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España España · West Coast
Críticas de Dabi
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
4
24 de junio de 2018
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Voy a empezar por lo bueno. "Gemini" es una película visualmente atractiva, muy estilosa, con un trabajo de cámara competente. La banda sonora funciona muy bien, presiona y aporta clima. Lola Kirke y Zöe Kravitz están bastante correctas, y sus roles están definidos. La premisa, aunque no demasiado original, promete. De hecho, la película arranca con bastante interés. Por desgracia, no tarda mucho en flojear.

Y es que siento decirlo, pero no creo que el guion de "Gemini" esté bien escrito. Sus personajes, a excepción de ambas protagonistas, son bocetos apenas definidos, insertados de forma tosca y brusca en la historia. No tienen carácter, no tienen trasfondo. No son tridimensionales, tan solo caras a las que se les asocia un móvil, por débil que sea, para que el espectador pueda sospechar de ellos en algún momento de la trama. Sus arcos, si es que los tienen, no se resuelven. Aparecen en la escena para instantes después desaparecer y ser completamente olvidados por el guionista. Casi todos los personajes están pobremente concebidos, pero el caso más obvio es el del paparazzi, directamente ridículo.

El desarrollo es conveniente. Extremadamente conveniente. Las cosas suceden para que la película avance, y en un thriller de misterio de este tipo ese recurso podría ser perdonable un par de veces, pero es que toda la película se cimenta sobre casualidades, y eso lo que demuestra es que el guion es perezoso a más no poder. Dejo algunos ejemplos en la sección spoiler.

En resumen, "Gemini" tiene cierta calidad visual, una atmósfera lograda y dos protagonistas solventes, pero está lejos de ser un thriller sólido debido a un guion poco inspirado y que resuelve sus problemas de forma bastante rudimentaria.

Puntuación: 4,7
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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6
5 de enero de 2024
27 de 42 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bueno, no sé si tiene mucho sentido hacer esta reseña a estas alturas, pero vamos a ello. La sociedad de la nieve es la quinta película del catalán Juan Antonio Bayona, director que a mí, la verdad, me suele entusiasmar bastante poco. Tenía las expectativas por lo suelos, más que nada porque, aunque su debut con El orfanato fuera bastante sólido, cada nueva película que ha ido estrenando Bayona me ha parecido peor que la anterior. A eso hay que sumarle que, independientemente de su director, La sociedad de la nieve es un tipo de película que me suele dar bastante pereza, estas superproducciones basadas en hechos reales tan grandilocuentes, súper lacrimógenas e híper previsibles que son tan del gusto de Hollywood. En muchos aspectos, el nuevo proyecto de Bayona es esa clase de cine, pero tengo que admitir que, en este caso, hay bastante más calidad de la habitual.

Para quien no lo sepa, La sociedad de la nieve narra las tribulaciones de un grupo de individuos que fueron víctimas de un catastrófico accidente de avión en la cordillera de los Andes y que, al no ser rescatados, tuvieron que enfrentarse a condiciones extremas durante dos meses para sobrevivir. La progresión narrativa del guion es, en muchos aspectos, impecable. La historia atraviesa sus valles y sus picos a un ritmo medio y muy digerible, dosificando la acción y dándole las riendas a la trama, que manda por encima de la atmósfera. Toma la arriesgada decisión de meterse de lleno en faena a costa de apenas presentar a los personajes protagonistas. En cosa de quince minutos, el avión ya se ha estrellado. Esa falta de desarrollo que para muchos es un defecto, para mí es una de sus mayores virtudes. Como en Dunquerque, en La sociedad de la nieve el suplicio es colectivo, no individual. Las tribulaciones a las que se enfrentan los convierten en una unidad. En una situación de penuria tan exacerbada, la personalidad se desdibuja. Que seas una cosa u otra es lo de menos. Para Bayona, debes empatizar con estas personas no porque las conozcas, sino porque son personas, personas que sufren, reaccionan y se comportan como lo haría cualquier ser humano.

A lo largo del metraje, Bayona se encuentra con muchas oportunidades de caer en la lágrima fácil y de manipular al espectador, oportunidades que, para un realizador con sus vicios, sin duda son muy tentadoras. No diré que las resiste todas, porque desde luego hay más de una línea de diálogo, más de una subida de violín y más de un flashback innecesario que hacen que las manos del titiritero se asomen más de la cuenta, pero por lo general creo que el pornodramómetro se mantiene en niveles bastante tolerables durante casi toda la película, lo cual, dadas las circunstancias, tiene bastante mérito. Creo que es en los momentos más solemnes en los que más aflora la humanidad de sus personajes y la honestidad de Bayona hacia el material que adapta. Es cierto que se le va un poco la olla al final, pero bueno, tampoco es algo que descarrile todo lo construido anteriormente.

