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España España · Cinecittà
Críticas de Xavier Vidal
Críticas 640
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
6
1 de noviembre de 2014
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aire libre fue una de las propuestas más infravaloradas de la sección oficial del último Festival de San Sebastián. El film cuenta el deterioro de una pareja que no consigue lidiar con sus quehaceres ordinarios cuando las obras de su nueva vivienda se alargan más de lo previsto. En el film de Beneri, la pérdida de la casa hace tambalear el hogar que los protagonistas pretendían construir: la película va más allá de lo meramente material para convertirse en una metáfora de esa estabilidad que se ha esfumado y que unos y otros intentan encontrar mediante mecanismos insospechados, algunos incluso nocivos.

Lo mejor de Aire libre reside en su descripción del desencanto: en todos los planos suceden varias acciones a la vez, se amontonan varias conversaciones al mismo tiempo y el espectador se ve obligado a contemplar las escenas del film como lienzos caóticos en los que no se vislumbra nada pero que al mismo tiempo encierran el drama de los protagonistas. Aire libre, por todo ello, tiene el efecto de una experiencia claustrofóbica y consigue que sintamos en nuestras carnes el desasosiego, la presión y el estrés de los personajes de Sbaraglia y Cid. Sensaciones, claro está, que distan de ser agradables y que pueden crispar los ánimos de la audiencia. Pero ello no deja de corroborar la eficacia de la propuesta, su condición de cuento familiar repleto de veneno que deja al espectador sin oxígeno y sin asideros.

Una película tensa e incómoda, a priori poco atractiva, que pasó injustamente desapercibida por los cines argentinos. Pero Aire libre, aun con sus subrayados y sus desafueros, y a pesar del ostracismo que le brindaron los críticos donostiarras (¿habría sucedido lo mismo si el film hubiera competido en la sección Horizontes Latinos?), es una película que ensancha los horizontes del drama costumbrista, por lo general demasiado manido y reconocible. Para comprobar hasta qué punto la cotidianidad puede desquiciarnos y transformarnos en personas que no queremos ser, que nunca pensamos que podríamos ser.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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6
28 de octubre de 2014
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La animación gótica ha venido para quedarse. Los Boxtrolls sigue la senda de títulos como Los mundos de Coraline, Frankenweenie o El alucinante mundo de Norman, o lo que es lo mismo, películas que pese a sus planteamientos infantiles dibujan unos mundos muy oscuros, no aptos para todos los pequeños de la casa. Los Boxtrolls siguen además la esencia del cine familiar de los 80, con Los Goonies como película de referencia: hay, pese a los recovecos tenebrosos en los que sucede la trama, una reivindicación del espectáculo inocente, de la ingenuidad como virtud del héroe protagonista. Seguramente el film de Annable y Stacchi no conseguirá tener la repercusión de todos los títulos citados, pero merece ser recordado por la creación de los boxtrolls del título, unos personajes la mar de adorables que regalan algunos momentos de impagable cine mudo. Una película singular, tal vez no todo lo trepidante que debería, con unos personajes no demasiado trabajados, que propone una nueva variación del cuento con telarañas. Su público escolar se divertirá con el carisma de sus criaturas, y el público adulto apreciará una historia repleta de referencias cinéfilas con una divertida exposición de las jerarquías sociales. Un entretenimiento perfecto para la víspera de Halloween.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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5
22 de octubre de 2014
3 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No decimos nada nuevo: los franceses aman la corrección y tienen una especial tendencia al cine bienintencionado. Intocable, la tragicomedia que contaba la relación de amistad entre un tetraplégico adinerado y un joven de las 'banlieues' parisinas, se sobredimensionó hasta convertirse en la película de habla no inglesa más taquillera en todo el mundo, pero en sus adentros no había más que esa manía tan francesa por abordar cierta problemática social por la vía fácil, rebajando la gravedad de los temas tratados y abogando por una trama exportable y populista. Samba, el segundo trabajo de Toledano y Nakache, sigue la senda de su primera película: la fórmula se consolida, y nuestros vecinos vuelven a facturar una película que hará las delicias del público, aunque esta vez difícilmente engatusará a la crítica (que, sorprendentemente, se permitió demasiadas licencias con las tesis ramplonas de Intocable). ¿Bailaremos al ritmo de esta samba manipuladora... o la sombra de Intocable será demasiado alargada? Apostamos por lo segundo.

