propio tiburón. Spielberg ya nos enseñó, con su pionera "Jaws", que no hace falta mostrar al escualo para dar auténtico pavor, "Deep Blue Sea" de Renny Harlin consiguió una juguetona armonía entre acción y terror, o "El Arrecife" de Andrew Traucki fue capaz de construir un pequeño film solvente con mucha agua y una aleta paseándose en ella. Incluso el remake de "Piraña" de Alexander Aja nos compensó esa infumable primera hora con un baño de sangre en su tramo final para deleite de nuestros perversos ojos.

"Megalodón" no ofrece nada de los que promete, y cuando digo nada es nada. Los personajes carecen del interés, todos estereotipados, cómo para introducir esa parte dramática entre ellos, el personaje de la niña es irritante, la tensión brilla por su ausencia, carece de escenas espectaculares (quedando todas ellas condensadas en su falso trailer), el ritmo decae cada vez que nos introducen un nuevo capítulo del romance, y lo que es peor, no hay ni una sola gota de sangre (si descontamos claro la de una pobre ballena y la del propio tiburón), ni una sola muerte espectacular, en verdad, ¡ni una sola muerte digna! (¡no se atreven ni a matar a un perro!). Durante la proyección de la película recuerdo el rumor que causó en la sala ese plano cenital en el que una playa infestada de bañistas con flotadores era la próxima parada del gigantesco escualo, pero esa promesa de sangre y vísceras se queda en nada más que un abrupto montaje con gente salpicando y chillando.

Eso sí, aquellos devotos del fornido Statham obtendrán material suficiente para sus húmedas fantasías, ya que el actor se pasea, que no interpreta, por la película luciendo palmito y cara de pocos amigos. Aún con ello, la película no ofende pero sí decepciona, y si uno es capaz de sobrevivir al desengaño se encuentra con alguna que otra escena divertida y visualmente impactante (como todas las que acontecen en el fondo marino).

Lo mejor; Jason Statham para los amantes de Jason Statham.

Lo peor; No ofrece nada de lo que promete. Las tramas dramáticas entorpecen el ritmo lo suficiente como para que sea una buena película de acción.
did79
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5
9 de diciembre de 2018
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película perpetrada por Fede Álvarez sigue los patrones de todos aquellos remakes que nos han ido acompañando desde que en el lejano 2003 se estrenara "La Matanza de Texas" de Marcus Nispel, es decir, coger el material original, empaquetarlo con una impecable factura, añadirle más hemoglobina si es el caso y un reparto más o menos conocido por el público adolescente. En algunos casos esta fórmula nos ofrece interesantes resultados, como por ejemplo la película antes citada o "Las Colinas Tienen Ojos" de Alexandre Aja, o pésimos refritos sin sustancia, como por ejemplo "Negra Navidad" de Glen Morgan o "Viernes 13" de Marcus Nispel. El film que nos ocupa navega en ambas aguas.

Eliminado todo el humor irreverente de la original y alejándose de ese gore propio del cartoon más desfasado, apuesta por un seriedad sepulcral salpicada por unas dosis de dramatismo que intentan dar profundidad a unos personajes ya de por sí planos. Es precisamente ese enfoque el que no acaba de cuadrar en el conjunto. La trama, innecesaria. Lo personajes, poco creíbles. La película, artificial.

Pese a disponer de una excelente fotografía, el director es incapaz de esquivar ese aura de superficialidad que acompaña al film. Todo parece estudiado al milímetro para intentar impresionar al espectador, todo parece dispuesto en favor de la trama, nada es natural en él. Incluso la excusa argumental, que supuestamente debería crear una cierta empatía en el espectador, queda diluida sin despertar el más mínimo interés (el drama personal que sufre la protagonista y su hermano se nos presenta inocuo).

Si dejamos de lado esos aspectos y un guión que hace aguas por todos lados (Después de ser poseída, golpeada, mutilada y enterrada, ¿es normal que la protagonista no sufra ni un solo rasguño ?), una vez empieza el festival sangriento nos encontramos un film entretenido, visceral, ágil, de fácil digestión y competente en su propósito, el de empatar al espectador a base de truculencia. Allí donde en la original había humor de brocha gorda, aquí hay un sadismo inusitado muy de agradecer en un película comercial.

Por ello cabe dejar atrás prejuicios, no atender a la trama que se nos propone y disfruta de ese espectáculo sangriento que nos ofrece el film una vez se desata la violencia.

Lo mejor; La violencia descarnada.

Lo peor; El guión y alguno de los actores.
did79
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5
7 de abril de 2020
6 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con los tiempos que corren películas que plantean dicotomías sobre la naturaleza humana y su devenir están en auge (sino solo hay que ver el resurgir de películas como "Contagio" de Soderbergh). La última de estas producciones nos llega desde nuestra propia filmografía, la gran triunfante del pasado festival de Sitges, "El hoyo".

Con la vista puesta en el filme "Cube" de Natali, de la que toma prestado, no solo el ambiente opresivo que puede aportar una estructura simétrica e interminable, sino el espíritu de la misma. Si en aquella el conflicto estaba enfocado a desvelar la verdadera naturaleza humana en situaciones complicadas, aquí la lectura de la cinta tiene un objetivo mucho más político.

Justamente esta postura es la que la acerca más a "Snowpiercer" de Joon-ho, donde la acción era pura metáfora de la lucha de clases y de la relación que se establece entre éstas. Al igual que el tren ecosistema de la película protagonizada por Chris Evans, la estructura del hoyo también está dividida por estamentos, claro reflejo de la sociedad, en la que los privilegios de unos son las desgracias de otros.

