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Críticas de Melón tajá en mano
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Críticas 113
Críticas ordenadas por utilidad
4
6 de diciembre de 2011
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de conquistarnos con 'Me and you and everyone we know' ('Tú, yo y todos los demás'), la directora norteamericana Miranda July regresa a la cartelera con 'THE FUTURE' ('EL FUTURO'), película que ahonda en los miedos que azotan e inmovilizan a todo individuo capaz de enamorarse perdidamente.

Como realizadora, Miranda July es más que solvente, elaborando con tacto la psicología de cada plano. Digamos que es atractiva en su forma de filmar el equilibrio entre elegancia y suciedad. Cosa distinta es qué quiere filmar: ahí el espectador tiene todos los argumentos posibles para discrepar.

Durante la primera mitad el tono narrativo alcanza una frialdad que roza lo enfermizo. El aspecto resulta demasiado snob y la banalidad se muestra en todo su esplendor. Parece más una postura pop que una película y buscando rendir homenaje a la normalidad tropieza en la mediocridad. El humor rebosa demasiada incredulidad.

La historia se hace intrascendente por los numerosos esfuerzos (en vano) de su directora queriendo ser sofisticada, moderna y original. Se puede tener la sensación de estar asistiendo al concierto de uno de esos grupos británicos donde las primeras dos canciones suenan guay pero el resto se parecen demasiado entre sí. El aburrimiento se ha puesto cómodo en la sala.

Los personajes buscan una señal que los mantenga unidos y despiertos. Miranda July se atreve de nuevo como actriz (ya lo hizo en su primer filme) porque sólo ella sabe qué demonios quiere expresar su personaje. Su compañero protagonista, Hamish Linklater, deambula sin un conflicto demasiado claro. Ambos están forzadísimos en unos diálogos marcados por lo superfluo.

Una escena sexualmente turbia marca el cambio de rumbo. El interés en la trama cambia por completo cuando en la ficción se hace de noche. Mucha atención a la cruda secuencia con que July, jugando con el binomio espacio- tiempo de sus protagonistas, consigue impregnar de terror el preciso instante de aceptar una verdad que puede cambiarte la vida en un solo minuto. La directora decide pararlo todo e invitarnos a pensar. Y da auténtico pánico.

Una sencilla metáfora nos cuenta que los recuerdos te persiguen hasta encontrarte, vestirte y no dejarte ver nada de lo nuevo que tienes delante. Cuando consigues asimilar toda la información, la película ya te tiene atrapado por completo. Claro que resulta casi heroico haber llegado despierto ahí.

Desgraciadamente vuelve a hacerse de día: la grandeza cierra su paréntesis y el filme te empuja otra vez al pozo superficial de lo indie por lo indie. El final está bien resuelto y aunque la última media hora es casi redonda, no consigue salvar el estropicio abismal del inicio.
Melón tajá en mano
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8
3 de diciembre de 2011
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Situémonos: en 2003 el finés Jalmari Helander dirige un cortometraje titulado 'Rare Exports Inc.' y en 2005 su segunda parte. En 2010 el proyecto se transforma en largometraje: 'RARE EXPORTS: A CHRISTMAS TALE', que gana en las categorías de película, director y fotografía en el Festival de Sitges del mismo año.

Cada año llega la Navidad de forma inevitable y con ella las películas de espíritu ñoño y solidario destinadas generalmente al público infantil. El cine acude al rescate de los que se suponen mejores valores humanos con historias mediocres sobre niños que ven a Santa Claus y padres que no entienden qué han hecho mal para que sus hijos hayan acabado así.

Algo de eso hay en la película finlandesa, naturalmente. Sin embargo Helander logra el imposible de convertir una película navideña en algo divertido. ¿Cómo? Apostando por el terror en lugar de la cursilería y convirtiendo al Santa Claus made in Coca-Cola en un ser siniestro.

El experimento, además de original, funciona de maravilla. Todo está mimado con detalle: cada gesto, cada mirada, cada frase. La música es una fiesta para el oído y no hay manera de apartar la mirada de la pantalla. El hechizo es de fábula y el relato un juguete que hay que llevar cuanto antes al colegio para presumir delante del resto.