El aparato visual de La sociedad de la nieve es, a mi juicio, contundente, pero a ver, tampoco nos flipemos. No puedo decir que me impresionen demasiado los planos generales de los Andes, que sí, son bonitos pero básicamente porque los Andes nevados son bonitos, no porque Bayona (ni su director de fotografía, Pedro Luque) haga nada particularmente sugerente con ellos. Sí que me interesa más el inteligente empleo de los grandes angulares en algunos primeros planos para mostrar la sensación de enajenación y desorientación de los supervivientes, que vale, no es que esté inventando la rueda con este recurso, pero hay que saber utilizarlo. Bayona también demuestra tener un buen ojo para los planos conjuntos, jugando con los actores como parte importante de la puesta en escena para crear composiciones grupales bastante sólidas. De la escena del accidente, poco tengo que decir. A Bayona se le da bien rodar catástrofes y lo ha demostrado en más de una ocasión. Aquí, además, recurre a un montaje seco que resulta muy efectivo a la hora de añadirle crudeza a las secuencias, convirtiendo la angustia en algo palpable. Y en cuanto al elenco, ninguna queja. Al no tener los personajes arcos muy pronunciados más allá del evidente que comparten todos, los actores tampoco es que puedan lucirse demasiado, pero la verdad es que todos están bastante bien. La solvencia es uniforme y nadie destaca ni desentona.

En resumen: cuando hablamos de cine, yo creo (y sé que muchos me tacharán de gafapasta por decir esto) que podemos hacer una distinción entre autores y artesanos. Bayona no es y probablemente nunca será un autor, pero en La sociedad de la nieve demuestra ser un buen artesano. Tal vez no sea un realizador con un estilo único y un universo propio, pero tiene oficio y recursos, y sabe qué hacer para ofrecer a la audiencia un producto digno, de corte claramente comercial, muy convencional en los palos que toca pero de acabado pulido, y, para ser él, consigue alejarse lo suficiente de la sensiblería insoportable. Creo que es una película bastante recomendable y que puede agradar y emocionar a un público bastante amplio, y ese era, probablemente, el objetivo de su director, así que poco más se puede pedir. Probablemente sea la mejor cinta que ha rodado Bayona desde El orfanato. Seguramente su cine, por cuestión de preferencias, nunca me enamorará, pero al menos en esta ocasión consigo disfrutar moderadamente de su propuesta, que ya es más de lo que me esperaba. Es la típica película que, si estuviera rodada en inglés, sería una candidata al Oscar indiscutible.

Calificación: Recomendable
Dabi
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4
26 de abril de 2019
26 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como una mezcla descafeinada de Muñeco diabólico y La profecía aparece The prodigy, la nueva película de Nicholas McCarthy. McCarthy es... a ver cómo lo digo... un director regulinchi. Esa es la palabra. Regulinchi. Resulta que tengo votada su anterior película, Home, pero soy completamente incapaz de recordar absolutamente nada de ella. Pascua, su aportación en modo de cortometraje a una antología de terror de 2016 llamada Holidays, sí que la recuerdo, para mi desgracia. Lo que yo os diga. Regulinchi.

Nicholas McCarthy tiene problemas graves para construir la tensión en sus escenas, y aún más graves para mantenerla. Su sentido del ritmo es deficiente, y su gusto por el golpe de sonido roza lo molesto. Quitando dos momentos de terror medianamente bien logrados (uno de los cuales te lo joden en el tráiler), todo en The prodigy es extremadamente previsible, todo lo he visto decenas de veces y se queda a años luz de provocarme el más mínimo atisbo de aprensión. Las imágenes de Miles con el rostro dividido en dos (disfrazado en el espejo, escondido tras una puerta) son metáforas aceptables, aunque demasiado obvias.

Lo mejor que puedo decir de The prodigy es que intenta darle profundidad a la historia, pero eso tampoco lo consigue. La dinámica entre Sarrah y su marido es potencial desaprovechado. Está mal construido, de forma poco orgánica, y su resolución es... bueno, no es que sea pobre, es que es inexistente. Temáticamente encontramos el germen de un buen conflicto, cuando Sarah debe debatirse entre su conciencia y su amor incondicional por su hijo. Pero esto tampoco se termina de explotar, tal vez porque los personajes están apenas desarrollados, y los intérpretes tienen poco con lo que trabajar. Taylor Schilling no brilla, y el actor que hace de Miles es bastante flojo.

