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Críticas de Palomitasconchoco
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Críticas 445
Críticas ordenadas por utilidad
10
1 de agosto de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Para dejar de ser una obra maestra y convertirse en mito, una película debe cumplir varios factores que La Naranja Mecánica cumple. Para empezar tiene que ser polémica, y las escenas de sexo y violencia que recrea (ahora pudieran parecer normales pero en 1971 era la primera vez que este tipo de escenas se veían en la gran pantalla) hicieron que la película se prohibiera durante 30 años en el Reino Unido, debe ser valiente, y La Naranja Mecánica, toma partido, desarrolla el tema y apuesta convincentemente por una opción; un mito debe ser también visualmente especial, y la versatilidad fílmica de La Naranja Mecánica nos deja una película repleta de imágenes apabullantes basadas por un lado en la técnica, donde los recursos visuales son ricos especialmente en cuanto a planos cenitales y contrapicados se refiere, en cuanto a iluminación (las largas sombras de los dragos entrando en el túnel se han convertido en todo un símbolo) y en por otro lado en la escenografía, una de las especialidades de Kubrick que en esta película brilla en todo su esplendor (cuadros y esculturas con iconos sexuales, azulejos de rombos chillones, esculturas de cristos abrazados…). Un mito debe también tener ritmo en las secuencias y en esta ocasión las imágenes al ritmo del ‘divino’ Ludwing van Beethoven ofrecen un plus, junto a las peleas ralentizadas para ver los detalles de la lucha, o deliberadamente aceleradas (para el recuerdo la escena del trío) y tanto las secuencias como la acción siguen un esquema definido que hacen que los 131 minutos de película pasen volando. Un mito no solo debe tener mensaje, sino que además debe calar y en la obra cumbre de Kubrick y la película nos habla sobre la elección del bien y el mal (nada más ni nada menos) pero ajeno a la doctrina religiosa que parece tener el monopolio de ese tema, además nos habla de la corrupción política, de la degeneración de la sociedad, de los métodos educativos, de represión y totalitarismos, del papel de la prensa en las sociedades libres, de la música… y todo ello sin adoctrinamientos ni subterfugios alegóricos, la película se muestra tal como es y, guste o no, llega al espectador de forma “cristalina como el agua, clara como el azul del cielo”. Un mito debe tener también un aire innovador, y en el caso de La Naranja Mecánica se lo da su guión futurista que permite en primer lugar la utilización de un dialecto juvenil en la película que es y ha sido totalmente irrepetible, la gestión de la violencia como sistema narrativo, además de que la propia historia ya tiene de por sí mucho peso y un aire de insolencia feroz y un mito debe también ser extremo, flirtear con la cuerda floja sin despeñarse y eso lo consigue la turbadora y dramática historia que nos cuenta Kubrick. En definitiva, La Naranja Mecánica se ha convertido en un mito de forma merecida; solo dos peros, por un lado los achaques del tiempo (ver un futuro con máquinas de escribir, tocadiscos y cintas de cassette te sacan de la historia) y las interpretaciones que quitando la buena dedicación de Malcom McDowell, nos deja un panorama de actores secundarios con gestos histriónicos y exagerados que no ayudan a la visualización del filme. Por lo demás es casi perfecta.

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4
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
No se trata de una película, sino de una sucesión de siete cortometrajes acerca de las relaciones sexuales, todas ellas disparatadas, alocadas y que presentan situaciones realmente jocosas. La maestría del genio Allen aparece en muchas frases, esas que te hacen reir al mismo tiempo que reflexionar y muchas de las cuales se te quedan grabadas. Son, sin embargo, pinceladas en una película un tanto ‘amontonada’, donde las historias nunca se llegan a desarrollar del todo y dejan mucho en el aire, donde no da tiempo en tan corto espacio a conocer a los personajes, pero lo poco que se presentan están totalmente caricaturizados, acentuando de forma obsesiva el rasgo cómico de tal manera que nunca llegan a parecer reales, las situaciones llegan a ser demasiado absurdas, sin un gancho a la verosimilitud. Al final lo que quedan son grandes carcajadas, pero muy poco de arte si es lo que buscamos en una película, de hecho está mucho más cercano al sketch televisivo que a la filmografía. La interpretación coral de los actores es difusa y se pierde en la maraña de cortometrajes y la esconografía es tópica y escasamente desarrollada. Un rato divertido y poco más.