La película crece por la naturaleza de un guión valiente que siempre camina sobre suelo firme. El tercer acto es divertidísimo y la escena final del casting rezuma ironía de primera división. Entretenimiento de alto voltaje para todas las edades.

De niño quisiera haber visto algo así. De adulto me alegro de no habérmelo perdido. Ya no se respeta nada: ahora resulta que en Navidad pueden pasar cosas buenas.
Melón tajá en mano
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1
22 de noviembre de 2011
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
HAN JIA ('VACACIONES DE INVIERNO') es hasta el momento la primera y única película de Li Hongqi, quien tiene entre ceja y ceja la necesidad de evocar un lugar donde las horas pasan con una lentitud extraordinaria. El director chino estira al máximo plano y silencios hasta conseguir el ritmo angustiante que considera necesario para su narración.

Los niños no saben qué hacer durante sus vacaciones: nada les inspira a divertirse y los adultos viven en un estado de apatía constante. Es por esto que las cosas materiales, los gestos y los detalles pierden gran parte de su esencia. El concepto de sensación temporal que maneja Hongqi queda sobradamente marcado desde el principio.

Sin embargo el juego se convierte en una broma pesada cuando al cuarto de hora la película muestra sus primeros síntomas de agotamiento. El tono se hace más fuerte que una trama que, en lugar de desarrollarse, se alarga de forma insultante.

La actitud de los personajes es completamente inverosímil. En 'Vacaciones de invierno' nos enfriamos tan rápido que para entrar en calor sólo nos queda tacharla de plana, estúpida y aburrida.

'Vacaciones de invierno' participó en la sección oficial del 18è Festival de Cinema Independent de Barcelona. En la sala se vieron caídas de ojos, resoplidos, suspiros, cabezadas, mordiscos en las uñas, miradas distraídas y móviles en modo socorro. Los más listos se levantaron pronto. Sería normal que los niños no supieran divertirse en un mundo donde los adultos sólo hicieran películas tan aburridas e insignificantes como la de Hongqi. Suerte que no es así.

La tomadura de pelo ni siquiera es destacable técnicamente: el sonido es digno de un vídeo casero y la cámara muere en su intento de ser presuntuosa. No hay actos, ni giros ni más propuesta que vender la moto del cine bueno por distinto. Pero no siempre cuela. El experimento es insostenible. Basta.
Melón tajá en mano
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7
15 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque John McNaughton debutó en 1986 con la demencial 'Henry: portrait of a serial killer', tuvo que esperar otros cuatro años para poder verla en un cine. La censura se tomó su tiempo y trató de meter la tijera sin demasiado éxito.

Podríamos decir que es una película de bajo presupuesto, pero ese concepto resulta bastante engañoso cuando viene de EE UU. Michael Rooker se hace inmortal gracias a un protagonista desquiciado, una de esas aberraciones humanas que cinematográficamente se caracterizan por su magnetismo puro.

He aquí una película imprescindible para todos aquellos enfermos del cine que no tienen reparo alguno en disfrutar de las ficticias barbaries de un psicópata. Una cinta fría, inexpresiva, febril y mareante. Un placer culpable. Una culpa deliciosa. Un dulce con nervio propio.
Melón tajá en mano
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7
10 de febrero de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos horas no son ni mucho ni poco. Dos horas (por sí solas) no significan nada pero son tremendamente útiles cuando David Mamet se dispone a llenarlas con diálogos rotundos, personajes miserables y una atmósfera breve, precisa y acertada. Las dos horas de 'Glengarry Glenn Ross' son magistrales.

Solo un guionista como Mamet puede asfixiar a un pequeño grupo de depredadores inmobiliarios y convertir sus miserias en una auténtica golosina para el entregado espectador. Solo un guión de Mamet puede servir para que el irregular James Foley presuma de haber dirigido una película perfecta.

Los actores son de carne y hueso. Las interpretaciones de garganta y sudores fríos. Al Pacino, Kevin Spacey, Alan Arkin, Ed Harris, Alec Baldwin y el inmortal Jack Lemmon. La película acaba, pero el eco de su furia es inagotable. Que nadie espere nada de una sociedad que no conoce al dedillo cada réplica de esta película.
Melón tajá en mano
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