"The Night Of" es negra como la noche, es turbia, tiene una atmósfera que te atrapa desde el primer segundo y no te suelta hasta el final, cuenta un personaje antológico como John Stone (John Turturro está más allá del elogio) y con otro sobresaliente como Nasir "Naz" Khan (Riz Ahmed). Pero además es una serie policíaca-procedimental de presuntos perdedores absorbidos por el agujero negro kafkiano que es el sistema judicial americano. "The Night Of" es la noche tanto literalmente como metafóricamente. Es difícil encontrarse con una serie en la que puedas afirmar que todos y cada uno de los personajes secundarios están magníficos. "The Night Of" se recordará como uno de los ejemplos más evidentes de un casting perfecto: a los ya mencionados habría que destacar al inconmensurable Freddy Knight (Michael Kenneth Williams) y el poli de la vieja escuela Dennis Box (magnífico Bill Camp).

Leí hace poco una crítica que decía que "The Night Of" no era una buena serie por lo que contaba sino por cómo lo contaba. Estoy de acuerdo en parte. La historia de la bajada al infierno de un joven universitario educado y respetuoso, sospechoso por estar en el lugar erróneo en el peor momento, y encausado por una suerte de coincidencias asombrosas (maravilloso el primer episodio en el que se despliega toda la historia) no deja de ser una historia sobre un asesinato más, pero sin embargo tiene múltiples lecturas: desde la obvia crítica al sistema policial-judicial de Estados Unidos, hasta la falacia de la presunción de inocencia y del poder devastador de la prisión. "Da igual que seas inocente, todos lo que entran aquí dicen lo mismo" dice uno de los personajes. "The Night Of" es también una versión libre de la Divina Comedia donde Naz es Dante, Freddy es el Virgilio que le acompaña por el infierno y Sofia es la Beatriz que finalmente le conduce al ¿paraíso?.

La atmósfera de esta serie es otro de los protagonistas. Parece que estás viendo algo de los 70 u 80 sino fuera por la impecable labor en la dirección de fotografía. En esta serie cabe varias series: una que es policiaca, otra que es procedimental y la última que es judicial. Todas se complementan y conforman un drama sobresaliente. El final no tiene un gran giro ni es demasiado espectacular pero es maravillosamente evocador, plausible y demoledor. Y por último John Turturro realiza la interpretación del año en mi opinión. Crea un personaje que es un paria, un presunto desecho del sistema, un individuo solitario, un mercenario, algo así como un leproso del sistema que, sin embargo, constituye el alma de esta serie que perdurará en la memoria de sus espectadores durante mucho tiempo. Bravo.

Hay algo en esta excelente serie histórica que marca la diferencia: lo profundamente humana que es. Por encima de la rigurosidad histórica (intachable) y de la recreación fiel de una época (meticulosa y fidedigna) late todo un entramado, maravillosamente complejo, de relaciones de odio, rencor, pasión, locura, venganza y honor.

Los personajes son los que sustentan el interés de esta serie en ocasiones antológica. Podemos observar con absoluto deleite la diplomacia del sexo y la sangre, las continuas luchas por hacerse con el poder en un tiempo donde cada momento perduraría para siempre en la eternidad. En general la historia gira en torno al personaje del legionario Lucio Voreno y su leal amigo Tito Pullo, aunque el eje fundamental de las diferentes tramas siempre parte de la familia Julia. Encabezada por la despiadada y amoral Atia, sin lugar a dudas la mujer más influyente de Roma, el mítico Julio César, al que la serie presenta de una manera bastante desmitificadora y Marco Antonio, más un gigoló que un avezado genaral y senador romano. Especialmente bien parados salen los hijos de Atia, mucho más consecuentes que su polémica madre, en especial Octavio el que a la postre sería César Augusto, el primer emperador romano.

Si hay algo que caracteriza a todos los personajes de "Roma" es la ambigüedad moral. Y es que la serie nos muestra a Lucio Voreno tanto masacrando a gente como llorando porque no sabe donde se encuentran sus hijos. Sólo su leal compañero vital, Tito Pullo, parece mantenerse en una posición constante a lo largo de los capítulos de la serie, motivo por el cual probablemente sea el personaje mas "simpático" de toda la historia.

La serie tiene una clara tendencia hacia la objetividad histórica a través de dos formas principalmente: en primer lugar por la verosimilitud en la recreación artística de la época y en segundo lugar por la mencionada plasmación de la ambigüedad moral de sus personajes y en especial el ejercicio de desmitificación de alguno de ellos (particularmente con Julio César) Tanto los decorados como la labor de vestuario, maquillaje, peluquería, la dirección de fotografía y los oportunos (aunque escasos) efectos especiales ad hoc, están en todos y cada uno de los capítulos excelentemente cuidados.

Quizá lo único achacable que podamos recriminar a los creadores de "Roma" sea la escasa duración de la misma. Y es que dos temporadas se me antojaron escasas sobre todo teniendo en cuenta las magníficas tramas que se hubieran podido sacar del posterior inicio del Imperio Romano. Aún así estamos ante la narración extraordinaria de un laberinto de pasiones en una de la épocas más convulsas y extraordinarias de la historia.