Como vemos, una premisa que, aún sin ser del todo novedosa, sí es sumamente interesante. Si a esto le añadimos una factura impecable, un buen trabajo por parte del elenco actoral y sus coqueteos con el gore más explícito, la cinta contiene suficientes méritos como para ser objeto de culto.

Ahora bien, el principal problema de este tipo de producciones radica en dos puntos; el primero, el control del ritmo narrativo, ya que el transcurrir en un mimético escenario conlleva muchos riesgos y, en este caso, el director sale más o menos airoso, pese a la pretendida reiteración de la acción, buscando cierto desasosiego en el espectador.

El segundo, y más importante, es el sortear esa fina línea de la metáfora fácil y condescendiente. Y es aquí donde el filme fracasa, ya que todo lo que en él acontece está calculado al milímetro para que su mensaje llegue de forma directa, sin dobles lecturas, promoviendo un discurso grandilocuente en exceso que no sienta muy bien a una cinta de género de estas características. El problema es cuando sus responsables son conocedores de sus previas virtudes y aciertos, y eso resta fluidez a un conjunto que se subordina al mensaje.

Lo mejor; El diseño de producción del film, con ese atinado desfilar de cubículos interminables.

Lo peor; Es demasiado reiterativa y rimbombante para un film con claras aspiraciones de serie B.
did79
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7
6 de enero de 2019
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay muchos tipos de polémicas generadas en el celuloide perpetradas por diferentes autores. Tenemos aquellas que sacuden conciencias a través de reflexiones aterradoras, como por ejemplo el cine de Haneke (con "La Pianista" o "Funny Games" a la cabeza), también aquellas que propinan un puñetazo directo al estómago al espectador, como el cine de Gaspar Noé (con "Irreversile" o su más reciente "Climax"). Las que utilizan argumentos metafóricos con cierto halo de intelectualidad, el cine de Pasolini ("Las 120 jornadas en Sodoma"). Y, por otro lado, encontramos aquellos directores que mediante un sonoro puñetazo en la mesa gritan para llamar la atención de los respetables, y es en este grupo, donde podemos ubicar a Lars Von Trier.

Desde el inicio de su carrera uno ya percibía que el director danés era un experto en aquello de escandalizar, ya sea a través de situaciones absurdas, o bien incluyendo elementos cinematográficos que incomoden en cierta medida al espectador. En sus primeras obras dentro del movimiento Dogma, como "Los idiotas", se plantea cuestiones morales sobrepasando a veces los límites de la burla, ofendiendo a más de uno con sus descabelladas ocurrencias pero que en el fondo esconden una feroz crítica a la sociedad bien pensante.

En su carrera hubo un punto de inflexión, aquél en el que el director demuestra que es capaz de ofrecer, no sólo polémicas gratuitas, sino también buen cine. Con el díptico formado por "El Anticristo" y "Melancolía" (hasta la fecha sus mejores obras), el director consigue imágenes evocadoras y desconcertantes que apoyan una mala leche sin precedentes en su obra. La misoginia nada disimulada de la primera y ese pesimismo exacerbado de la segunda, se funden con planos bellísimos en los que el director hace gala de su buen hacer detrás de las cámaras.

Su último film, si bien no es del todo satisfactorio, sí que ofrece puntos de interés en ese retrato de un asesino del cual no obtenemos más información que sus actos y sus pensamientos mientras los comete. Fragmentada en episodios (al igual que su anterior obra, la extensa "Nynphomaníac"), en los que se nos narra sucesos en las que varias víctimas femeninas se ven involucradas. Von Trier se aleja rápidamente de películas cuya intención es indagar en la psique del protagonista, como la magistral "Henry, retrato de un asesino" de John McNaughton, para ir rápidamente a un ejercicio paródico donde la doble moral que propone juega en terrenos peligrosos.

La encarnizada violencia que descarga sobre la mujer, víctimas todas ellas del asesino, presentándolas como insufribles seres que de alguna manera provocan su triste final, es un acto de suma rebeldía en los tiempos que corren. Ejemplo de ello es el primer suceso, con una Uma Thurman construyéndose así misma un asesinato, o el ensañamiento verbal a otra de las víctimas con la que supuestamente mantiene una relación el protagonista. Todo ello es narrado mediante un negrísimo humor que, en realidad, es su mejor baza (nada puede tomarse en serio). Es ahí donde radica la suma inteligencia con la que el director nos arroja por igual secuencias aterradoras, como el terrible asesinato de toda una familia monoparental, en la cual a uno no puede sino escapársele alguna que otra sonrisa culpable, combinadas con secuencias delirantes como aquellas que acontecen el el bloque de apartamentos y la manía fotográfica perfeccionista del protagonista.

Pero, ¿cúal es el problema entonces?. Que el director, al igual que en su anterior obra, opta por una intelectualización rancia de lo hechos. Ofreciendo un discurso autocomplaciente y pedante que no provoca otra cosa que cierto rechazo en el espectador. Si en la obra protagonizada por Charlotte Gainsbourg se comparaba las artes del sexo con la parxis de la pesca entre otras, aquí se compara el crimen con el arte, sin aportar nada nuevo en el terreno, ensuciando ese aire autoparódico del relato y creando un vacío en el conjunto difícil de llenar.

Lo mejor; El peligroso sentido de humor.

Lo peor; La autocomplacencia y deleite de sí mismo que el director nos brinda en el epílogo.
did79
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