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2
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tener una concepción versátil del cine y beber de todas sus fuentes puede tener de vez en cuando alguna sorpresa como es esta cinta tailandesa, a la que me llevó, más que nada, su palma de oro en el festival de Cannes. Y es que ‘Boonmee’, (la llamaré así a modo de resumen) es una cinta ininteligible, inconexa, absurda en la concepción de sus personajes, lenta hasta el sopor, y parca en los diálogos, sin una trama clarificada y sin un lugar concreto al que pueda llegar el discurrir de la historia.

La película tailandesa, es meditabunda en su concepción cinéfila, alarga los planos hasta la extenuación y también las secuencias, sin necesidad de que estas cuenten nada trascendental, de hecho casi nunca lo hacen, dejando eso sí, paso a la contemplación de una buena fotografía con paisajes de jungla, de cavernas con formas onerosas, luminiscencias de neón, en general composiciones muy logradas que merece la pena ver, pero no durante tanto tiempo.

Hay en la película un boceto de trama que nunca llega a desarrollarse muy bien, la de un hombre con una disfunción renal que espera su pronto estertor, pero sobre esta base, no hay una historia clara, solo una rara transmutación de secuencias que no se ciñen del todo al hilo original e incluso alguna fábula inconexa en mitad del relato con un presunto sentido metafórico.

Los personajes, al margen del moribundo Boonmee, los componen el fantasma de su mujer, su hijo convertido en ‘espíritu-mono’ (así de absurda puede llegar a ser) o un monje budista modernizado a los tiempos, entre otros.

La película es hermética e inactiva, difícil de digerir, por muchos elogios que haya recabado de la crítica internacional que la califica como una obra abierta (es decir que cualquier cosa que me invente puede tener sentido) y la tacha de ‘naif’ (ese término cuyo significado nunca he logrado averiguar del todo), pero que es un auténtico peñazo, una obra demasiado difusa, en la cual, casi se me olvida, los actores están casi igual de estáticos que la trama y apenas son capaces de hacer una gesticulación, como si estuvieran raídos por el votox.

Es decir que al margen de su belleza hipnótica, bien fotografiada y alguna sorpresilla más como la fábula del pez que se entremezcla en el relato, no merece la pena en absoluto.

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8
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta superproducción europea, da una vuelta de tuerca al cine bélico convencional y utiliza el western como vehículo para desarrollar la película aunque la batalla se desarrolle en la madre de todas las batallas, la de Stalingrado. Así, la película sustituye a dos pistoleros por dos francotiradores en el cruento entorno del amasijo de escombros en el que se convirtió Stalingrado durante la segunda guerra mundial y es este duelo el que mantiene en pie la acción, la intriga y la estrategia de la película, consiguiendo un efecto sorprendente que se multiplica además por no caer en el efecto maniqueista que el cine del oeste si daba a sus personajes, aquí ambos personajes son buenos y tienen razones para estar en Stalingrado, simplemente les ha tocado luchar en bandos diferentes y lo hacen lo mejor que pueden, pero incluso el personaje nazi resulta ser amable y es fácil empatizar con él.

Además de la innovadora forma de contar una guerra, ‘Enemigo a las puertas’ con una apasionante ambientación, los decorados, localizaciones y vestuario son maravillosos y consiguen recrear esa ciudad industrial horadada de metralla, polvorienta y cadavérica con una enorme precisión, aunque precisamente el rigor histórico no sea uno de los fuertes de la película.