Samba es el nombre de un inmigrante senegalés 'sin papeles' que sobrevive con el sueldo de los trabajos esporádicos que va encontrando. El papel protagonista, que vuelve a recaer en Omar Sy (todavía más cómico y 'pelmazo' que en Intocable), es, por lo tanto, otro ejemplo de un cine social que quiere reciclar sus miserias por la vía de (son)risa, sin tener en cuenta que, a medida que la supuesta diversión del público aumenta, disminuye en proporciones iguales la veracidad de la historia (por eso cuesta empatizar con el universo de Samba, a pesar del esfuerzo de Sy y del meritorio trabajo de todos los actores secundarios). Toledano y Nakache alivian la gravedad que rodea a su protagonista con la inclusión de dos historias de amor que se desarrollan de forma previsible: Samba acaba prendado de una asistente social que atraviesa una complicada situación personal y laboral.

Si Intocable tenía algún momento de lucidez, una mínima chispa, Samba carece de todo ello (salvando, quizás, el baile del personaje de Rahim y el gag en el rascacielos). También pesan como una losa sus casi dos horas de metraje (no se necesitaban tantos minutos para contar tan poco). Vaya, que intuímos que los defensores de Intocable no acabarán del todo contentos, y que los que ya dudaron de esa película (me incluyo en ese grupo) recurrirán a los adjetivos que ya dedicaron al primer film de Toledano y Nakache para describir Samba. Lo peor de todo es que habrá una tercera entrega y otras tantas: el cine francés de 'la politesse' y 'el eufemismo' seguirá con nosotros durante mucho tiempo.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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6
20 de octubre de 2014
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay una temática que recorre transversalmente la corta pero fructífera filmografía de Pernille Fischer Christensen es la incomunicación entre personas: de ahí que todas sus películas, en mayor o menor grado, puedan considerarse una exploración de 'el otro' en la Dinamarca bienestante de nuestros días (aunque descrita en términos de frialdad y de hieratismo emocional) y apelen a una empatía tanto interna como externa (los personajes se conocen entre ellos al mismo tiempo que los espectadores van familiarizándose con las vidas magulladas que retrata Fischer Christensen, una fórmula realmente efectiva que explica, entre otras cosas, por qué el cine de la cineasta danesa es uno de los pocos que siempre tiene presencia asegurada en las carteleras y en los certámenes de todo el mundo).

En 'Alguien a quien amar', Fischer Christensen recurre a una figura cargada de mística cinematográfica: el cantante que tras una vida de excesos y de éxitos regresa a su país de origen para saldar cuentas pendientes. Persbrandt dota de fuerza a un personaje inepto en todos los aspectos: su carrera discográfica depende casi por entero del trabajo de su mánager y de algunas amistades del pasado, y en su vida personal es un individuo incapaz de gestionar el dolor que recibió en su día por parte de su padre y el dolor que él mismo infringe a sus más allegados. Afortunadamente, el trágico bagaje del personaje nunca se explicita ni da pie a escenas de factura tremendista: el director prefiere contar por omisión, y en este sentido es muy interesante comprobar cómo los pequeños contactos físicos entre los personajes, los casi imperceptibles amagos de complicidad entre el protagonista y su reducido círculo íntimo (la mano que posa sobre el brazo de su hija drogadicta, las leves caricias que hace a ese nieto que no conoce, las miradas que lanza a su compañera de grabación, etc.), cuentan mucho más del protagonista y sus interioridades que otras escenas donde Fischer Christensen se comporta como una narradora más tradicional (por ejemplo, el momento en que el protagonista se sincera con el pequeño con respecto a su padre alcohólico).

