Bien. Bien. Interesante película. Yo estuve allí. Tenía 16 años y el asunto de la oreja fue una conmoción. El personaje del magnate avaro es tan insólito que acapara toda la atención en cada aparición. Bien por Plummer. Pero... ¿cómo es posible que a esa edad Paul Getty leyera los teletipos (*) sin gafas? Lo que es tener pasta. Mucha pasta.

(*) Información online antes de internet, antes del móvil, antes del teletexto, antes del fax, antes de... todo lo que pasó después.

Pues no se pierda esta. No inventa nada. Reproduce los mejores esquemas de los personajes y situaciones del legendario cine negro americano de los años 40 y 50. De acuerdo con que el detective protagonista (Adrien Brody) no es Philip Marlow, no es un "duro", por el contrario es un hombre vulnerable que se mueve entre el intento y el fracaso, pero da igual, su interesante personaje es el vehículo a través del que se nos muestra un retrato típico de la corrupta sociedad en la que se mueve la industria del cine en los años 50.

Presenta personajes ambiguos, ambientes de época bien conocidos, fabulosamente reconstruidos, exhibición generosa de decenas de automóviles de época que, para el que lo disfrute, aportará un placer añadido y lujosa en toda su producción. Genuino cine norte americano, a lo grande.

La historia, un ¿crimen? ¿suicidio? por resolver, no es la parte más jugosa de esta película. Es el magnífico esmero en la recreación de un género que ha ofrecido el suspense y los personajes con los que hemos pasado los mejores ratos.

Cine negro en el siglo XXI magníficamente realizado. Un sorprendente placer.

Además de la Virgen María, María Magdalena y las hijas de Lázaro fueron las mujeres de las que más referencia ofrecen los evangelios. Para nosotros, los cristianos, es un gran personaje que provoca una fuerte emoción al reflexionar sobre lo que supuso su encuentro con Jesús y su conversión radical para seguirle.

¿Y qué pasa con esta película? Bueno, está muy en la línea de las otras biografías que ofrece esta serie italiana de largometrajes. En 98 minutos se podría contar mi vida y, a partir del minuto 8 ya empezaría a resultar aburrida pero para referir los avatares de María de Magdala, 98 minutos solo permiten una aproximación general que transmite la idea de que, aunque tuvo sus penas, tras su encuentro con Jesús ya fue feliz. Falta profundidad en su historia. Mucha profundidad. No debería contarse la biografía de Colón en 18 folios ni la vida de María Magdalena en 98 minutos. Resulta trivial y poco interesante con lo que, tras su visionado, no has ganado nada.

En cuanto a la puesta en escena, lo ya visto en otras ediciones de esta serie. Colores intensos, muy luminosos, protagonistas con presencia de modelos publicitarios y narración convencional, justificada con la disculpa de que ya todo el mundo conoce la historia. Resulta poco atrevida y, repito, no muy interesante.

En cuanto a la edición doblada en español, es DEPLORABLE. El pianista y los violinistas del fondo musical (agradable en sí) tapan todos los diálogos. Es el caso que, mientras los personajes susurran, los músicos se afanan en sus más enconados "in crescendo". Ni con la tele a grito pelado se consigue entender qué diablos están diciendo. Aunque la tenía grabada, le daba para atrás, subía el volumen, aumentaba mi atención y seguía sin entender lo que decían. Patético yo, el espectador y patético el incompetente que dio el visto bueno a esta despreciable edición doblada.

Los que tengan buen oído, mejor para ellos, los demás no entenderemos casi nada.

María Magdalena, venerada por los hombres de fe, merece mucho más que este subproducto. Quizá Mel Gibson (La pasión de Cristo) aborde algún día el proyecto. ¡Qué lástima!

Presentado por Imanol Arias con la colaboración de historiadores contemporáneos, este esforzado documental detalla, dentro de lo ajustado de su duración, la razón de la presencia española en el norte de África y el enorme coste que supuso mantenerla.

Nos habla de cómo España tuvo que responder al compromiso que le impuso el contexto internacional para ocupar el norte de Marruecos. Los políticos, subestimando a las tribus del Rif, arrastraron a la tropa para ser utilizada como carne de cañón, con escasa dotación de medios, a una región inhóspita y mal conocida. Lo que se encontraron fue un pueblo heroico que luchaba ferozmente contra la los invasores y que los pasó a cuchillo obligándoles a una vergonzosa huida. Generoso en imágenes, nos contará también como la desgraciada estrategia del general Fernández Silvestre puso a la tropa a los pies de los moros arrebatándole la posibilidad de defenderse.

Más tarde, un país avergonzado, aliándose con Francia que veía comprometida su posición en la región, desembarcará en Alhucemas con gran despliegue de medios para reconquistar sus posiciones. Nos hablará también brevemente de los generales que comandaron el bando nacional de la guerra civil española del 36.

Al margen del Sentimiento patrio, es muy interesante y está muy bien contado. Historias lejanas que tampoco nos van a quedar más cercanas después de conocerlas con más detalle pero sí que ayudarán a tomar conciencia de la posición de España en el mapa internacional al comienzo y durante el siglo XX, antes de su pertenencia a la OTAN. Hace mucho que a España todos los enemigos le han quedado grandes así que, gracias a Dios, no participó en la Guerra Mundial porque, vista la responsabilidad de los gobernantes, su aportación habría sido, como en la guerra del Rif, enviar a millares de españoles como carne de cañón que era de lo único que siempre habían dispuesto en abundancia. Aún así algo se aportó (50.000 combatientes de la División Azul).

Deudora de los personajes, escenarios y situaciones que ya nos había presentado Agatha Christie. Se puede disfrutar su ambientación de los años 50 (en Suecia), de la intriga de su historia y también de su ritmo, sereno pero dinámico.

Pero no hay que comparar. Su presupuesto es austero y no disfrutaremos de exteriores de época, calles, locales y vehículos, más que en la medida justa para contar la historia. En cuanto a los personajes tampoco es fácil empatizar con los investigadores (secretaria y policía) que apenas se prodigan más allá de lo que les ocupa el caso de asesinato. Quizá esté relacionado con la idiosincrasia de los suecos. Por otra parte la nómina de sospechosos se reduce de la docena de las historias de Agatha Christie a la media docena en este caso. Mirándolo por el lado bueno, se tarda mucho menos en reconocer a los personajes y en emplazar al posible criminal. Eso hace que mejoren nuestras posibilidades de acertar con el culpable.
No cautiva pero llega a interesar y, si es aficionado a este tipo de historias de asesinatos elegantes, daremos por bueno el tiempo empleado en verla, ayudando para ello el desplazamiento temporal a esos años ya lejanos que siempre añaden atmósfera.