Junto al desarrollo del duelo entre los francotiradores, la película si deja algunos apuntes históricos, como la sangría sobre el pueblo ruso en esa guerra debido a la política stalinista del ‘ni un paso atrás’ que hacía que los que retrocedieran ante las balas enemigas, fueran tiroteados por sus propios compañeros, o el efecto propagandístico en el ejercito ruso, apunte este último muy logrado, especialmente porque pese a los toques heroicos en los que la película incide demasiado, esta cinta esta basada en hechos reales, y el personaje de Vassili Zaitsev, el pastor de los Urales que cazaba lobos y se convirtió en francotirador, existió de verdad, y según la propaganda de la época abatió a todos esos oficiales alemanes hasta el punto de que el III Reich tuvo que enviar a su mejor francotirador para intentar liquidarlo. Según apunta la propia película al final, el fusil de Zaitsev aún se puede ver en el museo de historia de Moscú, el resto de los apuntos históricos sobre los que se basa la película son claramente mejorables, pero no es una pretensión del director el contarnos la verdadera batalla de Stalingrado.

La música es también un elemento importante de la cinta, junto a ella fluyen las emociones en los momentos más intensos de la película, una buena colección de puntos en los que regocijarse con el corazón encogido.

Las actuaciones de la película son también de sobresaliente, el duelo entre francotiradores es también un maravilloso duelo interpretativo entre Ed Harris y Jude Law, y Rachel Weisz borda también un papel magnífico. De aquí nace una de mis escenas favoritas del cine contemporáneo una angustiosa escena de sexo entre barracones hacinados a medio camino entre el placer y el horror que resulta ser acongojante y donde los matices que logran los actores son fantásticos.

Por el contrario, las mayores trabas de la película resultan ser su exceso de moralina anticomunista que deja en peor lugar a los soviéticos que a los nazis de una forma innecesaria en una película donde los tintes políticos nos son imprescindibles para disfrutarla, y por otro lado, el exceso de heroicidad que llevan a algunos personajes a ser algo más que hombres lo que le hace perder cierta credibilidad a la película. Pero por todo lo demás este duelo resulta interesante divertido, lleno de buenos momentos y bien vestida técnicamente.

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7
31 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
La travesía hacia el Monte del Destino continúa, pero la comunidad del anillo se deshace. En ‘Las dos torres’ se mantienen la mayoría de los elementos que hacen del Señor de los anillos la historia más grande jamás contada. Personajes magníficamente definidos dentro de una historia épica y llena de grandilocuencia, escenarios espectaculares, una escenografía meticulosa, cuidada al milímetro y un ritmo, quizás en un escalón inferior al de la primera parte, pero igualmente portentoso.

Pero tiene esta segunda entrega algunos inconvenientes que en mi opinión le hacen rebajar en algunos puntos la magnífica eficacia narrativa de la primera parte sin dejar de reconocer que en lo básico sigue siendo una película de gran calidad.

El rodaje se encuentra aquí con una dificultad añadida, la separación de las tramas y los personajes al dividirse la comunidad de la primera parte en tres grupos de personajes independientes. Esto significa tres tramas principales (además de las secundarias), tres escenarios diferentes de acción y añade la dificultad de otorgar el protagonismo a diferentes personajes en diferentes momentos. Esto significa un hándicap importante para el montaje, especialmente agravado en una película de largo metraje como es esta. La consecuencia inevitable es una narración con saltos espacio temporales demasiado largos, cuando el montaje te lleva a otra trama el espectador ya prácticamente había olvidado el destino del resto de personajes y la historia pierde equilibrio y pulso narrativo pues de la épica furibunda del fragor de la batalla, te lleva en una profunda fosa narrativa a la tranquilidad y parsimonia de las profundidades del bosque en el que han terminado los hobbits Merry y Pippin o de ahí, a la fatiga e incertidumbre que sufren Sam y Frodo en las inmediaciones de Mordor. Estos saltos y cambios de intensidad que en libro funcionan a la perfección, resultan demasiado distantes en una narración cinematográfica que no puedes dividir en pequeños capítulos como sí ocurre en la literaria. La fidelidad al libro que intenta guardar Peter Jackson en todo momento, aquí sí pasa factura.