'Alguien a quien amar', por lo tanto, se debate entre dos frentes (la elegancia frente al drama descarnado, la sutileza frente a la tragedia explícita), y aunque el cómputo final reúne bastantes trampas (sobre todo en el segundo tramo de metraje), el film termina convenciendo por la capacidad de la directora por tocar la fibra sensible de la platea sin que ésta se sienta violentada o asaltada según las fórmulas habituales de cierto cine norteamericano (incluso en sus tramos más discutibles, la película nunca apela a la lágrima fácil). Un mérito ya presente en las anteriores obras de la directora y que en este nuevo título se multiplica gracias al gran trabajo de Persbrandt y Dyrholm: a su comprobada solvencia como intérpretes, cabe sumar el hecho de que en el film cantan sin playback, como si las fronteras entre el actor y el personaje fuesen muy finas, casi irreconocibles. Un film, en resumen, lleno de contrastes que se suma a la notable listas de grandes obras que nos llegan últimamente desde el norte de Europa.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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8
13 de octubre de 2014
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de Ozon se expande como una constante exposición de las manías, las oscuridades y la trastienda de la burguesía francesa. Ozon no siempre firma historias realistas en un sentido estricto (de hecho, casi nunca lo son), pero sí traza tramas sumamente interesantes, identificables por ser reflejos deformados de un espejo reconocible, tan arraigadas a la clásica figura del 'auteur' francés como a la transgresión en una cinematografía (la francesa) poco afín a las salidas de tono. Ozon ha creado un sello, y lejos de acomodarse sus últimas películas ponen de manifiesto la confirmación de su talento, su infatigable habilidad para cruzar todas las fronteras habidas y por haber sin despeinarse. Un cine y un autor, vaya, tan apasionante como contradictorio que con 'Una nueva amiga' consigue lo imposible: contar más y, con respecto a algunos de sus anteriores trabajos, mejor.

'Una nueva amiga' es un relato tan rebosante de imaginación, tan complejo, tan libérrimo y con tantas reformulaciones y giros internos que bien podría decirse que en él se dan cita, conviven y colisionan, todo a la vez, todas las versiones de Ozon. Y cuando el espectador no da crédito a lo que ve en pantalla o cree que nada puede suceder para complicar todavía más la trama, Ozon responde con un golpe de autoridad sobre la mesa. Porque Ozon ama los contrarios y consigue que desde la butaca asumamos como afines unos conceptos que son antónimos por naturaleza: en sus historias se junta lo serio con lo absurdo, lo grave con lo sublime, la realidad 'hetero' con la 'homo'... Y podríamos decir más: en el film, el maquillaje de una novia acaba convirtiéndose en una estampa mortuoria, un personaje masculino se transforma en otro femenino, los amigos mutan en amantes, y la comedia va tan ligada al drama y lo plausible con lo imposible (y viceversa) que terminamos por acatar como normal un final que dilapida todas las leyes de la biología, la sexualidad y la lógica. Aunque hay un principio que sigue en pie: la personal e intransferible visión de los afectos de Ozon.

Por eso, allá donde unos verán apuntes rocambolescos y unos tics queer poco perfilados, otros lograrán vislumbrar una singular historia de duelo y una exploración de la figura de 'el otro' como expresión de nuestros miedos internos, como elemento limitador y como soporte de cara a la revelación y confirmación de una identidad (sexual, pero eminentemente emocional). O lo que es lo mismo: unos se quedarán en el umbral de la forma (y, efectivamente, la trama de 'Una nueva amiga' es un folletín a lo grande, y su estructura es barroca, complicada, tal vez un poco abigarrada), mientras que unos se divertirán poniendo concierto y sentido a su fondo (las lecturas y los temas que pueden sacarse son múltiples). Si hay que tomar partido, lo confesamos: a nosotros nos encanta. La obra más suicida en competición en Donostia 2014 y seguramente uno de los films más apasionantes del año.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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