Aparentemente, contrastaría la más que eficiente música de David Newman, especialmente en cuanto al Tema Principal, "Ryan´s Theme" frente a un cierto hipersexualismo femenino, tal vez distante de la habitual visión más «descarnalizada» del universo femenino. Las cuatro guionistas esbozan una consolidada relación de cuatro amigas y cómo, poco a poco, por los avatares de la vida, la "danza" de la amistad va languideciendo y se convierten en adultas, pero ninguna de ellas en lo que realmente querría ser, incluida la propia Ryan. Tenemos a la libertina, a la mujer a la que ha dejado su marido, tras tener dos hijos, a la "cínica", que se gana la vida propalando por internet los rumores de los famosos y a la que, en teoría, ha sido la más exitosa de las cuatro, Ryan, que ha escrito un libro de autoayuda muy al uso y que, supuestamente, lo tiene "todo", pero en realidad su matrimonio y su vida es mera apariencia, amén de haber perdido esa amistad tan importante para toda persona; al fin y al cabo, la relación de pareja no es más que un tipo de amistad, probablemente el más "álgido".
Sin embargo, la amistad se consolida en base a la verdad, a la verdad desnuda, que, dicha por un amigo, nunca debería ofender, aunque sí podría herir.
Así, en el pasillo del hotel de lujo en el que se hospedan, tiene un lugar un diálogo en el que se recriminan unas a otras en lo que se han convertido y cómo todas ellas, absolutamente todas, habrían necesitado más del apoyo de sus respectivas amigas.
Sigo en el spoiler

Casi, casi, he copiado exactamente el título de la película, con ligeras modificaciones. La manera de titular la película no desmerece totalmente el original inglés pero le priva de ciertos matices. Estamos, evidentemente, ante una secuela y diría que rara vez éstas superan al original; además, situada en el género fantástico por lo que se requeriría ser adepto de dicho género para poder valorar mejor su contenido.

Los efectos especiales y la BSO sobresalen, más allá del conocido elenco de protagonistas. A pesar de que Elfman es habitual en las películas de Tim Burton, ha colaborado con Raimi en otras tantas ocasiones y muchas de sus partituras ilustran películas de corte fantástico.

En nuestro mundo moderno, científico, quizás el cuento haya dejado de tener un cierto sentido. Raimi aborda la temática con ciertas pretensiones que diría que no terminan de cumplimentarse, en un metraje quizás excesivamente largo.

Tanto Jeanne Balibar, actriz y cantante francesa, como Pia Marais, realizadora sudafricana, en su segundo filme en lengua alemana, fueron premiadas por esta cinta en la que la cineasta nos sumerge en la contradicción del universo femenino, tras una rotura, tras una crisis sentimental y el abismo de radicalidad y rebeldía que conlleva, una radicalidad que, aparentemente, le sirve de lenitivo frente a la propuesta improcedente del que fuera su novio, frente a un inaceptable amor tripartito. Todo se polariza ahora hacia un nuevo enfoque, aunque pareciera no ser protagonista de su propia vida sino permanecer entre ambas, la antigua y la nueva. ¿Es posible esta absurdidad en una mujer cercana a la mediana edad? ¿Hasta dónde llega la capacidad de autodestrucción de la mujer en un caso de desengaño? ¿Es un arquetipo? ¿Hasta qué punto a la edad de Ellen cualquier mujer podría reaccionar de esta forma?

Entiendo que estamos ante una película de puntuación alta o baja; es decir, o te gusta mucho o todo lo contrario, de forma y manera que el equidistante término medio es más complejo en su valoración. La película de Coppola es una adaptación del relato "Tinereţe fără de tinereţe" (1976) del filósofo rumano Mircea Eliade. No es de extrañar que se use el término cinesofía. El séptimo arte como viático para expandir o promover ideas de teosofía, teodicea, religión conlleva, implícitamente, un film fundamentalmente dialogado, en el sentido de que la clave interpretativa del mismo serían los diálogos. En concreto, en esta película, creo que el «monólogo» de las rosas, de las tres rosas, probablemente símil de las edades del hombre, es fundamental para la comprensión de esta filosofía.
Es, sin duda, un tipo de cine diferente, experimental, una película, ¿por qué no decirlo? que podría ser, perfectamente, Sundance, pero que fue filmada por un reputadísimo cineasta, al que hay que agradecerle, al menos, la osadía de intentar adaptar todo este corpus teórico.
Bajo mi punto de vista, la película yerra en una mezcla poco uniforme de Ciencia Ficción, Política, Filosofía y Romanticismo. Obliga al espectador a un ejercicio interpretativo y alegórico casi continuo, que puede llegar a resultar extenuante.
No sé si este tipo de cine es verosímil o grato. Si, vista la película, sientes el deseo de leer (o releer) la novela, diría que sí, pero creo que pocos espectadores sentirán este anhelo. De hecho, recuerdo varios diálogos, pero no escenas «cinematográficas» y no porque no las hubiera sino porque todo incide en la fuerza de las palabras.

Los bosquejos sonoros del francés Alexandre Desplat incursionan en el claroscuro (tal como así ha sido definido en ocasiones el amor) estadio gradual del nacimiento, renacimiento, vida y muerte, a través de una historia un tanto conspicua, pero en absoluto inocua. Subyace en el metraje, en las miradas, ese afán de lo eviterno, del anhelo sumo de lo eterno. Resulta grato ver a Lauren Bacall en uno de sus últimos roles en pantalla, en un papel secundario y un tanto cínico. Quizás la parte final de la cinta minimice el interés acumulado, y en vez de un final ambiguo opta por una racionalización de la psique infantil que termina por afectar la vida de los adultos a su alrededor.