Otro de los hándicaps de la segunda entrega de la saga es el exceso de épica en la gran batalla que desarrolla el ejército de 10.000 orcos contra los guerreros de Rohan en el abismo de Helm. La crónica de la batalla colosal que ya reseña el libro ya es de una naturaleza tan portentosa que no necesitaría de más artificios, sin embargo, aquí Peter Jackson le da un giro más para pasarse de rosca, con actuaciones sobrenaturales en cuanto a la épica de la batalla centradas principalmente en las habilidades guerreras de Légolas, capaz de diezmar tropas montado sobre una especie de ‘monopatín’ o de encaramarse a un caballo con un giro espectacular de saltimbanqui, excesos de la acción que no requiere un guión que ya de por sí ofrece acción a raudales.

El propio director neozelandés parece darse cuenta de esta circunstancia y en ocasiones intenta romper la elevada línea en la que se desarrolla la epopeya con giros de humor, centrados especialmente en el pique que mantienen Gimli y Légolas por matar a un mayor número de rivales. En efecto consigue limar en parte el exceso en la magnitud de la batalla, pero al mismo tiempo, tiene contraindicaciones. Vivir el buen humor de los personajes principales en un momento de máxima tensión en el que sus vidas penden de un hilo, parece cuanto menos contraproducente y resta mucha verosimilitud en la intrahistoria que se desarrolla, un desacierto.



Pero si hay algo nuevo en lo positivo de esta segunda parte de El señor de los Anillos, es la irrupción de un personaje como Gollum, un ser fantástico desarrollado por ordenador a partir de la gestualidad y los movimientos del actor Andy Serkis. Gollum-Smeagol, es simplemente uno de los mejores personajes que ha aparecido jamás en una película. Su complejidad comienza en su desdoblamiento de personalidad, en ser dos personajes a la vez. Gollum y Smeagol conviven en el mismo cuerpo esmirriado, y ambos son contrapuestos, uno es aparentemente bondadoso, el otro aparentemente perverso. Uno es aparentemente débil y otro aparentemente fuerte, pero en ocasiones las tornas de cada una de las dos personalidades varían, convirtiendo a este bichejo en uno de los personajes más sensacionales de la historia del cine por sus autocontradicciones y su extrema y enigmática complejidad. Pero lo mejor quizás del personaje se encuentra en que tras su caparazón de diseño gráfico por ordenador, se encuentra el corazón y el alma de un actor llamado Andy Serkis que logra lo imposible con un personaje de fantasía dándole una emoción interpretativa y una intensidad dificilísima en un personaje de sus características. La gestualidad en este ser de ficción, la profundidad de sus enormes ojos melancólicos que reflejan la tristeza sufrida durante cientos de años por esta criatura y su extraña y grácil movilidad a gatas por los pedregosos terrenos en los que transita, van más allá de lo humano, justo lo que requiere la interpretación de un ser tan enrevesado y psicótico. Brillante ejercicio de interpretación que encuentra su culmen en la escena en la que este ser comienza a hablar consigo mismo, con dos tonos de voces diferente, acusándose y dándose la réplica simultáneamente en un diálogo que se te queda marcado.

Otros personajes que también nacen en esta segunda entrega y que también resultan fascinantes son Theoden, Faramir, Eowyn u otro personaje fantástico como Bárbol, cada uno aporta cosas importantes a la película pero no tanta intensidad o eficiencia como para sobresalir de la manera que lo hace Gollum, magníficamente caracterizado.
Palomitasconchoco
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