En pocas palabras, creo que The prodigy no hace nada bien, si soy sincero. Pampoco hace nada estrepitosamente mal. Se mantiene ahí, en la mediocridad más absoluta, existiendo y siendo completamente irrelevante, lo cual, por loco que pueda parecer, creo que es un paso adelante para Nicholas McCarhy. Me pregunto si recordaré algo de esta película dentro de un par de años o si me pasará lo mismo que con su anterior largometraje. En fin. Igual la siguiente le sale mejor.

Puntuación: 4,2
Dabi
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6
15 de enero de 2021
17 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una noche en Miami... es el debut como directora de Regina King, actriz con décadas de trabajo a sus espaldas y que recientemente ganó el Oscar a mejor actriz secundaria por su trabajo en El blues de Beale Street. Nos cuenta una reunión entre Sam Cooke, Malcolm X, Muhammad Ali y Jim Brown, allá por 1964, pero lo primero que es importante saber es que está basada en una obra de teatro de Kemp Powers (co-guionista y co-director, por cierto, de Soul), y aún más importante, que no está basada en hechos reales. O al menos, no del todo. Se sabe que estos cuatro eran amigos y que sí pasaron una noche juntos, pero todo lo que sucede dentro de la habitación del motel es ficticio. Saber que esta reunión tuvo lugar, según las mismas palabras de Powers, "was like discovering the Black Avengers", y lo que hace es utilizarla como escenario para exponer diferentes ideas sobre los conflictos raciales en Estados Unidos. El resultado es bastante efectivo, en mi opinión. No perfecto, pero ya llegaremos a eso.

Lo primero que quiero tratar es el apartado visual. No es nada del otro mundo, y puede que eso la aleje de la excelencia, estoy de acuerdo. No explota las posibilidades del lenguaje cinematográfico, en el sentido de que no hay planos súper memorables, ni movimientos espectaculares, ni montajes híper reveladores, que es algo que se puede decir de muchas películas basadas en obras de teatro. Se puede decir de La duda, de Fences, de Larga jornada hacia la noche, o incluso de La gata sobre el tejado de cinc. Pasa lo mismo con otras cintas en las que, aunque no están basadas en obras de teatro, manda el guion por encima de cualquier cosa, como Spotlight o The man from Earth. Si estás más interesado en un cine más visual que discursivo, Una noche en Miami no busca ofrecerte eso. Su intención es otra. A mí, personalmente, la dirección de Regina King, a pesar de ser impersonal y poco vistosa, me parece aceptable dado el carácter de la cinta, pero sin duda aleja al producto final de la excelencia.

Ahora, en cuanto al texto. Hace algunas cosas muy bien, pero otra, en mi opinión, no tanto. Triunfa a la hora de desarrollar a cuatro personajes muy distintos, cuatro jóvenes negros en la cima de sus carreras, en una época en la que a una gran parte de la población esto no le hacía demasiada gracia. La mentalidad de todos ellos está clara, y los conflictos que se derivan de ellas son claros, coherentes y comprensibles. Son lo suficientemente complejos como para estar de acuerdo con ellos en una escena y en completo desacuerdo en la siguiente, sin que eso traicione la naturaleza de los personajes. El racismo es el núcleo temático claro, y de ahí él derivan todas las ideas que los enfrentan constantemente: el poder de las figuras públicas, la libertad económica, el colorismo, el consumo del entretenimiento, etcétera. El conflicto de Malcolm con la Nación del Islam y la conversión de Ali también juegan un papel importante. Hay alguna que otra frase excesivamente teatral, alguna decisión en la caracterización que no me convence y alguna idea demasiado prefabricada aquí y allá, pero en líneas generales me gusta lo que oigo. Me gusta cómo se desafían los unos a los otros, cómo se exponen las ideas y cómo se relacionan unas con otras. Para una película así, está claro que necesitas a cuatro actores que estén dispuestos a dejarse la piel en sus personajes. Por suerte, Una noche en Miami los tiene.

Leslie Odom Jr. es una máquina (no hay más que ver su trabajo en Hamilton para darse cuenta), y probablemente ofrezca la mejor interpretación de los cuatro. Es imposible sonar exactamente como Sam Cooke, pero Odom da el pego y se acerca bastante, y consigue estar a la altura del repertorio de uno de los mejores vocalistas que ha dado Estados Unidos. Aldis Hodge, tal vez el más secundario de todos los actores, hace un trabajo más sutil, pero de considerable calidad. Su rol es ser la calma en medio de la tormenta, y lo consigue. Eli Goree tiene el físico adecuado, imita las inflexiones vocales de Ali a la perfección y consigue construir un personaje moderadamente complejo. Lo que tiene que hacer, lo hace muy bien. Tal vez Kingsley Ben-Adir sea el menos bueno de los cuatro. Su interpretación es notable, que nadie me malinterprete. Es declamatorio, vehemente y apasionado, como tiene que ser Malcolm X, pero su energía no termina de atravesar la pantalla, aunque eso se debe, estoy seguro, a la misma naturaleza del guion.