Con algo menos de protagonismo de Jason Bourne, una trama algo más enrevesada y unas escenas de acción todavía más espectaculares, "El mito de Bourne" no sólo no tiene nada que envidiar a su primera entrega sino que en muchos aspectos consigue superarla. Los personajes secundarios están mejor construídos, la trama es inteligente y ágil, el protagonista gana en fuerza interpretativa al tiempo que los aspectos técnicos son excelentes como no podía ser menos en una película del siempre soberbio Paul Greengrass. El aire a frialdad sigue estando presente todavía más si cabe, lo que, sumado a un Matt Damon menos hablador y más decidido a actuar, contribuyen una vez más a despojarle de toda empatía con el espectador. La película menciona en su título en español la palabra “mito” pero lo único mítico que hay es la acción y la trama. El protagonista siempre es forzado por las circunstancias a actuar en contra a veces de su voluntad, lo que le convierte en un héroe muy humano, alejado del prototipo de espía carismático a lo James Bond.

Nada hacía preveer a lo largo de los años de la irregular filmografía de Paul Verhoeven, un militante de fantasías turbias y sueños húmedos, una obra con tanto sabor a clasicismo y exquisitez visual.

Me decidí a ver "El libro negro" interesado por los comentarios de gente anónima que hablaba excelentemente de una historia de las de "antes". Y he de confesar que no sólo no me ha defraudado la opinión de esa "gente anónima" sino que les doy la razón. Hacía tiempo que no veía algo tan directamente enfocado al entretenimiento a través del excelente manejo de los mecanismos de la narración y del buen hacer en la evolución de una trama repleta de mezclas de géneros cinematográficos.

Aun así hay un par de escenas que llevan la marca reconocible de su director, en las que de repente la aparente contención y/o corrección formal se torna en un descaro y/o provocación claramente metafóricos. Escenas con una carnalidad a flor de piel (nunca mejor dicho) pero bellamente justificadas por el sentido último que habita en su interior.

Notable ejemplo de manejo de la tensión narrativa y puesta en escena clásica. A Verhoeven le ha sentado bien retornar a su país natal para dar un nuevo impulso a su carrera, aunque aún me sigan dando escalofríos algunas de las películas de su etapa americana. Parece mentira que el director de "Showgirls", "Starship Troopers" (película de culto para muchos entre los que me incluyo) y "El libro negro" sean la misma persona.

Después de ver una apabullante lección de cine uno se suele quedar sin palabras. Quizá porque las obras maestras verdaderas se sienten por dentro antes de comprender su grandeza. "El caballero oscuro" impacta en las mentes incluso antes de entrar por los ojos, sientes que su fuerza radica en la tremenda carga de verdad que se esconde detrás del espectáculo.

Como amante del cómic he de empezar diciendo que la película es una maravillosa adaptación de la obra maestra de Frank Miller. Lo es porque deja a un lado el mero "copy & paste" e imprime su carácter propio, sobre todo gracias a un inmejorable guión planificado hasta el milímetro. La historia fluye de forma perfecta y va ganando interés, dramatismo y tensión conforme avanza el metraje sobre todo gracias al mayor atractivo de todo el conjunto: uno de los villanos más estremecedores que ha dado el cine. Heath Ledger no interpreta, es literalmente engullido por su personaje. Locura en su más alto grado, maldad absoluta, amoralidad sin límites. El lado más oscuro del ser humano si es que podemos llamar humano al psicópata. El actor nos dejó para siempre pero su actuación figura para la eternidad como una de las más aterradoras y auténticas que ha dado la historia del séptimo arte.

La filosofía de esta película es doble: por un lado advierte de la necesidad de esperanza del ser humano para poder sobrevivir y por otro es un relato nihilista. El Joker es la afirmación de la nada, es decir, de la falta de todo. La carencia de humanidad, de moral, de principios, de empatía, de la capacidad de amar. Una seria advertencia extrapolable a muchas de las situaciones que se dan en nuestra sociedad, cada vez más vacía de todo. Pero a pesar de ello "El caballero oscuro" propone una bella solución: el sacrificio personal en favor de los demás al más puro estilo de Jesucristo. Hay cabida para la esperanza después de la oscuridad, como bien se dice en la película: "La noche es más oscura justo antes del amanecer"

La enfermedad mental también está claramente presente. El sanatorio Arkham (mostrado soberbiamente en el cómic "Arkham Asylum") parece que fuera el origen de todo la maldad de Gotham. Una institución tan corrupta como las mentes de quienes la habitan, y por ello respondabilidad de toda la sociedad. No somos totalmente ajenos a las acciones del villano porque en realidad todos hacemos algo por que exista. Con nuestra indiferencia engrandecemos su amenaza.

"El caballero oscuro" es una película triste y desoladora. Gotham no es tan distinto a la realidad. No es sólo una película de superhéroes, es una reflexión sobre los monstruos que engendramos día a día con nuestros actos. Todos deberíamos mirar en nuestro interior para ver si llevamos a un Joker o a un Batman: dos caras de la misma moneda. Como dijo Nietzsche: "Cuando miras dentro del abismo, el abismo mira dentro de tí".