Y ese es mi principal problema con Una noche en Miami: convierte a PERSONAJES en personajes. El propósito de la historia es construir un discurso social, y eso se consigue, pero los nombres de las figuras históricas que protagonizan la historia son solo eso, nombres. Nunca tengo la sensación de estar viendo a las leyendas que se supone que son. El Malcolm X de Kingsley Ben-Adir no puede competir con la intensidad y la complejidad psicológica del de Denzel Washington. Es imposible. Entiendo que no es culpa de la peli, que Una noche en Miami no es un biopic y la comparación no es justa porque la intención de la historia no es esa, pero aun así, se nota. Y es que, ¿cómo haces justicia a cuatro personalidades tan grandes al mismo tiempo? La respuesta es sencilla: no intentándolo. Y lo entiendo. Es comprensible, pero también decepcionante.

Dejo mi conclusión en la sección spoilers por falta de espacio, pero sin destripar nada:
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Dabi
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2
16 de febrero de 2015
13 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando una comedia te recuerda de vez en cuando a las Movies de los infames Friedberg y Seltzer es que hay algo que no funciona, y eso es exactamente lo que me ha pasado con Accidental Love. Entiendo que la comedia es probablemente el género más subjetivo que existe, que a cada uno le hace gracia una cosa, e incluso que una misma persona puede responder de diferentes formas ante una según su estado de ánimo. También entiendo que esta película en particular ha dado muchísimos quebraderos de cabeza durante su producción, incluyendo problemas financieros y actores que abandonaron el proyecto a mitad, hasta el punto de que el director, David O. Russell, se desentendió de la película allá por 2010 para centrarse en el exitoso y, a mi parecer, estupendísimo biopic que fue The Fighter. A pesar de todo esto, yo lo único que puedo valorar es el producto que ha caído en mis manos, no los problemas que dio o lo que podría haber sido. Y qué queréis que os diga, me parece un truño considerable.

Accidental Love intenta ser una sátira inteligente sobre el sistema sanitario americanos, centrando sus dardos en los entresijos de la política y los parásitos que la pueblan. Un intento loable, pero sus méritos se quedan ahí, en la intención, porque el resultado es un caos. El montaje parece hecho con prisas por un grupo de alumnos de secundaria, todo está acelerado y la progresión de la historia está desastrosamente contada. Una idea que en teoría podría haber funcionado y dado lugar a una comedia ácida y negrísima se diluye entre chistes de culos rotos, pollas empalmadas, caídas y demás lindezas (me ha faltado una bromita de pedos para redondear, pero bueno, no se puede tener todo), con diálogos incómodamente faltos de gracia, personajes insoportablemente estúpidos y a menudo innecesarios (aún me estoy preguntando qué coño aporta el reverendo al argumento, pero en fin) y resoluciones absurdas. No pido una verosimilitud máxima en una comedia, pero sí un mínimo de coherencia y de cohesión, y aquí no los veo por ninguna parte.

El elenco de actores es una broma de mal gusto. Por un lado, Jessica Biel demostrando que no solo es inexistente su versatilidad dramática, sino también su vena cómica. James Marsden tal vez funcione un poco mejor en la comedia que en el drama, pero eso tampoco es decir demasiado. Jake Gyllenhaal, un actor que ha demostrado su talento en numerosas ocasiones en los últimos años, está histriónico y fuera de lugar, protagonizando varios de los momentos que más vergüenza ajena me han hecho pasar. Y lo de Catherine Keener directamente no me lo explico. ¿Qué hace esta mujer aquí? Ni ella lo sabe. La pobre hasta se esfuerza por sacar su papel adelante, pero con ese guion lo tenía muy difícil.

En fin, como he dicho, no hay nada más subjetivo que la comedia. Otros pueden descojonarse vivos, y yo que me alegro por ellos, pero pocas cosas me parecen más frustrantes que ponerte una comedia y que te bombardeen cada quince segundos con bromas que, al menos para mí, no tienen ni puta gracia. Me preguntaba por qué Russell había lanzado la película bajo el pseudónimo "Stephen Greene". Una vez vista, lo entiendo perfectamente. Aunque me haya arrancado alguna que otra sonrisa ocasional, en Accidental Love no encontré ningún gag que me hiciera reír de verdad, que ya es difícil. Y por si fuera poco, su crítica queda tan enterrada bajo el aura de chapuza que envuelve todo el proyecto que acaba siendo inaudible y completamente inocua, y eso en una sátira es algo imperdonable. Strike uno, O. Russell. Por favor, no vuelvas a cagarla así.

Puntuación: 2,9
Dabi
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